“Si el 155 es rechazado en la urnas, tendré que volver”. Así se ha manifestado Carles Puigdemont en declaraciones a La Vanguardia.
Mientras el expresident de la Generalitat amaga con volver (el anuncio parece una especie de sondeo sobre la actual capacidad y voluntad represiva de la justicia española en caso de retorno), el Ministerio del Interior no se siente escrutado y sí se siente, por el contrario, en la obligación de interceptar “como cuestión prioritaria” al prófugo Puigdemont tan sólo ponga un pie en territorio nacional.
El Ministerio del Interior controla las aduanas a través de la Guardia Civil y la circulación de personas a través del Cuerpo Nacional de Policía. Desde hace dos meses, a demás, el equipo que dirige el ministro Juan Ignacio Zoido tutela la actuación de los Mossos d'Esquadra que, como sus colegas en la seguridad del Estado, han asumido las órdenes expresas de detener sin paliativo alguno a Puigdemont y al resto de los exconsellers actualmente prófugos tan pronto desembarquen en España.
Puede volver
Interior contempla la posibilidad de que Puigdemont pudiera hacer un quiebro a las expectativas creadas y, por sorpresa, aparecer en algún acto electoral en Barcelona o Girona. Sería, sin duda, un gran golpe de efecto. Puigdemont, según las fuentes policiales consultadas, confía en la benevolencia del Estado. O desea confiar. Por eso lanza alguna piedra en forma de mensaje periodístico para saber cómo la encaja “el enemigo” (siguiendo los términos que utiliza el propio Puigdemont).
“El Estado no será benévolo porque un Estado no tiene que ser benévolo ni dejar de serlo”, sostiene un alto cargo de la Guardia Civil, estrechamente vinculado con la Operación Anubis.
A la cárcel sin paliativos
“El Estado se limitará a aplicar --con extremo celo, eso sí-- la orden del Tribunal Supremo que, a instancias de la Fiscalía, quiere al expresidente a su disposición tan pronto le dé por volver”, dice un veterano fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) a este medio.
“El Estado (y la justicia es una de las principales herramientas del Estado) ya le ha dicho a Puigdemont que le está esperando con los brazos abiertos. Ese es el sentido de la anulación de la orden de extradición dictada por el juez Pablo Llarena. No le irá a buscar pero le espera con el Código Penal en una mano. Y en la otra, las esposas”, dice el veterano jurista.
No es un juego
Así pues, el único que, según parece, aún no lo tiene claro es Carles Puigdemont que, mientras amaga y sondea, ignora que centenares de agentes policiales llevan su foto en la cartera y que los principales servicios de la inteligencia del Estado se encuentran muy cerca de él y le tienen en el punto de mira casi como una obsesión.
Fronteras, puertos, aeropuertos incluso la frontera con Andorra o las rutas de los contrabandistas no se escapa al plan diseñado por el Ministerio del Interior.