El clima de tensión que se respira en Cataluña en las últimas semanas ha puesto en alerta no solo a los ciudadanos catalanes, sino también a los policías que trabajan en el territorio. De ahí los gritos de “¡a por ellos!” ante algunas comisarías de la Policía Nacional y la Guardia Civil del resto de España y los de “¡fuera las fuerzas de ocupación!” ante los hoteles de la costa catalana donde se alojaban los agentes —despertando un “Que nos dejen actuar” policial—.

Agentes de la Policía Nacional que prestan servicio en una comisaría local de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña han escrito una carta anónima en la que alertan del nuevo síndrome del Este, equiparando la situación de los agentes de la policía estatal en Cataluña a la marginación social que vivieron sus compañeros en el País Vasco en los inicios del terrorismo de ETA.

Señalados

En la misiva, a la que ha tenido acceso Crónica Global, los policías explican que el inicio de su carrera profesional se dio hace un tiempo. “Desde el momento en que cruzamos por primera vez las puertas de la Escuela Nacional de Policía de Ávila, se nos quedaron grabadas en nuestro corazón cuatro palabras fundamentales en esta profesión: servicio, dignidad, entrega y lealtad. Y el síndrome del Este no podrá con ellas”.

Pese a la reiteración de querer salvar las distancias con el problema vasco, aseguran sentirse señalados “a todas horas y en todo tipo de circunstancias”, como al entrar y salir de la comisaría; al ir a buscar a sus hijos al colegio; al dar un simple paseo; al ir a hacer la compra y al acudir al gimnasio, entre otros.

Fragmento de la carta de los agentes de la Policía Nacional / CG

Fragmento de la carta de los agentes de la Policía Nacional / CG

Ambiente tenso

“Somos considerados los nuevos gossos (perros), asesinos, fascistas, fuerzas opresoras y de ocupación, los apestados, los marcados, los odiados, los que estamos soportando esos silencios incómodos, esos murmullos desagradables…”. Un hecho que hacen extensible a sus familias y amistades del círculo más cercano, por lo que sus hijos reciben escraches en el colegio, sus parejas son aisladas en su entorno laboral y sus amigos, sostienen, tienen temores infundados.

Aseguran que la situación se da desde hace algunos años, pero se ha recrudecido en las últimas semanas. “Hemos visto compañeros llorando, ambiente desconcertante en comisaría, mucha tensión, derivada por el agravio y la fractura social que se ha creado”, añaden.

Los policías lamentan que la situación haya pasado de lo profesional a lo personal y son conscientes de la gravedad de la comparación entre síndromes: “Lejos de aquel infierno vivido, pero abrumadora realidad que actualmente se da en esta comunidad”. Y concluyen con un mensaje dirigido a los políticos, en el que piden ser valorados como merecen, así como su apoyo a través de la motivación de los cuerpos de seguridad que trabajan en Cataluña para que “no se marchen espantados de aquí, eviten situaciones de estrés” y se agrave más la situación actual.