24 tiros y una botella de agua: el final del terrorista de Las Ramblas
Cuando le interceptaron, Younes Abouyaaqoub llevaba dos cuchillos, un machete y un cinturón del que colgaban botellas de agua envueltas en papel aluminio
23 agosto, 2017 00:00Los agentes le dieron el "alto" pistola en mano a unos diez metros de distancia. Eran las 16:27 horas y el sol caía duro sobre la población de Subirats, en el sur de Barcelona.
Younes Abouyaaqoub, acorralado, tenía a su espalda la depuradora de aguas situada en la zona rural de la población. Frente a él, dos agentes con la vista fijada en la mirilla de sus armas. Younes supo que era el final: no hizo caso del aviso policial, gritó un “¡Alá es grande!”, se abrió con ambas manos la camisa azul celeste de manga larga que portaba y se abalanzó sobre los policías, que abrieron fuego. 24 casquillos de bala se recogieron en el lugar de los hechos, suficiente munición para barrar el paso a cualquiera.
Explosivo simulado
Abouyaaqoub cayó boca abajo pero dejando visible una especie de cinturón con supuesto explosivos. Los Tedax comprobaron, en poco tiempo, que lo que parecían bombas eran, en realidad, botellas de agua envueltas en papel de aluminio.
Sin embargo, mientras los artificieros lo analizaban, aquellos dos patrulleros, dos experimentados policías de seguridad ciudadana, recularon y, junto al resto de cordón policial que se estableció, aguardaron a que se levantase la alerta.
La científica tomó las huellas del cadáver (el muerto no llevaba ningún tipo de documentación), y confirmó la hora del fallecimiento y la identidad. No había dudas: era Younes Abouyaaqoub, el conductor de la furgoneta que atropelló a la muchedumbre en Las Ramblas de Barcelona.
Falsa alarma
Durante aquellos minutos de espera, con el cadáver estirado en el suelo y con la tensión a flor de piel, otro policía que barría la zona en busca de indicios encontró una botella de litro, de plástico, repleta de lo que parecía ser agua mineral. Se activaron las alarmas porque se pensó que, quizá, podría tratarse de algún liquido explosivo que portara el terrorista y del que se desprendió antes de ser interceptado. Falsa alarma: era la botella de agua que uno de los agentes tenía en la mano para refrescarse (la temperatura rondaba los 35 grados entonces) cuando a 40 metros divisaron al fugitivo e iniciaron su persecución.
El Servei Central d'Informació de los Mossos d'Esquadra trata de recomponer la vida del fallecido entre el momento del atentado y el tiroteo en el que murió.
Younes Abouyaaqoub fue visto, poco antes, en la autopista A-7 a la altura de Sant Sadurní d'Anoia. Caminaba en dirección sur (Tarragona) por los aledaños de la carretera como una especie de vagabundo, según los testigos.
Policías y testigos
“No era la imagen de quien huye despavorido y desconfiado de la justicia”. Así se expresaron los mandos de los Mossos d'Esquadra de Vilafranca que, por casualidad (regresaban de una reunión en la ciudad de Barcelona), vieron deambular por el arcén de la autopista A-7, a la altura del Sant Sadurní d'Anoia, a un individuo en actitud taciturna, vestido con camisa de manga larga a pesar del extremo calor del momento.
Eso les llamó la atención pero no fue hasta que una vecina de Sant Sadurní llamó a los Mossos alertado de la presencia inequívoca de Younes en la zona, que los agentes se dieron cuenta de que estaban ante el terrorista.