Turismofobia y turismoborroka son los dos conceptos más oídos últimamente en torno al turismo en Barcelona. Los partidos de la oposición critican cada paso que da --también los que no da-- la alcaldesa, Ada Colau, en torno al hervidero de visitantes que acoge la ciudad, que aumenta cada verano y que se ha convertido en la primera de las preocupaciones de los barceloneses.
Los ataques vandálicos de las juventudes de la CUP --el colectivo Arran y seguidos, posteriormente, por Endavant-- han puesto sobre la mesa, una vez más, la necesidad de actuar sobre el asunto desde el consistorio barcelonés para evitar que se prolonguen las incomodidades provocadas por el turismo masivo. Y si algo han conseguido los comunes es unir al resto de partidos en dos aspectos necesarios para revertir la situación actual: es necesario descentralizar el turismo y que éste sea de calidad. Pero, ¿cómo se hace?
Ordenanza más dura
El Partido Popular de Barcelona fue el grupo que forzó la comisión extraordinaria de Seguridad fallida del pasado lunes para que el equipo de gobierno de los comunes diera explicaciones sobre el asalto al bus turístico. Las alternativas que propone la formación de Alberto Fernández pasan, principalmente, por un plan de inspección eficaz para actuar contra los pisos turísticos ilegales y también contra aquellos que, siendo legales, generan molestias a los vecinos.
El presidente del grupo popular reitera la importancia de generar un turismo cívico que exige una ordenanza de civismo más dura y recuerda que, en el último pleno municipal, Colau pactó con la CUP una modificación de dicha ordenanza que, a su entender, dista considerablemente de la línea que debería seguir con aquellos que no respetan las normas de la ciudad que les acoge.
En la anterior legislatura, Xavier Trias gobernaba con el apoyo del PP y la ciudad ya era un destino masivo, pero no se hizo nada en el sentido que apunta Fernández.
Unos turistas 'descansan' en el paseo Joan de Borbó en el barrio barcelonés de la Barceloneta / DEFENSA LA BARCELONETA
Planes de usos comerciales
La formación de Alfred Bosch (ERC) aclara un aspecto destacado antes de proponer sus alternativas: el turismo es importante para Barcelona y no se pueden hacer políticas turismofóbicas, pero tampoco hay que convertirse en una simple correa de transmisión de los intereses del sector. Bajo esta premisa, Bosch recuerda que su partido impulsó varias iniciativas que Colau ha hecho suyas, como el control de los patinetes eléctricos por el distrito de Ciutat Vella o el incremento de la lucha contra los pisos turísticos ilegales. Al César lo que es del César.
Para acabar con el conflicto del turismo en la capital catalana, los republicanos proponen utilizar las “herramientas poderosas” que tiene el Ayuntamiento de Barcelona como son los planes de usos comerciales. Abogan, también, por despojarse del turismo basura y alertan de que hay que gobernar el turismo pero no hacer campañas en contra, ni permitir una barra libre. Bosch promete concretar más en la propuesta de gobierno que presentará en unos meses y que contará con una estrategia de futuro para mejorar la gestión actual.
Nuevas instituciones
El partido liderado por Carina Mejías (Ciudadanos) apoya la idea de repartir el turismo, ya que la presión se encuentra en apenas unos barrios concretos. Señala zonas como Nou Barris como posibles opciones, ya que tienen un menor desarrollo económico y pueden ser la cuna de nuevos polos de atracción para que el turista y la riqueza se distribuyan por toda la ciudad.
Para conseguirlo, proponen acoger nuevas instituciones, museos, organismos como la AEM (Agencia Europea del Medicamento); realizar actividades culturales y conciertos, o crear universidades en ciertas zonas que generen el turismo de calidad, más allá del de playa. Mejías también apuesta por alcanzar un consenso de ciudad con los distintos gremios de turismo y restauración, así como con los operadores y demás actores implicados para evitar la actual masificación. Y, sobre todo, recuperar la autoridad con un plan de seguridad y civismo que acabe con la idea de que en Barcelona se pueden cometer todo tipo de excesos sin consecuencias.
Unos turistas se bañan en la plaza Catalunya de Barcelona durante la ola de calor / CG
Suprimir abusos
El grupo del exalcalde Xavier Trias reitera que es un error ver el turismo como un problema y no como una oportunidad para conseguir que el índice de paro sea inferior al de muchos otros lugares del país. Él tampoco quiere turismo de baja calidad –“de borrachera o de despedida de solteros”--, considera que no interesa a la ciudad, pese a que en su mandato sostenía la idea de que no hay turista malo. El portavoz del Grup Demòcrata (antigua CiU) sostiene que debe procurarse que el turismo sea más amable con los vecinos y han de suprimirse algunos abusos. Alerta del peligro de desprestigiar la marca Barcelona, vinculada a su gran capacidad para acoger a visitantes, y recuerda que una buena gestión debe tener en cuenta que se trata, también, de asuntos de seguridad e incivismo.
Resalta las medidas de regulación como las de hacer pagar a los visitantes para acceder al Park Güell para regular el número de entradas y utilizar los fondos para el mantenimiento. Propone, además, prohibir aparcar en zonas consideradas iconos como la Via Laietana o Sagrada Familia; cobrar un impuesto turístico y una tasa de visitantes por día; cumplir las ordenanzas de civismo y top manta; regular profesiones como los guías turísticos y que taxistas y camareros, entre otros, reciban clases de inglés. En general, proponen una interlocución con turoperadores y Turismo de Barcelona, donde están representados todos los agentes implicados.
Autodefensa de los barrios
La CUP, hermana mayor de Arran y Endavant, es una de las formaciones más críticas contra las políticas de Ada Colau en esta materia, empezando por apoyar los actos vandálicos cometidos en el ataque al bus turístico, a las bicicletas de alquiler, los barcos de Mallorca y, recientemente, las pegatinas enganchadas en los coches alquilados por turistas.
Arran en el momento del 'abordaje' al restaurante del Port Vell de Palma
El partido independentista radical no participó en la comisión extraordinaria del pasado lunes al considerarla un teatro y lamenta que la masificación haya provocado el aumento del precio de los alquileres y, por consiguiente, que haya fondos de inversión que compren viviendas para especular con ellas en época estival.
Critican también la huella ecológica que deja el turismo y que sean las arcas públicas las que tengan que asumir las consecuencias cuando son las empresas privadas las que se están beneficiando. Los integrantes de la CUP en Barcelona apuestan por la autodefensa de los barrios, sin atacar al turista pero sí al modelo de turismo que ha de dar preferencia al conjunto de vecinos. Defienden que todos los barrios de Barcelona deberían declararse zona cero para que no se puedan continuar habilitando hoteles ni viviendas turísticas.
Puestas todas las alternativas sobre la mesa, está por ver si el equipo de gobierno y la oposición son capaces de ponerse de acuerdo en desencallar una situación insostenible que, al final, acaba afectando, principalmente, a los propios barceloneses. Todo el mundo quiere turismo de calidad, pero no hay propestas concretas, ni siquiera referencias a medidas aplicadas en otras ciudades que hayan dado resultados positivos.