Madrid acoge de nuevo la final de la Copa del Rey. El Vicente Calderón vuelve a ser otro año más --y por última vez-- el escenario elegido por la federación para el partido, que en esta ocasión disputarán el FC Barcelona y el Alavés.

El Barça se presenta como favorito para alzarse con el título, pero una final es una final y los jugadores y la afición del Alavés saben que a un solo partido pueden salir y encontrar opciones para ganar al conjunto de Luis Enrique en su último encuentro como técnico azulgrana.

Las ausencias de Luis Suárez y Sergi Roberto afloran la incógnita sobre que 11 titular alineará el Barça para la final, mientras que el Alavés intentará suplir la baja del central Víctor Laguardia y decidirse por una alineación de cuatro defensas o cinco.

Amenazas 

Fuera del ámbito futbolístico, Madrid tiene mayores preocupaciones que el resultado final de encuentro. La sombra del terrorismo que se extiende por toda Europa y la rivalidad entre ambas aficiones han motivado que, además de los habituales protocolos de seguridad para este tipo de encuentros deportivos, la capital se haya blindado.

En primer lugar, Madrid no olvida lo ocurrido en el Manchester Arena el pasado lunes. El atentado terrorista que sufrió la ciudad inglesa ha disparado de nuevo las alarmas. España mantiene el nivel cuatro de cinco por posible ataque, y un acto multitudinario como éste podría ser un blanco.  

Presencia policial

Para ello, 2.500 efectivos de la fuerzas de seguridad y de servicios de emergencia trabajarán este sábado para que la final pueda transcurrir sin incidentes. 1.600 policías nacionales, además de 900 municipales, estarán acompañados por miembros del Samur, bomberos y Cruz Roja para intervenir en posibles incidentes.

Los camiones de más de 3.500 kilos u otros vehículos pesados no podrán circular por la zona del estadio Vicente Calderón desde las dos de la tarde del sábado hasta la madrugada del domingo y se recomienda a los aficionados llegar con tiempo a las Fan Zone --en el Matadero, la del Barcelona, y en el parque de la Cuña Verde, la del Alavés-- además de la obligación de llevar un documento de identidad para acceder al estadio ya que las entradas son nominales.

La policía tampoco permitirá la entrada de mochilas o bolsos de dimensiones superiores a 25x25x25 centímetros, y se prohíbe la exhibición de pancartas o símbolos que inciten a la violencia.

Los aficionados buscan venganza

Pese a las medidas tomadas, otra de las grandes amenazas es la rivalidad manifiesta entre ambas aficiones. Los ultras del Barça amenazaron a través de redes sociales a los hinchas del Alavés después de que la tarde del 11 de febrero aficionados vascos tendieran una emboscada a algunos aficionados culés en el partido de La Liga que se disputó en Mendizorroza.

Por aquel entonces, ya se conocían los dos finalistas a la Copa del Rey y los hinchas culés reclamaron venganza en la ciudad madrileña cuando ambas aficiones volvieran a encontrarse. Los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional han trabajado en común para poner coto y tener localizados en todo momento a los seguidores más radicales de ambos equipos.

Con estas amenazas y con una red de seguridad extensa, Madrid quiere tener controlado todo tipo de situación que se pueda dar para poder disfrutar de una tarde de fútbol, en el último partido oficial del Vicente Calderón.