Tres años llevaban separados Paula Echevarría y David Bustamante cuando se empezó a destapar el pastel la semana pasada. Hacía un mes que no compartían imágenes conjuntas en las redes sociales, sospechosa actitud en una pareja en apariencia más pegajosa que la formada por Risto Mejide y Laura Escanes. Paula y David llevan vidas separadas porque tienen estilos de vida incompatibles y demás eufemismos propios de la gazmoñería sentimental que tanto daño ha hecho, hace y hará. Sin embargo, Echevarría y Bustamante eran una caja registradora sustentada en el mito de la felicidad conyugal. Nada que objetar. Enhorabuena por haber logrado despistar a la prensa durante tres años.
Parejas only business las hay a capazos y por razones no necesariamente relacionadas con la intimidad sexual. Justin Timberlake y Britney Spears fueron novios bajo sospecha por razones comerciales. La insidia también sombrea la trayectoria sentimental de Penélope Cruz, que tuvo un romance con Tom Cruise. Claudia Schiffer salió con el mago David Copperfield y los periodistas Chelo García-Cortés y José Manuel Parada fueron novios de 1974 a 1984. En la actualidad, ella está felizmente casada con su señora y él, cumbre de la televisión española, trabaja en la cadena de los obispos. El mítico Parada fue el introductor en España del músico argentino Pablo Sebastian, sin acento, más conocido como "El pianista de Parada" en el inenarrable Cine de barrio de RTVE. El productor, director y presentador fue despedido del ente público por la emisión de un vídeo de Marujita Díaz en pelota picada allá por 2003.
De vuelta del Pleistoceno, la parejas reales suelen ser las que más se acogen a la bandera de conveniencia. El caso de Doña Sofía y el Rey emérito, término que va a acabar de sinónimo de desnudo, no es ni mucho menos el único. El príncipe Charles y la infortunada Lady Di, Kennedy y Jacqueline, el gremio de las folclóricas y el de los actores de Hollywood desde los tiempos de Rodolfo Valentino y Greta Garbo. Ahora se llevan los pantalones rotos, pero hay cosas que no cambian nunca.
Por otra parte, la prensa mundial se hace eco del nombramiento de la alcaldesa de Gibraltar, encarnada en la estilizada figura la joven de treinta años Kaiane López Aldorino. A estas alturas, de López Aldorino sólo se sabe que fue Miss Mundo en 2009, notoria circunstancia de la que para rijoso deleite hay abundante constancia gráfica. Se desconocen los méritos políticos que adornan a la señora López Aldorino, pero la operación de imagen británica es descomunal en un momento de máxima tensión diplomática con el Reino de España.
Entre López Aldorino y el alcalde de Cádiz, José María González Santos, alias Kichi, no se interpone una verja sino el abismo que separa a la Sirenita del Capitán Garfio. Tampoco hay color entre el efervescente ministro de Exteriores Boris Johnson y Alfonso Dastis. Lo raro es que el minister Romeva todavía no haya gestionado una cumbre Aldorino-Puigdemont.