Adiós a la 'Pensión Pepe'. La burbuja turística de Barcelona está acabando con los hostales baratos de la ciudad. Muchos de ellos, como la pensión Tarrasón del Raval, se convertirán en establecimientos para turistas. La tendencia del mercado se ceba con los barceloneses más vulnerables: los 1.000 sintecho, que se quedan sin lugar donde dormir.
"Las pensiones asequibles eran un recurso para la gente sin hogar de Barcelona. Un recurso caro, pero una solución de emergencia al fin y al cabo. Ahora se están transformando en hoteles. Personas a las que atendemos se quedan sin poder pasar la noche bajo un techo".
La alerta la lanza alguien que conoce el problema. Ferran Busquets (foto superior) es director de Arrels Fundació, una entidad que cuida a unas 200 personas sin hogar cada noche. "Los hostales baratos permitían a estas personas pasar una noche calientes, con acceso a ducha y calefacción", agrega.
Cambio de rostro
La pensión Tarrasón se encuentra a escasos metros de la Rambla del Raval. El establecimiento cerrará a finales de mes y reabrirá en 2018 como un hotel de tres estrellas. Los trabajos en el edificio serán "muy complejos, adecentarán el inmueble de arriba a abajo", explican fuentes cercanas a la propiedad.
Los dueños de la hospedería, que también operan el hotel Roma Reial, ganarán en posicionamiento de mercado, pero perderán unos clientes muy necesitados.
"Hablando en general, en las pensiones cambia el público y sube el precio. Si antes podías dormir por 25 euros la noche, ahora la tarifa será mucho mayor. Las personas que duermen en la calle quedan excluidas", avisa Busquets.
Tendencia
El lavado de cara de Tarrasón es uno de los cambios que está experimentando la planta hotelera de Barcelona. Los críticos con la saturación turística culpan al exceso de demanda. Los adversarios del gobierno municipal de BComú y PSC apuntan a la moratoria de nuevas licencias, levantada en julio de 2015.
Ajena al debate político, Arrels continúa haciendo su labor de forma callada y eficaz. Pero envía un mensaje.
"El problema de los sintecho es una cuestión de vivienda. Si alguna gente cediera sus pisos a fundaciones como Arrels --algunos ya lo hacen-- por alquileres asequibles, se podría realojar a la gente que duerme en parques y cajeros automáticos. Pero algunos prefieren alquilarlos a turistas y sacar rendimiento", lamenta Busquets.
Mil personas sin hogar
De hecho, Arrels ya se nutre de una bolsa de pisos alquilados a rentas amables cedidos por personas altruistas. En ellos, una veintena por toda la ciudad, duermen barceloneses que han perdido su vivienda por las "mil razones que conducen a esta situación", alerta el activista.
Así, a las puertas del crudo invierno, ¿la solución a los sintecho es política o ciudadana? "Ciudadana. Si la gente no se implica, no se podrá acabar con el problema. Arrels vive en un 66% de donaciones privadas. Y no sólo monetarias. Nos ceden comida, locales, viviendas. La Administración es un gigante que avanza muy lento. Las oenegé somos mucho más flexibles", defiende Busquets.
Contener la pobreza
Según la asociación, realojar a las personas que duermen al raso es el primer gran paso para acabar con la pobreza. "Los sintecho son la parte más visible de la miseria. El problema habitacional es el último escalón de la necesidad. Si lo solucionamos, empezamos a contener la pobreza en todas sus facetas: energética, alimentaria o infantil".
Arrels contó en mayo a un millar de personas que duermen en la calle. Con un presupuesto de poco más de tres millones de euros, el año pasado atendió a 1.798 vecinos.
No obstante, el músculo asistencial se queda corto. "No llegamos a todo el mundo. Y la tendencia general es a un aumento de la gente que acaba en la calle. Un día tienes un techo, y al siguiente, por la razón que fuera, tienes que buscar dónde dormir", apostilla Busquets.