Operación palanca. Este es el diseño urdido por el clan Ruiz-Mateos y reconocida expresamente por el propio abogado de la empresa familiar Nueva Rumasa, Joaquín Yvancos.
En primer lugar, montaban despachos profesionales en las ciudades elegidas para ejecutar el plan. A continuación, difundían mensajes publicitarios en los que, bajo el nombre de la controvertida Nueva Rumasa o simplemente con el apellido Ruiz-Mateos como aval, los hijos del magnate se avenían a comprar alegremente las participaciones minoritarias de inversores o empresarios que tenían urgencia por vender.
Comprar sin dinero
Establecido el contacto, el comprador formalizaba un documento de compra y venta de las acciones por el precio pactado con el vendedor. Nunca había discusiones: los Ruiz-Mateos pagaban el coste que el vendedor fijaba. Pero no se materializaba el pago, sino que se oficializaba en un documento que el vendedor, preceptivamente, tenía que presentar ante el socio mayoritario de la empresa. Éste, según estipula la ley que regula las sociedades limitadas, podía ejercer el llamado “derecho preferente de adquisición”, lo que se podría asimilar con el derecho de tanteo.
Según lo previsto en la estrategia de los estafadores, los socios mayoritarios tenían entonces un par de opciones: igualar o mejorar la oferta, o dejar que los Ruiz-Mateos pasaran a formar parte del consejo accionarial de su empresa.
O pagas, o pagas…
La primera opción les permitía quedarse ellos con el paquete accionarial que estaba a la venta. Los Ruiz-Mateos, para ese supuesto, ya habían acordado con el accionista minoritario el cobro de una comisión del 10% del montante de la operación. La estafa consistía en este supuesto en que el accionista mayoritario, de alguna forma, se veía forzado a comprar unas acciones que no estaban presupuestadas ni tenía voluntad ni previsión de adquirir. En caso contrario --si no las compraba--, ¿qué sucedería? Si el mayoritario no ejercía el derecho preferente de adquisición tenía que asumir el hecho de que los Ruiz-Mateos, clan desprestigiado en todos los círculos económicos y financieros del país, entrara en el consejo accionarial de su compañía.
Dinero contra los Ruíz-Mateos
Esa posibilidad les empujaba a comprar las acciones en la mayoría de casos y evitar, así, la mala imagen y las previsibles complicaciones cotidianas que supondría tener a los hijos de Rumasa en sus juntas de accionistas.
Muchos accionistas minoritarios entraron en el juego siendo cómplices del clan Ruiz-Mateos, a través de esta estratagema que nació con el patriarca en vida pero que continua vigente tras su fallecimiento.