Los habitantes de Barcelona son buenos anfitriones. Reciben a los extranjeros con los brazos abiertos; les enseñan los edificios, museos y parques más emblemáticos de la ciudad; les llevan a los mejores bares, restaurantes y discotecas y no permiten que nada les falte a sus amigos recién llegados.
Sin embargo, la situación cambia cuando los turistas dejan de serlo y se convierten en nuevos vecinos tras decidir asentarse y vivir, al menos una temporada, en la capital catalana. Es entonces cuando el carácter de los catalanes se agria y dejan de parecer tan encantadores a ojos de los extranjeros.
Acogida excelente
Así se desprende del informe que presenta la empresa Ok Apartamentos Barcelona, una compañía que gestiona alojamientos por meses y cuyo target son los extranjeros que viven en la Ciudad Condal. Se trata del primer estudio de opinión de estas características que cuenta con una muestra de 850 personas de 26 nacionalidades distintas.
Cuatro de cada cinco encuestados --un 79% en total-- consideran que la acogida en Barcelona es excelente, buena o satisfactoria. Encabezan el ranking los extranjeros de nacionalidad rusa, seguidos de los polacos, franceses, alemanes, italianos, suecos y argentinos. Un 26%, en cambio, critican el carácter de los barceloneses.
Demasiado turismo
Respecto a otros ámbitos, lo que más les gusta de la capital catalana es la calidad de vida --70%--, el clima --67%--, la cultura --43%--, el mar --42%--, el ocio nocturno --17%-- y la oferta gastronómica. Opinan que Gràcia, Poblenou y Sarrià-Sant Gervasi son los mejores barrios donde vivir y consideran que Sant Jordi es la mejor tradición catalana, por delante de los castellers, el correfoc y la Diada del 11 de septiembre.
Por el contrario, lo que menos gusta de los vecinos es el turismo masivo de la ciudad --34%--, el carácter de los catalanes --26%--, la contaminación --19%-- y la economía --16%--. La inseguridad ciudadana o la situación de Cataluña respecto a España los consideran problemas minoritarios.