Utilizan la nueva droga burundanga también para desvalijar pisos
La sustancia que anula la voluntad y que ha sido usada para agresiones sexuales, empieza a aparecer en el trasfondo de robos en viviendas
19 octubre, 2016 00:00Un caso en fase de investigación judicial en Ibiza. Otro, en Mallorca. Un tercero, en periodo de indagación policial por parte de la Guardia Civil en Castellón. Se trata de tres robos en el interior de domicilios habitados. En todos ellos, la sombra de la burundanga sobrevuela lo acaecido.
Las tres víctimas son hombres y los tres sólo recuerdan que conocieron a otras tantas mujeres en la sala de fiestas, bar o discoteca donde se encontraban la noche anterior al robo. No se acuerdan de nada más entre entonces y el momento en que despertaron al día siguiente y comprobaron que habían desvalijado sus casas. En los tres casos (cuyos autores no tienen porqué coincidir), ninguna de las puertas o ventanas de las viviendas fueron forzadas. Tres robos limpios y desconcertantes.
Voluntad anulada
Fuentes próximas a las defensas jurídicas de dos de las tres víctimas con las que ha contactado este medio sitúan la escopolamina (nombre científico de la llamada burundanga) como la herramienta que los ladrones usaron para dejar sin voluntad a sus víctimas, a las que animaron a acompañar a casa con el fin de robarles. Fuentes judiciales no lo tienen tan claro, por lo que han solicitado a los distintos grupos antidrogas, tanto de Cuerpo Nacional de Policía, en el caso de Baleares, como de la Guardia Civil, en Levante, una exhaustiva investigación.
Hasta el momento, se relacionaba el uso de esta sustancia con casos de agresiones sexuales o, en menor medida, con robos a ancianos cuando recogían su pensión del banco. La policía reconoce que hay un aumento de denuncias de robos (en domicilios y en cajeros automáticos) cuyas víctimas presentan un “cuadro argumental compatible con quien ha sido víctima de esta sustancia”.
Burundanga no es ficción
Escopolamina es una “droga de sumisión” que anula la voluntad de las víctimas, a las que convierte poco menos que en marionetas a disposición de terceras personas. Aunque algunos facultativos dudan de los efectos de esta sustancia, desde el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF) se mantiene que la burundanga no es una ficción. “Existe en nuestras calles y, aunque es difícil de demostrar y no existen estadísticas al respecto, algunos casos no dejan margen de duda”, señalan.
Resulta difícil demostrar que alguien ha sido víctima de esta droga, también conocida como “el aliento del diablo”, porque se metaboliza a las pocas horas de haber sido suministrada y apenas deja rastro en las analíticas a las que se someten los denunciantes.
Tanto en caso de agresiones sexuales como de robos, los autores vierten una dosis de esta sustancia en una de las bebidas de la víctima o, simplemente, soplan el polvo de la escopolamina para que ellas lo inhalen. En pocos minutos, están a su merced.
Verdad o coartada
Fuentes del Plan Nacional sobre Drogas reconocen que Naciones Unidas debería replantearse la incorporación de esta sustancia (que se obtiene de plantas que abundan en el Mediterráneo español) en la lista de las consideradas “drogas peligrosas”.
Las fuente policiales en Cataluña dicen no disponer de datos concluyentes sobre el uso de esta droga y sugieren que, en ocasiones, alguien podría utilizar esa coartada para fingir agresiones o robos de los que en realidad no ha sido víctima.