Se llama Tarek Domínguez Mohamed y está imputado por el juez instructor número 1 de Barcelona, Joaquín Aguirre, como miembro de una trama de narcotráfico investigada en el marco de la llamada Operación Macedonia, una embarullada investigación judicial abierta hace ya más de siete años y que ahora el magistrado, que mantiene una pieza secreta, acaba de declarar compleja.
Domínguez es (o era) para la Policía un conocido traficante de hachís. El 12 de enero de 2014, el ahora desaparecido salió de su casa “para comprar churros para el desayuno”, según relató su madre en la denuncia policial. Ni ella ni su novia ni nadie de su entorno han vuelto a saber nada más de él.
Vivo o muerto
Desde un primer momento, el grupo de desaparecidos de los Mossos informó al juez instructor número 17 de Barcelona -en quien recayó la denuncia- de que aquella no había sido una “desaparición voluntaria”. Sobre esa tesis, los investigadores acumularon toda una serie de pruebas e indicios que situaban a Tarek Domínguez como víctima de un asesinato por un ajuste de cuentas relacionado con disputas entre clanes dedicados al narcotráfico. Ese magistrado inició, pues, una investigación que declaró secreta.
Por su parte, Aguirre, que había imputado e interrogado a Tarek, puso a trabajar en el asunto a la Policía Nacional (CNP). Así, dos jueces y dos cuerpos policiales investigaron lo mismo durante unos meses. Lo curioso del caso es que la Policía Nacional, contrariamente al criterio de los Mossos, albergó la convicción de que Tarek estaba vivo, que había huido a Londres –tal y como reiteraba en sus informes-, y que lo hizo para eludir sus responsabilidades judiciales por el caso Macedonia.
El CNP rectifica
El fiscal del juzgado 17 se puso del lado de la Policía Nacional y sembró dudas sobre los argumentos de los Mossos. Esas dudas llevaron a la Justicia a dictar orden internacional de búsqueda y captura contra Domínguez. Sin embargo, han ido transcurriendo los meses y, poco antes del verano, la Policía Nacional dio un paso atrás en relación con sus informes preliminares. Si bien era cierto, como argumentaba el CNP, que tras su desaparición, alguien había usado la identidad de Tarek Domínguez en Londres y que su novia se había trasladado a esa ciudad, la misma Policía reconoció, interpelada por los Mossos, que no se puede acreditar que la persona, que según la embajada española se alojó en determinados hoteles de la capital británica bajo el nombre de Domínguez, fuese, efectivamente, él.
Muerto asesinado
Por su parte, los Mossos insisten en su teoría y han logrado poner nombre y apellidos a los ejecutores del asesinato. Han identificado al autor intelectual y a los sicarios que habrían matado a Tarek. Así lo recogen en un informe datado el pasado abril y que se ha convertido en una verdadera patata caliente sobre la mesa de dos jueces y un fiscal.
Ahora, el Ministerio Público sí considera verosímil la explicación de los Mossos, pero dice que necesita aún más pruebas. Por ello, ha pedido al juez que reitere a Europol una investigación certera sobre si Tarek Domínguez estuvo o no en la capital británica tras su desaparición.
Acusar a un muerto
Los Mossos insisten en que Tarek está muerto y aportan detalles casi escabrosos del asesinato. Fuentes de la investigación policial han señalado a Crónica Global que el nombre de Tarek Domínguez empezó a sonar en los círculos del hampa de Barcelona desde el momento en que trascendió que estaba imputado por Aguirre en la Operación Macedonia y desde que se barajó que se habría prestado a colaborar con el juez.
Aguirre, apremiado por la Audiencia de Barcelona que le exige que ponga fin de una vez a una investigación enfangada desde hace siete años, acaba de dictar un auto en el que le confiere al fiscal 10 días para que califique una de las iniciales piezas de la Operación Macedonia. Se trata de la venta de un kilo de cocaína camuflado entre 40 kilos de azúcar, por la que el juez ha imputado a diversos narcotraficantes, entre ellos a Domínguez, hecho que deja por sobre entendido que está vivo.