Cuando un interno recibe la visita de un amigo, familiar o cualquier persona con la que tiene una relación de cercanía, o cuando regresa a su celda tras un vis a vis, en ocasiones intenta colar en el interior del centro penitenciario droga o algún objeto prohibido. Y, cuando lo hace, se introduce cualquiera de estos elementos en las cavidades corporales.
Tras detectar las intenciones de los presos, los funcionarios penitenciarios les ofrecen que, de forma voluntaria, se realicen una placa radiológica para comprobarlo y, si éstos se niegan, ejecutan la acción previa autorización judicial. Si la sospecha es cierta y llevan droga u otros materiales no permitidos, se les traslada a la celda de observación permanente.
Son unas zonas en las que el reo está continuamente bajo vigilancia de los funcionarios, que esperan el momento en el que defeque y, por tanto, expulse lo que quiera que se haya introducido en el cuerpo. Y llega, entonces, el problema. “Se necesitan unos protocolos definidos porque el actual es ambiguo y lo deja todo muy abierto”, explica a Crónica Global Francesc López, coordinador de la Agrupación de los Cuerpos de Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP).
Métodos inadecuados
Con el protocolo actual, el funcionario de prisiones sabe con certeza poco más que cada cuándo tiene que ir el compañero a relevarlo. Desconoce aspectos tan básicos como si tiene que haber un mando junto a él, sobre todo en el momento en el que el reo expulsa la droga o el objeto no permitido. “Aparte de que es una situación violenta y humillante tanto para el preso como para el funcionario, son cosas que después acaban en el juzgado”, dice López.
Añade que el sistema de recogida de las sustancias expulsadas no es el más adecuado, de modo especial en algunas cárceles como la Modelo, donde no se dispone de la instalación de otros centros: una rejilla en la que cae el producto y, tras limpiar la zona con una manguera, los funcionarios recogen la sorpresa.
Opacidad
El portavoz de ACAIP recuerda que los funcionarios de prisiones ofrecen un servicio público, algo que según él no siempre se tiene en cuenta. “En las prisiones no pasa nada que no pueda contarse. No es agradable lo que pasa, pero se puede contar”, dice tras denunciar que hay opacidad en el sector carcelario.
Como ejemplo, la negativa del director general de Servicios Penitenciarios, Amand Calderó, a que López acompañara en una visita guiada a la Modelo a la diputada del PP Esperanza García. “Pedí visita con ella al centro y, un día antes, me denegaron que pudiera acompañarla. Solo recibió las explicaciones del director y tuve que reunirme con ella antes de la visita para advertirle de que se fijara en según qué aspectos que yo quería enseñarle”.
López critica que los trabajadores de los centros penitenciarios no puedan disponer de herramientas que considera básicas, como es la formación a todos los funcionarios por si se produce un proceso de radicalización yihadista en las cárceles catalanas.