¿Qué ofrecen las terrazas de Barcelona?
Los restauradores critican la revisión de la ordenanza, pero la calidad de su servicio y sus productos y la relación con el precio están en entredicho
22 agosto, 2016 22:30Paella, tapas, sangría y cerveza. Estos son los clásicos que los turistas buscan comer en las terrazas de los restaurantes de Barcelona todos los veranos; y esto es lo que se les ofrece. La alcaldesa de la capital catalana, Ada Colau (BComú), ha tenido que gestionar la modificación de la ordenanza que regula las terrazas de los bares y restaurantes barceloneses aprobada por el anterior ejecutivo municipal, encabezado por Xavier Trias (CiU).
Ésta reduce los espacios del que pueden disponer los restauradores para colocar sus mesas en la vía pública, hecho que supone la reducción de las sillas disponibles actualmente. Es por esto que el gobierno municipal de Colau ha accedido a revisar algunos puntos e introducir cambios para paliar el efecto de la ordenanza revisada por Trias.
Y es que muchos restaurantes viven de ellas. Hasta el 40% de los ingresos anuales provienen de los clientes que prefieren tomar algo al aire libre, en algunos casos. Pero, ¿qué ofrecen realmente estas terrazas?
Paella para uno
La Sagrada Familia, la playa de la Barceloneta y la Rambla son tres de los enclaves turísticos por excelencia de Barcelona. La oferta de las terrazas de allí dista de la de otros puntos de la ciudad, más dirigidos a locales. Precios hinchados, comida precocinada y una oferta variada que engloba desde platos típicos hasta pizza, pasta, platos combinados e incluso churros para llevar. Éstas son, a grandes rasgos, las características comunes de las terrazas más turísticas, aunque no todas las siguen.
Los restaurantes de la zona de la Sagrada Familia son los que más se ajustan a esta descripción. Los locales están llenos de carteles que anuncian platos precocinados, de marcas como Paellador, Cruji Coques o Pastaghetti. 25,60 euros es lo que cuesta comer una paella –para uno –, pan con tomate –servido sin previo aviso –, una caña y unas trufas de postre con vistas al templo de Gaudí.
Barullo continuo
El panorama en la Rambla es casi igual. Aunque las marcas de los platos precocinados no aparecen por ningún sitio, la calidad de la comida es muy similar. La innovación en aquella zona es la oferta de menús que incluyen tapas, paella y bebida. Por un módico precio de 19,50 euros, uno puede comer tres calamares a la romana, una paella, una caña y una crema catalana de cinco euros.
Pero algo más tienen en común ambas zonas. Los coches pasan a escasos centímetros de la terraza, solo separados por una mampara o una jardinera. Y este no es el único ruido que se escucha. Grupos de turistas encabezados por un guía, viajes de estudios y visitas del Imserso no paran de pasar mientras observan. Y cuando invaden la calzada absortos en la Sagrada Familia, los coches pitan para llamarles la atención.
La calidad sube en la playa
La Barceloneta es otra historia. El espacio es mayor, ya que las terrazas se sitúan en el Paseo Marítimo. Las mesas no están tan pegadas las unas de las otras, los viandantes caminan a varios metros de distancia y no pasan coches. Las mesas están igual de llenas, pero entre los clientes se pueden encontrar algunos barceloneses, cosa casi inimaginable tanto en Sagrada Familia como en la Rambla.
Los precios en la playa no son bajos, pero la calidad es más alta. El Paellador prácticamente no se deja ver en ningún cartel. Una comida de tapas para dos personas está alrededor de los 30 euros.
Unas 10.500 sillas que incumplen la normativa se perderían en toda la ciudad de aplicarse la ordenanza de Trias, cifra que supone el 12% del total. Pero la guerra de las terrazas incluye otros factores a tener en cuenta, sobre todo en las zonas más turísticas. Uno de ellos es la relación entre calidad y precio de su oferta, en general dirigida exclusivamente a turistas.