Son un emblema de la ciudad y han llegado a su límite de aguante. Las estatuas humanas de Las Ramblas de Barcelona se han afiliado a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) para contar con la ayuda de abogados ante la lucha contra lo que califican de "censura” por parte del equipo municipal de Ada Colau.
La nueva normativa que regula los criterios de ordenación y ocupación para formar parte de las estatuas humanas no convence a sus protagonistas. Menos aún, cuando Barcelona en Comú les había prometido sacarles de la situación de fragilidad en la que se encuentra el colectivo.
Compromiso de Barcelona en Comú
“Cuando Ada Colau ganó, le entregamos un documento donde le explicábamos la precariedad laboral que vivimos los artistas de calle. Se hizo la foto con nosotros y nunca nos llamó”, explica a Crónica Global Walter, presidente de la Asociación República de las Estatuas Humanas de Las Ramblas de Barcelona.
Posteriormente, en una protesta en la que defendían el derecho al espacio público, la concejal del distrito de Ciutat Vella, Gala Pin, se acercó a ellos, les prometió apoyo del partido y les animó a que participaran en la asamblea de barrio de Barcelona en Comú.
“Se la veía humilde”, explica Walter. “Dicen que viene de los okupas”. Pero en aquella asamblea no fueron bienvenidos. Entraron a formar parte del eje de cultura del grupo de Colau para trabajar en la nueva normativa, hasta que la aprobaron sin tenerles en cuenta, según afirma.
Licencia de vendedor ambulante
Walter lleva 5 años dándole vida a Don Quijote y su caballo Rocinante frente al Museo de Cera de Barcelona. Critica que ahora tiene que trabajar con una licencia de vendedor ambulante y no artística, lo que implica que, al considerarse del sector del comercio, tenga que pagar la cuota de autónomo a la Seguridad Social. “Nosotros donamos nuestro arte en la calle. No exigimos nada”.
Tiene que turnarse el mismo espacio --de un metro cuadrado-- con otras estatuas en días pares o impares y horarios de mañana o tarde, y su vestuario y maquillaje ha de ser de fabricación propia. Si su traje lleva algún elemento complementario, como es su caso, no debe sobrepasar el límite de la superficie permitida, o será multado.
Restricciones
No puede colocar monedas en el bote donde depositar el dinero; ni utilizar música o cualquier tipo de ruido para atraer a los turistas; ni comer en el espacio asignado para ejercer de estatua. “Barcelona en Comú venía con un monólogo propagandístico”, lamenta. “Nadie entiende nada. Es un desconcierto total”.
Las estatuas aplauden que haya una normativa para regular el espacio, pero necesitan que alguien controle la situación. “Nos han apartado a la zona inhóspita de Santa Mónica donde caben solo cinco estatuas y nos colocan a 15”, lamenta Walter. La Guardia Urbana quiso multarle tras medir su espada de Don Quijote. “Al final, los propios agentes se reían”.