Escogen mesa, piden una caña fresca y, mientras se la toman, llevan a cabo lo más parecido a una reunión laboral. Algunas terrazas de los bares del Raval se han convertido en el punto de encuentro donde carteristas y proxenetas hacen sus briefings.
Los carteristas se reparten allí sus ganancias: el dinero robado durante el día, algún que otro móvil de última generación y cualquiera de las pertenencias ajenas que hayan caído en sus manos.
Reparto de zonas para robar
El líder del grupo de cacos, además, se encarga de reunir a diario a todos sus súbditos en las terrazas de los bares --situados frente a la Filmoteca de Cataluña-- y repartir las zonas donde cometer los robos, hurtos o tirones, especialmente en el metro.
“Desde ahí les dice ‘Tú hoy robas en la línea cinco del metro, tú en la dos”, explican a Crónica Global fuentes policiales, y así distribuye las jornadas de sus subordinados mientras espera, consumiendo, que vuelvan con el trabajo hecho.
Puestos de control de prostitutas
En las mismas mesas, o en las de al lado, se sientan los proxenetas que controlan desde allí a las prostitutas a las que obligan a intercambiar sexo por dinero.
Vigilan que ninguna de las chicas se mueva de su sitio --poco más de un metro cuadrado para cada una de ellas--, controlan las veces que entran a las porterías donde se encuentran los meublés con algún cliente y cuánto tiempo pasan con él.
Presión policial
Las mismas fuentes aseguran que, hace dos años, la Guardia Urbana de Barcelona detectó que ambos colectivos dominaban los mismos bares y presionó mediante la identificación continua de ambos colectivos, conocidos por los agentes por sus numerosos antecedentes.
Entonces lograron el cierre de aquellas terrazas. Hasta ahora, que vuelven a ser el punto de encuentro para los briefings de los ladrones y puestos de controles para los proxenetas.