Coincidiendo esta semana con la celebración del Congreso Mundial del sida, la revista The Lancet ha sacado un especial sobre el papel de los trabajadores del sexo en la enfermedad. Los expertos consideran que sin prestar atención a sus necesidades sanitarias, nunca será posible acabar con la epidemia.
Las personas que venden sexo en el mundo son sometidas con frecuencia a una legislación represiva y a diversas violaciones de sus derechos humanos, incluida la violencia y la discriminación.
Tal y como concluye una serie de estudios publicados en una edición especial de la revista The Lancet, todos estos factores impiden que los trabajadores sexuales tengan acceso a los servicios necesarios para prevenir y tratar la infección por VIH de manera efectiva.
La serie, que proporciona el análisis más completo hasta la fecha de los trabajadores del sexo y VIH, será presentada en AIDS 2014, la 20ª Conferencia Internacional de la Sociedad Internacional del sida (IAS), celebrada en Melbourne, Australia, del 20 al 25 julio.
Según las investigaciones, este colectivo se enfrenta a un riesgo desproporcionado de VIH. De hecho, en los países de ingresos bajos y medios, las mujeres trabajadoras del sexo tienen 13,5 veces más probabilidades de contraer el virus que las mujeres de la población general.
Sin embargo, aunque muchas estrategias de prevención y tratamiento del VIH –incluyendo el acceso gratuito o financiado a los preservativos y a la terapia antirretroviral (ART) después de la infección– son probadas en las personas que venden sexo, el acceso es insuficiente o totalmente ausente para muchos de estos trabajadores.
Tal y como exponen los autores, al tiempo que mejora el acceso a los ART, los preservativos y lubricantes para los trabajadores del sexo deben ser una prioridad urgente para las autoridades sanitarias en todo el mundo.
Además, los ambientes legales, sociales y políticos en los que las personas que venden sexo viven y trabajan tienen un enorme efecto sobre el riesgo del VIH, así como sobre la salud general, la seguridad, y el bienestar.
Para Chris Beyrer, director del Centro Johns Hopkins para la Salud y Derechos Humanos Públicas de EE UU y coordinador del número especial, "los esfuerzos para mejorar la prevención y el tratamiento del VIH en las personas que venden sexo ya no pueden ser vistos como simbólicos en la consecución del control de la pandemia. Tenemos que hacerlo mejor, y podemos".
El trabajo revela que solo un enfoque centrado en proveer una mayor cobertura de las intervenciones biomédicas no será suficiente. "El control global de la pandemia del VIH no se logrará si estos factores siguen poco reconocidos por los responsables políticos nacionales y mundiales", indica.
Menos violencia, menos VIH
Otro de los estudios publicado en el especial muestra que la reducción de la violencia sexual podría disminuir las tasas de infección de VIH en aproximadamente una quinta parte –tanto en entornos de altos y bajos ingresos–, y mejorar el acceso a la ART podría prevenir alrededor de un tercio de las infecciones en entornos empobrecidos.
No obstante, la investigación apunta que es la despenalización del trabajo sexual –cuyo objetivo es defender los derechos humanos y su salud y seguridad; diferente a su legalización– la que tendría el mayor efecto en la epidemia del VIH en todos los entornos estudiados, y podría evitar, al menos, un tercio de las infecciones entre los trabajadores sexuales y sus clientes en la próxima década.
La razón se encuentra detrás de la influencia positiva, inmediata y sostenida de esta despenalización en la violencia y en los ambientes de trabajo más seguros.
"Aunque los gobiernos y las autoridades estatales, sobre todo la policía, tienen un papel crucial en ayudar a defender los derechos humanos y establecer entornos que apoyen los objetivos de salud pública de la seguridad y la reducción de riesgo de VIH, a menudo son impedimentos para la protección", sostienen los expertos.
La importancia de la despenalización
El trabajo contiene testimonios de profesionales del sexo de Canadá, India y Kenia que reportan haber sido arrestados por posesión de condones, que sus condones fueron confiscados o fueron objeto de violencia física o sexual por parte de las autoridades estatales.
El análisis de la importancia de la despenalización del trabajo sexual en los derechos humanos de las trabajadoras sexuales sugiere que los compromisos globales para lograr una generación libre de sida no serán posibles a menos que dichos derechos reciban un reconocimiento mundial.
Los autores revisaron más de 800 estudios recientes que abordan violaciones de derechos humanos contra los trabajadores sexuales, VIH, ley y políticas, para concluir que la penalización del trabajo sexual fomenta violaciones de estos compromisos y aumenta la susceptibilidad al VIH, en particular reduciendo el acceso a la prevención, tratamiento y atención de los profesionales del sexo.
Por otra parte, la revisión encuentra que la penalización parcial, y otras penalizaciones de clientes y terceros (conocido como el ‘enfoque sueco’) reproduce muchos de los mismos efectos nocivos de la penalización total.
"El empoderamiento de la comunidad trabajadora del sexo permitiría la organización, el apoyo social y la apropiación de estrategias de prevención del VIH, lo que supondría una manera eficaz para mejorar la prevención y tratamiento del VIH en trabajadoras sexuales", sostienen.
Proyectos pioneros en la India y en otros lugares han demostrado que cuando los trabajadores del sexo son capaces de organizarse y apoyarse mutuamente, los resultados en la prevención y tratamiento del VIH –por no hablar de los resultados en la seguridad y el bienestar– mejoran dramáticamente.
Pero en muchas regiones, la mayoría de los trabajadores del sexo no tiene los medios para lograr este tipo de empoderamiento, obstaculizado por la criminalización, el estigma y la falta de reconocimiento de sus derechos humanos.
Problemas específicos de trabajadores masculinos y transexuales
Mientras que los trabajadores sexuales masculinos y transexuales se enfrentan a muchas de las mismas vulnerabilidades y los riesgos de las trabajadoras del sexo –como la violencia o la falta de acceso a la atención sanitaria– también tienen características únicas, que deben ser entendidas por aquellos que implementan las estrategias de prevención del VIH.
Los riesgos a los que se enfrentan son complejos, pero la falta de investigación de calidad específica significa que existen lagunas importantes en la comprensión de cómo la epidemia del VIH les afecta, y continúan siendo desatendidos por la comunidad sanitaria mundial.
Los programas de prevención para profesionales del sexo en la actualidad ocupan una pequeña proporción de la financiación global para el VIH, a pesar de la carga desproporcionada de riesgo en este grupo.
Ninguna de las estrategias de próxima generación en la prevención –como la profilaxis preexposicional– se ha evaluado específicamente para los profesionales del sexo. Es más, para algunos grupos –trabajadoras sexuales transgénero en particular– la investigación específica a sus necesidades es casi nula.
"Esto debería ser una prioridad internacional urgente", afirman los autores, "y tendrá que estar respaldada por niveles adecuados de financiación de los programas internacionales y nacionales de salud".