Vida
La dieta Margallo: 15 kilos menos en cien días a base de agujas
Entre las variadas formas de hacer el ridículo en sede parlamentaria, la demagogia es una de las opciones habituales de nueve de cada diez políticos. El Parlamento autonómico catalán celebró ayer un pleno monográfico sobre la pobreza, que es como programar una aproximación a la conjetura de Poincaré en una clase de párvulos. En el mejor de los casos podría alegarse que los gobiernos no son los responsables de la pobreza, pero es falso. Se atiene más a la verdad que la política no puede hacer nada respecto a la pobreza.
Es demasiado pronto para escribir de pobres, desahuciados, gente tirada en los cajeros y niños con hambre. Uno de cada cuatro críos son pobres, advierten los estudios sociológicos. Malnutrición y piojos. Es de lo que hablaban nuestros mayores sobre la posguerra. Los diputados autonómicos catalanes se pusieron ayer a ello. Gran empeño, que no se diga. El presidente de la Generalidad, Artur Mas, recogió el guante. En El Punt Avui optan por resaltar que nuestro conducator carece de medios, que la culpa es de España. Claro. ¿De quién si no? "Sin herramientas", clama el Avui que está el Gobierno autonómico. El líder del PSC, Pere Navarro, alegó en la tribuna que la estelada es enorme, pero no tanto como para tapar la miseria. Duro argumento. Juegos florales. La situación política en Cataluña está en fase de encalmada. Suceden pocas cosas a la vista, lo que obliga a los partidos a mostrar el "hardware" ideológico, a moverse en el eje clásico de izquierdas y derechas, camisetas y corbatas. Combate nulo, juego de peones y lavados rápidos de conciencia.
En La Vanguardia, Josep Gisbert e Iñaki Ellakuría asumen la crónica parlamentaria:
"La agenda social y la agenda nacional del Gobierno [autonómico] no son diferentes, son la misma. De acuerdo con este principio, el presidente de la Generalidad, Artur Mas, vincula el debate sobre la pobreza al proceso catalán, con el argumento de que es justo la falta de instrumentos de autogobierno lo que dificulta la lucha contra las desigualdades sociales en Cataluña. Es la tesis que defendió ayer en el Parlamento [autonómico], en el debate monográfico sobre la pobreza convocado a petición del PSC, ICV-EUiA y la CUP, que, a pesar de las buenas palabras de todos y las demandas de unidad y de avances concretos en las políticas contra la pobreza formuladas por las entidades sociales, se convirtió en un nuevo ejercicio de disputa entre el Gobierno [autonómico] y la oposición".
Es el paroxismo de la política catalana, la ley del embudo. Todo acaba igual, que es lo que refleja la crónica del diario de Godó. "Estamos cargados de responsabilidades, pero despojados de instrumentos", sintetizó Artur Mas a modo de resumen de las dificultades con que topa la Generalidad para actuar en este terreno: la imposibilidad de recaudar los impuestos y de decidir sobre la tesorería, la imposibilidad de fijar los límites de déficit y la imposibilidad de legislar en temas básicos. Y lo ejemplificó: por un lado, "si el Gobierno español hubiese sido justo en el reparto del déficit, esta año a Cataluña le corresponderían 2.000 millones más", y, por otro, "tenemos noticia de que hasta el decreto para luchar contra la pobreza energética se nos quiere llevar al Tribunal Constitucional". Es por todo esto que "el proceso político catalán es necesario para poder decidir desde aquí y para hacer políticas sociales en mayúsculas", escriben Gisbert y Ellakuría.
Los impuestos. En el mismo periódico se abre la portada así: "Las autonomías se quedarán sin impuestos propios". ¡Glups! No afectaría a la Cataluña del Estado propio y tampoco está claro. Dentro, en la portadilla de Economía, la certidumbre de la primera página se convierte en una pretensión del Gobierno con matices. El texto se titula "Hacienda pretende suprimir todos los impuestos autonómicos". Firma Luis Izquierdo:
"El Gobierno tiene el propósito de suprimir todos los impuestos de raíz autonómica y de acabar con la capacidad de las comunidades para crear sus propios tributos. Así lo manifestó ayer a La Vanguardia el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, asumiendo uno de los criterios de armonización de los tributos autonómicos propuesto por el comité de expertos que fue adelantado ayer por este diario. El propio titular de Hacienda matizó que el propósito del departamento no debe leerse en ningún caso como una medida recentralizadora del Gobierno, sino como la necesidad de armonizar los impuestos para beneficiar la actividad de todas las empresas independientemente de su lugar de origen. (...) Aunque no hay cifras exactas, las mejores estimaciones, realizadas por el Consejo General de Economistas, apuntan que los ingresos procedentes de los 70 tributos autonómicos que existen en España oscilan entre los 1.800 y los 2.000 millones de euros anuales".
¿Así que dejaremos de pagar algunos impuestos? Ni de coña. "Para contrarrestar -afirma Izquierdo- esa pérdida de ingresos, el propósito de Hacienda es el de crear nuevos impuestos de carácter estatal para que cada comunidad pueda decidir si quiere o no aplicarlos y, en caso de que quiera, en qué proporción los grava cada una". Así que la pobreza en Cataluña es culpa del Estado, que, además, prepara un golpe de ídem fiscal. Para redondear este cuadro, El Periódico también opta por un tema propio, una exclusiva de contexto. Es el último informe del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación sobre el caso catalán. Una nueva pedrada en las closcas económicas del independentismo. Realismo sucio. Titula El Periódico con un entrecomillado: "La independencia recortaría el PIB de Cataluña un 20%". Es una frase literal del antedicho documento del ministro José Manuel García-Margallo, que según La Razón ha perdido quince kilos en cuatro meses y ha recurrido a la acupuntura para rebajar la ansiedad de comer menos. Es la dieta Margallo, la dieta milagro. Otro ministro, Gallardón decía en los pasillos del Congreso, según el Abc de ayer, que no veas lo que liga su colega desde que se embute en trajes Fred Astaire.
Tras el excursus, la sustancia, el documento. La noticia la firman Gemma Robles y Pilar Santos, desde Madrid. Y dice así:
"El Gobierno tiene sobre la mesa un nuevo informe para intentar aplacar las ansias independentistas de una parte de la ciudadanía catalana y, sobre todo, del empresariado. El ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha encargado un documento sobre las consecuencias que una hipotética secesión tendría para la economía, y entre los números desalentadores que aporta destaca un dato: si Cataluña fuera independiente, sería el 20% más pobre. Se alerta de que caerían las exportaciones a Europa y a España, disminuiría la inversión extranjera, descendería el turismo, aumentaría la fuga de cerebros... Margallo enviará el documento a las embajadas españolas de todo el mundo para dar argumentos a sus diplomáticos frente a aquellos que pregunten sobre la situación en Cataluña".
Santos y Robles añaden:
"El citado documento, titulado 'Consecuencias económicas de una hipotética independencia de Cataluña', dice basarse en información «objetiva, verosímil e imparcial» obtenida de «estudios realizados por expertos y bancos de inversión». Usa como fuentes datos de Hacienda, de los bancos de inversión UBS y Credit Suisse y del análisis del economista Mikel Buesa (ex presidente del Foro de Ermua, fundador de UPyD y ahora en Vox). Abunda en las nefastas consecuencias que la secesión tendría para la economía catalana. Margallo tendrá ocasión de referirse a ellas hoy en Barcelona, donde esta mañana inaugura la exposición '1986-2014. España en Europa' en la Casa Asia".
El Príncipe don Felipe y Mas también tienen agenda social. Mañana coinciden en Barcelona, según advierte La Razón preventivamente. Se trata de una entrega de premios de un foro de Microsoft. Dados los antecedentes, el episodio de la mano blanda y los discursos cruzados, el anuncio es importante. Escribe A. G. Mateache, que cita fuentes de la Zarzuela para afirmar: "Ante la ofensiva nacionalista del presidente de la Generalidad, la posición de la Corona es de 'integración y diálogo'". También sostiene que el Príncipe estuvo "cómodo" en su último viaje. En El Mundo y en el plano catalán, destaca la crónica de Daniel G. Sastre sobre el pleno de la pobreza, aliñada con la última partida en fastos identitarios. 426.000 euros destinados a una exposición sobre las trescientas últimas diadas. El celo de la Generalidad en alimentar la retórica soberanista es tan agotador como caro. La pobreza, en cambio, sólo es agotadora.
La mayoría de los políticos desprecia este tipo de combinaciones, salvo cuando se les ocurren a ellos. Tienen explicación para casi todo, hasta para el hecho de que el sustituto de Jaume Collboni en la bancada socialista sea un alcalde imputado como miembro del consejo de administración de la caja que le subió el sueldo a Todó. La virginidad política no existe.
En la prensa de Madrid, el proceso soberanista es el reparto de dípticos de la Assemblea Nacional Catalana a las puertas del Camp Nou. El movimiento flaquea y dilapida recursos en cantarles las bondades de la consulta a los hinchas del Manchester City. El frente internacional de Mas es como el último segundo del cerco a Stalingrado, una desbandada que sólo da para repartir propaganda a las puertas del "Estadi". Lo recoge La Razón.
Los diarios de la capital del Reino van del palo Maleni, la fianza que la juez Alaya, un jarrón de Sèvres, le ha impuesto a la ex ministra de Fomento. 29,5 millones porque la tiene por la facilitadora de los pufos de los ERE en Andalucía. El asunto había decaído desde cotas tan altas como la de un director general de empleo mandando a su chófer a por cocaína a las Tres Mil Viviendas (habrán visto el barrio en Callejeros). Es la portada de El Mundo y de El País. Magdalena Álvarez, ahora vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones con sede en Luxemburgo (tremenda y resguardada bicoca) tiene un problema considerable. En síntesis: era la consejera de Hacienda autonómica cuando se descontroló todo, según la juez. En El Mundo es que "Alaya pone contra las cuerdas a la ex ministra Magdalena Álvarez". En El País subrayan la fianza "millonaria", que juzgan desorbitada.
En Abc recibieron ayer al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de modo que el periódico es casi un monográfico del líder político recorriendo las instalaciones y saludando al personal. El diario cerraba su 110 aniversario y titula así en portada: "Rajoy ensalza el 'inquebrantable compromiso' de Abc con España". El jefe del Ejecutivo aprovechó también para ensalzar su propia política y afirmó que lo peor de la crisis ha pasado.
La elección del arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, como presidente de la Conferencia Episcopal es otro de los cuajos informativos de los diarios. Acertó de pleno Laura Daniele en el Abc y eso que una quiniela de obispos es como adivinar qué línea editorial mantendrá mañana La Vanguardia. La prensa catalana no está para sutilezas y virguerías en todo lo que no sea el proceso, así que el resumen es simple. Rouco malo, Blázquez bueno, rollo Francisco I. El País aporta un detalle, cual es que no encabezó la manifestación contra las bodas gays en tiempos de su primer mandato en la Conferencia. Habrá que esperar al análisis en Germinans para discenir alguna luz.
Acabamos con un artículo de opinión. Salvador Sostres en El Mundo es el autor de la que podría ser la sentencia del día: "Convergència no es un partido para resolver problemas sino una trama para cocerlos a fuego lento y sacarles el máximo provecho. Mas sin España sería un mindundi incluido en cualquier ERE. El único que se ha dado cuenta es Rajoy y por eso no va a ceder hasta verle arrastrarse por los suelos".
13 de marzo, Santa Cristina y San Ansovino.