Décimo aniversario del 11-M. Las portadas de los periódicos editados en Madrid son el efecto del décimo aniversario de los atentados. Las de los diarios de Barcelona, no del todo. El que más espacio de primera dedica es El Periódico, con el titular principal: "Las víctimas sellan la paz". La Vanguardia, en cambio, se remite al rincón inferior: "Diez años del 11-M: el dolor y la conspiración que no fue". En Ara y en El Punt Avui, las primeras son para otros asuntos. Madrid está más lejos que Simferópol. Es el estilo, la marca de unos periódicos que están a otra cosa. ¿11-M? Una efeméride madrileña. No es exactamente desinterés por las cosas de España. El Punt Avui ilustra cada día a sus lectores con noticias de la Guerra Civil. "Diario de una ocupación" es el nombre de la cosa, con espacio fijo en la primera página. Un ejercicio de memoria y una apuesta editorial: no hace falta remontarse al 1714 cuando 1939 está más a mano, parecen alegar. Y en el Ara afirman abriendo que "Rajoy retrasa el cambio de ministros". Es lo de Cañete, el titular de Agricultura, y su candidatura aún no confirmada para las elecciones europeas.
A nadie que conozca le gusta hablar, escribir, opinar o pensar en el 11-M. Es una obligación incómoda, un recuerdo que no se acaba de encajar, las ausencias que unos miles notan cada día. También es como transitar por un campo de batalla abandonado en el que aún hubiera minas activas, como en los bosques de los Balcanes. En Abc, Hermann Tertsch alude a la onda política de los atentados:
"Es tremenda la sagrada ira que despierta entre los guardianes de la corrección política en España, aún hoy, diez años después, cualquier duda, salvedad o reserva que se pueda hacer a la verdad oficial del 11-M. No se entiende ese encono hacia unas dudas que son ya poco más que opiniones particulares de españoles que no se creen que algo tan grande lo hicieran esos tan pequeños. La mayoría de los españoles ya está a otra cosa. Duros están los tiempos como para luchar contra molinos. Y no es más que un absurdo molino el intentar enfrentarse a una versión oficial a la que sus defensores no dejan de añadir defensas, argumentos y apoyos, como si ellos mismos tuvieran aún problemas de verla todo lo inatacable e incuestionable que pretenden. Se escribe estos días más contra la denostada «mentira de la conspiración» que sobre la verdad del 11-M. Quizás porque la primera es fácil de caricaturizar. Y porque la segunda es un material muy frágil, hasta para quienes se han erigido en sus celosos cancerberos. (...) ¿Por qué tanta caricatura sobre ETA y los etarras si nadie habla ya de etarras? Cuando se hablaba de etarras, hablaron todos. Porque la hipótesis después tan maldita de la autoría de ETA fue asumida por todos sin excepción como perfectamente plausible. Y quien no lo crea o recuerde que revise las portadas".
El Mundo fue el diario que más espacio dedicó al 11-M. Según la retórica oficial, era el boletín oficial de la teoría de la conspiración. El cambio de director y el aislamiento mediático contribuyen a aumentar la expectativa. Sin embargo, Casimiro García Abadillo, el director actual, se maneja con extrema prudencia. La portada de hoy es un ejemplo. Titulan así: "El hombre que puede despejar las dudas del 11-M sigue vivo". Se trata de Said Berraj, un tipo en paradero desconocido y que participó en varias reuniones preparatorias de los atentados. No es previsible que su localización vaya a ser inminente, por lo que ese titular es tal que un canto del cisne. Los molinos de Tertsch. Tal vez algún día se sepa toda la verdad, sugiere el diario madrileño, que en el editorial se compromete a seguir buscándola. Afirma el texto:
"Nuestra intención es seguir indagando en la búsqueda de la verdad, como haríamos con cualquier otro acontecimiento, y más si se trata de un tema de tales proporciones y que, de hecho, supuso un giro político para España. Que nadie dude sobre nuestra voluntad y compromiso a ese respecto. Ahora bien, después de diez años, algunas cosas han quedado claras. Los suicidas de Leganés formaron parte del comando que cometió el atentado. No hubo ninguna participación ni directa, ni indirecta, de ningún partido político en la masacre. Tampoco existió una conjura policial con fines políticos en la realización del atentado. Sin embargo, las zonas oscuras siguen existiendo. Como han demostrado las declaraciones contradictorias estos días de Gómez Bermúdez, el fiscal Zaragoza y el experto Reinares, a día de hoy no se sabe quién ordenó la matanza. Tampoco se han depurado las responsabilidades por los innumerables errores que se cometieron en la investigación. Y, como colofón, existen dudas razonables sobre la participación de Zougam en los hechos. Dicho esto, hay que saludar que, por primera vez, las víctimas hayan decidido realizar un acto conjunto de conmemoración. Es un primer paso".
Algunas cosas han quedado claras. Habrá quien pueda decir que ese editorial de El Mundo es la fe de errores más grande de la última década y habrá quien lo considere una recapitulación. En El País, las críticas a los "conspiranoicos" cabalgan sobre los titulares internos. "El PP se muestra equidistante entre la sentencia y los bulos" es el encabezamiento de la crónica política de F. Manetto y C. E. Cué, quienes destacan en el subtítulo que aún quedan resabios de duda: "Cospedal: 'Cualquier luz va a ser buena, no hay que cerrar la puerta a nada".
En La Razón, el foco de portada está en la unidad de las víctimas y de la política, en que diez años después quienes sufrieron el 11-M en carne propia comienzan a reconocerse por encima de sus opiniones políticas en torno al qué, cómo, quién y, sobre todo, porqué.
Una década después, el 11-M es caso cerrado.
Hoy es un día de sensaciones inquietantes. Los familiares de los pasajeros del vuelo MH370 dicen que los móviles registran las llamadas, que no están ni apagados ni fuera de cobertura. "Malaysia Airlines: llamadas perdidas", poetiza La Vanguardia, que además apuesta por la política catalana para abrir su primera página. "El Parlament se dispone a recusar a dos miembros del Constitucional". Se basa en una crónica de Silvia Hinojosa y Enrique López y Pedro González-Trevijano son los dos magistrados a los que señalará el Parlamento autonómico. La doctrina la pone Isabel García Pagan, que sostiene en su análisis que hay magistrados del TC que tienen el récord de participaciones en los seminarios de la FAES (lo de Aznar), pero no dice más. O sea que no hay un listado, un ranking.
¿Haber colaborado con la FAES debería ser motivo suficiente para mandar a un juez a la nevera? Pudiera ser. Hay periodistas que también lo han hecho, incluso de su propio diario. Y con la Fundación Campalans y Catalunya Oberta. Y Esperanza Aguirre contrataba para conferencias a Sala i Martín. No son casos aislados. Hace falta ser muy gangoso, como el suprafirmante, para que a uno no le hayan invitado alguna vez a un seminario de la FAES o a una tertulia de Els Matins de TV3, que, según y cómo, es un seminario de primavera de ERC, con ponencia de Marta Rovira y unos señores soberanistas intentando dar lecciones a Esperanza García, la columnista de El Periódico.
La foto de los periódicos catalanes es para Félix Millet, cuya peripecia es digna de una serie de televisión, como mínimo. Millet, al margen de los juicios morales y todo eso, es un hombre fotogénico y el relato periodístico del expolio del Palau lo ha convertido en un personaje, la mezcla del abuelo cebolleta y Mr. Burns, el propietario de la central nuclear de Springfield (Simpsons). Todas sus fotos son buenas, pero el plano medio de la portadilla catalana de El País es insuperable. Millet encendiéndose un cigarrilllo, con un ojo cerrado, las cejas arqueadas, un jubilado con estilo. Firma la imagen Albert García.
Estilo podría considerarse también lo de Adolf Todó y Massana, los dos ex directivos de Catalunya Banc que le han ganado un juicio por despido improcedente al FROB del ministro De Guindos. Seiscientos mil napos por barba dice un juzgado de lo Social. Hay algo que no se acaba de entender. Lo sugiere la antedicha García en su columna.
Una de las cajas de los desahucios y las preferentes, dos ex directivos que no estaban precisamente mal pagados, un accionista, uno solamente, que es el Estado, y se les tiene que pagar seiscientos mil euros a cada uno. Y ahora piensen en sus hipotecas y en sus cuentas. Será demagogia, sí, pero no cuadra, no se entiende y no se explica.
La última hora es la muerte de ocho marineros de un pesquero frente a las costas de Asturias. Casi pasa desapercibido.
11 de marzo, Santa Áurea de San Millán.