La remoción del director de La Vanguardia es todo un acontecimiento. Los cambios en el diario de Godó permiten afinar la comprensión del presente y, con el tiempo, sintetizar momentos definitivos. Se trata de la sustitución de un director, tampoco es la renuncia de Mas a la consulta, se podría objetar, pero no es solo eso. La Vanguardia es, por decir, el pulso del paciente y lo que en otros periódicos es fruto de la cuenta de resultados es en ese la destilación de humores políticos, estados de ánimo, corrientes de opinión y colisiones de poderosos intereses que prefiguran el fresco hiperrealista del qué, el dónde y los porqués.
De la mesa para tres directores se pasó a Gaziel, cuya historia de La Vanguardia (insultos aparte) refleja parte del trayecto colectivo a la Guerra Civil. Josep Pla fue invitado a marcharse de la redacción dos minutos después de que Manuel Aznar renunciara a la dirección; la bronca parroquial de Galinsoga permitió a Jordi Pujol exhibirse por primera vez con un boicot al diario que precipitó la destitución del susodicho. Aznar, el ex presidente, le contaba a todo el mundo cómo había propiciado el nombramiento de José Antich, que le fue consultado por el propio conde de Godó en la Moncloa, decía este ex presidente entre calada y calada del puraco.
Han pasado trece años de eso y los diarios digitales dan por sentado que Màrius Carol está a punto de ser el sustituto de Antich, víctima de una reorientación general del medio hacia el moderantismo. O sea, que el buque insignia en papel del proceso cambia de trayectoria. Se da tan por seguro que no se contempla la hipótesis de una marcha atrás. Está decidido y se atribuye la noticia a fuentes solventes, internas, empresariales, de toda confianza y hasta del entorno familiar de los Godó. Los subterfugios periodísticos en torno a las fuentes son muy previsibles. Toni Aira anunciaba el asunto en Twitter, cosa imprescindible ahora en este ceremonial del rumor. A Antich (si el editor no cambia de opinión, lo que se ha descartado muy rápido) le va a caber el honor de ser el primer periodista que transita de director a ex director salteado en la red como un pajarito frito.
De todo esto, La Vanguardia no dice nada y a todo esto, poco, apenas una entrevista con Zapatero de Jordi Barbeta e Iñaki Ellakuría en la que el ex presidente declara: "El derecho a decidir es antinatura". Siempre tan preciso Zapatero. ¿Antinatura? Un término que no cuadra con el personaje. En su carta, Antich habla del funeral de Mandela: "Quedarán para la reflexión las palabras de Obama elogiando de Mandela su capacidad para asumir riesgos en nombre de unos ideales. Eso, dijo, le hizo un gigante de la historia. Los ideales". Carol, por su lado, titula su columna así: "El silencio es oro". Habla de un restaurante vegetariano en el que también está prohibido hablar. Escribe en clave, en plan "no comment". O eso parece.
El funeral de Mandela lo tapa todo, o casi. En la prensa editada en Madrid, el congreso "Espanya contra Catalunya" es la prueba del nueve del cariz del proyecto secesionista. En La Razón afirman que Homs, Francesc Homs, tiene ante sí un panorama penitenciario. ¿Será posible? Así titulan en portada, sobre la omnipresente imagen de Obama dándole la mano a Raúl Castro: "Homs podría ser condenado a prisión por el congreso del odio a España". En el texto, firmado por A. B. en Madrid pero atribuido en parte a Efe se alude al artículo 510 del Código Penal, que sería la base de la denuncia en fiscalía del congreso de historiadores por parte de PP, Ciudadanos y UPyD. Ese artículo dice así:
1. Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía, serán castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses.
2. Serán castigados con la misma pena los que, con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía.
O sea, uno de los artículos a los que aludía el informe jurídico del CAC para amenazar a Federico Jiménez Losantos, Hermann Tertsch, Inés Arrimadas y unos cuantos presuntos anticatalanes más con empapelarlos vivos. En El Mundo también abren portada con este expediente: "Denuncian el simposio catalán al fiscal por 'incitación al odio'". En general, se atribuye a los lectores un conocimiento tal de los temas que se escribe "simposio catalán" y todo el mundo, en las redacciones, cree que hasta el más despistado sabe qué es eso, lo del "congreso de historiadores" que empieza mañana. Sea como fuere, el periódico también cuenta que Homs ha confirmado que la Generalidad prepara el DNI catalán, sin cortarse un pelo. Es una crónica de Javier Oms (sin hache, como las palabras importantes según Jardiel) en la que afirma Homs que la tarjeta en cuestión, que podría incrustrarse en el mero teléfono móvil, será un avance magnífico, una especie de contraseña para operar con la administración. Sí, sí, una cosa de no creer.
Del congreso en cuestión escribe Raúl del Pozo, en la contraportada del diario de Pedro J.:
"Hablan de represión en Cataluña. La hubo, como hubo represión en la Castilla de los Comuneros. A todos los pueblos les arrebataron privilegios [...]. Pero los nacionalistas catalanes, como los auténticos fanáticos, no cambian de opinión ni de tema. Jordi Pujol declara que a partir de 1955 descubrió España y no le produjo ningún rechazo. 'Yo he sido siempre un admirador de España y la conozco bastante bien'. Habla como un turista. Pero no ha cometido la villanía de compararse con Mandela o equiparar la situación de Cataluña con el apartheid".
En el mismo periódico, el historiador Jordi Canal (página 23) describe al gremio:
"El hecho de que se haya aceptado participar acríticamente en los festejos de 2014, dirigidos, no por historiadores reputados, sino por una pareja de cómicos televisivos -Miquel Calçada, Mikimoto, y el polaco Toni Soler-, dice muy poco en favor de la profesión".
En El País, Miquel Noguer y Pere Ríos nos informan en la sección España de que: "Mas enfría el Consejo de Transición Nacional ante el desacuerdo con ERC". La Generalidad ha retrasado la presentación de cuatro informes sobre el día después de la independencia (agencia tributaria, medios de comunicación, relaciones con la UE y relaciones con el resto de España, ahí es nada). En la misma página, la catorce, Francesc de Carreras rompe una lanza a favor de la Constitución:
"Así pues, a cada uno lo suyo: algunas instituciones funcionan mal por culpa del diseño constitucional; otras, a causa de las leyes que las regulan, y unas terceras, y esto es lo más frecuente, por el modo en que son aplicadas por los poderes públicos competentes".
Del Abc destaca el artículo de Antonio Burgos sobre la corrección lingüística:
"Cuando en uno de los siete mil millones de canales que tiene la televisión catalana dan el mapa del tiempo, los topónimos del resto del territorio patrio los ponen en catalán. Lógico. En ese telediario hablan en catalán y es obvio que los topónimos del mapa meteorológico estén en esa lengua, por lo que Zaragoza no es Zaragoza, sino Saragossa; y Cádiz no es Cádiz, sino Cadis. Pero en el telediario de TVE, hablado en español, en justa correspondencia (a la bajada de pantalones ante la dictadura del pancatalanismo), Lérida no es Lérida, sino Lleida; y Gerona es Girona; e Ibiza es Eivissa. ¡Toma del frasco, bachiller Sansón Carrasco!".
Al margen del relevo en La Vanguardia, las interioridades de la negociación sobre la pregunta ocupan las crónicas políticas de la prensa catalana. Destaca, sin embargo, la aportación exógena de Zapatero en la entrevista que también concedió a El Periódico. La firman Neus Tomàs y José Rico y aflora en la portada con el siguiente titular: "Convocaría a los partidos catalanes y negociaría". La fórmula Zapatero, un arma de disuasión masiva incluso para entusiastas como Junqueras. ¿Cómo no lo habrá pensado nadie antes? Reunir a los partidos. Asombroso.
En Ara bailan sobre la tumba de Mandela vuvuzela en ristre para jalear el proceso frente a las turbulencias negociadoras del bloque soberanista. Titulan con una frase del presidente de los Estados Unidos. "Obama: 'Mandela nos recuerda que siempre parece imposible hasta que se consigue'". Mensaje captado. En El Punt Avui el "congreso del odio" sugiere un efecto espejo en la página editorial. El director del periódico, Xevi Xirgo, se pregunta en el titular de su artículo "Espanya contra Catalunya?". Debajo, un ex director del mismo diario, Vicent Sanchis, afirma en el título: "Catalunya contra Espanya". El primero expone un resumen del memorial de agravios que prepara Jaume Sobrequés, desde 1713 hasta la ley Wert. Poco espacio para tanta acusación. Abajo, Sanchis apuntala, más sobre la pregunta que sobre el simposio:
"Algunos quieren cambiar la Constitución, je, je, pero nadie cuestiona a quién corresponde la soberanía en el galimatías ibérico. A ellos. Sin fisuras ni novedad en el frente. No se puede decir lo mismo del otro lado. El Cataluña contra España siempre ha perdido aceite y grasa. Disensiones, contradicciones, matices diversos, puñetas [...]. Vergüenza, caballeros, vergüenza. Etcétera".
Mañana se inaugura el congreso que sirve como excusa a Sanchis y hoy prosiguen las negociaciones sobre la pregunta. ¿Vergüenza? ¿Pero de qué tipo?