La revuelta europeísta de Ucrania ocupa la portada de casi todos los diarios. Ha reemplazado a los abrazos interraciales en Sudáfrica. Ahora se sigue con mucho más interés el desarrollo de los acontecimientos en el país de las Femen, en la dicha Ucrania. Tal vez es por el parentesco lingüístico con nuestra ucronía catalana. El congreso de historiadores que ha organizado Jaume Sobrequés con el abundante patrocinio de la Generalidad es un ejemplo perfecto de ucronía: "Espanya contra Catalunya" es el título. Sobre ese presupuesto, no cabe preguntarse qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido distintas. Aquí y ahora, los colegas de Sobrequés (ex directivo del PSC, ex dirigente del Barça y hombre cordial y amistoso donde los haya) se disponen a santificar el mito, acreditar la leyenda y trucar historia por relato, del 12 al 14 próximos. Paga el pueblo.
Se entiende lo de Ucrania. Los manifestantes quieren ser ciudadanos de la Unión Europea (hay gente pa to, que dijo el torero Guerrita al enterarse de que Ortega y Gasset era filósofo) y han derribado una estatua de Lenin en señal de protesta contra Rusia. Aún quedan estatuas de Lenin. Las últimas moles en caer derribadas fueron las de Sadam en Iraq. Antes fundieron o quebraron las de Stalin, Lenin y Marx en el bloque comunista. Gadafi no se hacía construir estatuas. En España aún sobrevive alguna de Franco. A bote pronto, dos ecuestres. Una en Santander, en medio de una plaza (¿la del Mercado?), y otra en Zaragoza, en el patio de la Academia Militar si no la han retirado. Y en Melilla hay otra, de cuando coronel y sin caballo. El Ayuntamiento de Barcelona tiene sometida a arresto en un galpón otra estatua ecuestre de Franco. (En la mili también se arrestaban cosas. Por ejemplo, un fusil podía ser enviado al calabozo por haber sido el de un soldado que disparara por error o accidente). Y en Madrid se retiró la última con gran escándalo hace unos años, al principio del zapaterismo.
Más ofensiva incluso que la de Franco resultaría una estatua como la dedicada al general Espartero en Logroño, muy famosa por los atributos del caballo. Son grandes y más lo parecían el día de la inauguración, a finales del siglo XIX. Antes de su exposición pública, una junta de autoridades giró una visita al taller donde se ultimaba y al observar la desproporción testicular ordenó su corrección. El escultor (la obra es de Francisco de Luis y Tomás, que copió la precedente de Pablo Gibert Ros, que está en Madrid. La de Logroño, por cierto, se realizó en Barcelona) lijó las partes nobles del bronce no sin antes advertir que podría ser peor el remedio que la enfermedad. Cuestión: el día de la inauguración el sol impactaba de tal manera en el bronce lijado que produjo un efecto cegador entre los presentes.
En Ucronía, capital Barcelona, se sigue debatiendo sobre la pregunta y la fecha a la espera del congreso de Sobrequés. También se habla de espías. De un vistazo superficial, parece que son El Periódico y Ara quienes más decididamente apuestan por la agenda catalana. En el primero se afirma en portada: "Rajoy ultima un balón de oxígeno para Cataluña". Quiere decirse una inyección de liquidez. "El Gobierno combinará rechazo a la consulta con guiños económicos", abunda el diario del Grupo Z en una crónica de Gemma Robles desde Madrid. En el Ara, en cambio, reprochan a Rajoy ser un derrochador y titulan así su portada: "Rajoy se desvía 10.237 millones del presupuesto". ¿Será posible? No lo parece.
El interesado, Rajoy, comparece en El País en una entrevista larga, muy larga, hecha en combinación con varios periódicos europeos entre los que destacan Le Monde y The Guardian. Portada y cinco páginas. "Lo que más me preocupa es que Alemania tenga claro adónde vamos", dice Rajoy en la primera del diario de Prisa. La entrevista no es precisamente partidaria, cosa que se encarga de subrayar Javier Moreno, director de El País y uno de los entrevistadores. Se queja Moreno de que Rajoy habla claro sólo de lo que le conviene. Fatal, ¿no? Fatal, sí, en el sentido de inevitable al sumar entrevista (peras) y políticos (manzanas).
Hay que bucear entre las espesuras europeas para atisbar el asunto de Cataluña, que no aparece hasta el final. El resumen de CRÓNICA GLOBAL es magnífico. Del dinero, Rajoy afirma: "Entre refinanciación de deuda, déficit y pago a proveedores estamos hablando ya de 29.000 millones de euros en Cataluña en el tiempo que llevamos en el Gobierno". I ara? 29.000 millones y El Periódico dice que habrá más.
Sorprenden dos destalles en el dilatadísimo texto: la confianza de Rajoy en la sensatez del paisanaje, a la que atribuye el hecho de que no haya partidos xenófobos, antieuropeos o "de cómicos" (eso dice), y su convicción de que lo de aquí, Cataluña, quedará en agua de borrajas. "Estamos en un momento difícil y de crisis. Yo estoy convencido que esta situación se va a revertir", afirma el presidente del Gobierno en relación a las relaciones entre Cataluña y España. Tal vez Rajoy vea más allá y eso explique su templanza, pero, por el momento, el péndulo parece moverse en la dirección contraria. Al menos en Ucronía.
En La Vanguardia, "La Mirilla" (en la página dos, abajo a la izquierda) se nos revela que la Moncloa ha decidido rescatar la figura del corrector de textos humano para evitar pifias como la de "Pina de San Jaime". Erratas. ¿Para qué hablar? Quien esté libre de pecado. El caso es que a Rajoy o a alguien de esa casa le parece que tal fenómeno es intolerable en lugar de inevitable y ha dispuesto un protocolo para que cada nota, comunicado de prensa o carta abierta sea sometida a tres exámenes antes de su difusión. En los periódicos de antes solía bastar con un corrector. Ahora subsiste el oficio en los diarios de papel publicados en catalán y en la mayoría de audiovisuales también en catalán. Seis ojos ven más que dos. Es impepinable. Como lo es también que las erratas no desaparecerán jamás. Y menos aún los errores. Sólo de escribirlo ya se la juega uno. ¿Duendes? ¿Meigas de la imprenta? ¿Espíritus? ¿Burricie? Lo que sea, pero yuyu.
En El Mundo, la aportación al expediente catalán es el gasto de la Generalidad en los sueldos de los protomártires de la Agencia Tributaria Catalana. Están bien pagados y son pocos, de momento. Tres de ellos ganan más que los ministros e incluso que los consejeros. Proceden de Hacienda, inspectores pata negra fichados a golpe de talonario según se desprende de la crónica de Héctor Marín.
En clave 007, María Jesús Cañizares cuenta en su artículo de Abc lo siguiente:
"Sirva de ejemplo la situación supuestamente vivida -al menos eso es lo que se oye en los mentideros políticos- por dos altos representantes de la Fiscalía de Cataluña durante su visita al consejero de Justicia, Germà Gordó, quien les habría pedido que dejaran el móvil en unas dependencia anexas -una fuente me habla del lavabo- para asegurarse de que la conversación no era grabada. En ese estado de paranoia colectiva viven los hombres de confianza del president".
En La Razón le prestan atención al simposio "Espanya contra Catalunya" y vinculan su celebración con las vísperas de la pregunta, que se ha convertido en una especie de fumata nera permanente en la chimenea del Parlamento autonómico catalán. En la crónica, de M. E. (¿Montse Espanyol?) se explica también lo de Sílvia Cóppulo con Albert Rivera. O sea, eso de que, hablando de la Constitución, la radiofonista le soltó a Rivera que el apartheid también fue legal. Es lo que tiene vivir en Ucronía, que empiezas con Mandela por aquí y acabas creyendo que Mas es Masdela, Masdiba o Mastin Luther King.
En Ucronía, los xarnecs nos hemos convertido en afrikáners a la espera de que algún otro mito nos vuelva charlis en Vietnam o belgas en el Congo. ¿Qué? Ya hemos sido soviéticos en Lituania, borbónicos en el Borne y los malos de todas las películas.
Persistirá el anticiclón durante toda la semana. Contaminación y rasca (frío) bajo el sol.