Vida

Rafael Nadal denuncia "listas de buenos y malos" catalanes

El artículo del ex director de El Periódico destaca en una prensa marcada por los terremotos reales en Cataluña y las fosas comunes en el mar de Lampedusa.

4 octubre, 2013 09:14

Un temblor de tierra debe ser como un preaviso de desahucio o una llamada a las cuatro de la mañana, un mal presagio en el mejor de los casos. Eso sí, ayuda a discenir entre lo urgente y lo contingente con una precisión de relojero. De ahí que las portadas de todos los diarios oscilen entre los terremotos y los naufragios. Puñetazo de realidad en Lampedusa, donde ya hay más tumbas de inmigrantes sin nombre que en Tarifa, y alertas sísmicas entre Salou (Tarragona) y Vinaroz (Castellón). Mar adentro, una plataforma sospechosa experimenta con la rentabilidad de una falla tectónica, que es algo así como arrojar cerillas (encendidas, por supuesto) a un bidón de gasolina para ver qué pasa. Cuentan todos los diarios que el Ministerio de Industria, Energía y Turismo ha mandado parar toda actividad en la plataforma y cruzar los dedos. Alivia constatar que el viaje de Rajoy a Fukushima (lo que el baño de Fraga en Palomares o un rito de la yakuza, la mafia japonesa) no está relacionado con la gestión de desastres, sino con la posibilidad de que existan brotes verdes tras las grandes catástrofes, también económicas.

El presidente español ha sido el primer mandatario extranjero que ha puesto los pies en Fukushima tras el tsunami nuclear, lo que es un gesto de cierta envergadura internacional. Sin embargo, los periódicos enfocan sus palabras en clave doméstica. Su ignorancia, seguramente sincera, de lo que significa "tercera vía" en catalán ha sido analizada como un contundente mensaje contra Mas. No se tiene en cuenta, por eso, el desfase horario entre Tokio y Madrid.

Como nada parece ajeno a la política catalana, los terremotos en la prensa más propiamente soberanista son como los vuelos rasantes de la Patrulla Águila sobre el Alt Urgell (Lérida), un ataque militar en toda regla. En El Punt Avui y en el Ara se lanzan al abordaje y descubren que el máximo accionista del proyecto Castor, que así se llama esa especie de ingenio industrial de villano de James Bond, es ACS, o sea la constructora de Florentino Pérez. Para qué quieres más. Pues en el Ara quieren más y van más lejos aún en su lectura política. "Bruselas avaló en 2009 el almacén de gas". Dicho así, lo del Estado paria no parece tan mal negocio en comparación con la vista gorda de Europa.

A los atribulados habitantes de las zonas afectadas, las Tierras del Ebro, poco afectas a la causa independentista, la cuestión del derecho a decidir les importa poco o nada, según los testimonios recogidos por TV3. Están más bien preocupados porque no se les caiga el techo encima. Que los periódicos sean sensibles, en general, a la realidad no quita para que desprecien la política, que aunque parezca mentira ayuda a vender más diarios ahora que mismamente el balompié. La presidenta autonómica de Andalucía, Susana Díaz, es la protagonista mediática del momento. Con sólo un desayuno en Madrid se ha llenado de razones para removerle la silla hasta al mismísimo Rubalcaba.

En El Mundo, Victoria Prego y Jiménez Losantos coinciden -sí, coinciden- en destacar el preciso diagnóstico de la presidenta autonómica andaluza y su ejercicio de memoria sobre Zapatero y el tripartito. Ha nacido una estrella de la que se espera que colabore con la juez Alaya para testar la verdadera fibra de su liderazgo. En ese mismo periódico descubren más cámaras ocultas en los restaurantes frecuentados por Alicia Sánchez-Camacho. El exhaustivo seguimiento a la dirigente popular es como una misión de la Stasi, la policía de la RDA. Con lo bizantina que era la política antes, en el oasis aquel sacudido ahora por Richter, el de la escala.

Destacan en La Vanguardia el mano a mano entre Manuel Cruz (el filósofo de la izquierda federalista) y Rubio Llorente, con una interesante relación de asistentes. La presentación de esta alternativa (una "panda de unionistas" para la prensa más regional) ha pasado absolutamente desapercibida en TV3, que en cambio dedicó un publirreportaje a otra asociación, algo así como "españoles por la independencia". En la presentación del anuncio, rodeado de público "español" afincado en Cataluña, estaba el siempre moderado Tardà. No se lo pierdan, el spot es uno de los más agudos ejemplos de manipulación de los últimos meses, la prueba definitiva del sesgo del proyecto independentista. Sugiere que hasta entre los especímenes más refractarios a la benemérita catalanidad se entiende que España nos roba, para acabar prometiendo que hasta los bosnios cabremos en Serbia. Una delación del subconsciente en toda regla.

En Abc escribe Juan Carlos Girauta que Charles Manson, con más méritos que Otegi, también se ha ofrecido a participar en la comisión por el derecho a decidir. En El Periódico, Alfonso González Bondia, profesor de derecho internacional, asegura que Cataluña permanecería en la UE en caso de independencia con el argumento de que lo contrario sería una cabronada. La participación de intelectuales en las páginas de los periódicos es cada vez más frecuente. Es bueno para los periódicos, pero malo para las ciencias, sobre todo para las sociales, que se aparejan a las ocultas más que a las exactas. En este orden de cosas, Joan Herrera escribe en El País para reclamar la consulta. Y en otro orden diferente, Joaquim Coll se recrea sobre el llamamiento de Mas a las élites y la respuesta de las élites, que vienen a decir que lo de Somalilandia no es plan. El título del artículo es significativo: "Con el culo al aire", que es como estaría quedando el "molt honorable".

En La Razón, el caso catalán en portada son los terremotos, pero la noticia está en que el ex juez Garzón asesora a los gibraltareños en el contencioso con Margallo. De lo que no hay riesgo es de que asesore a los independentistas catalanes, que todavía recuerdan sus redadas preolímpicas.

Párrafo propio merece el artículo de Rafael Nadal en el diario de Godó. Por regla general, se cree que es imposible hacer periodismo en los artículos de opinión. No es cierto, salvo que el periodismo renuncie, como suele ser el caso, a una cierta objetividad, que consiste en empatizar con la realidad. O sea, intentar explicar lo que pasa en vez de lo que nos gustaría que pasara. "Ahora mismo hay intelectuales independentistas que hacen listas de buenos y malos [...]; que acusan de traición a quienes no comulgan con su entusiasmo; que promueven exámenes de catalanidad", escribe Nadal. "En sentido contrario -añade- muchos intelectuales contrarios a la secesión no sólo descalifican a quienes sostienen tesis diversas, sino que se burlan de ellos".