El nacionalismo vasco ejerció en el pasado un poderoso influjo en el catalán, seducido por las formas, el estilo y la rotundidad del discurso aizkolari. Sin embargo, el catalanismo era, en esencia, todo lo contrario o en sus casos más irreversibles, una versión baja en calorías y mínimamente democrática de las contundentes esencias destiladas en batzokis y herriko-tabernas. En los tiempos del árbol y las nueces, cualquier nacionalista catalán era, por comparación, un ejemplo redondo de actitudes constructivas y democráticas. A Pujol padre le gustaba poner de manifiesto las diferencias, razón que le llevó a obtener la distinción de español del año (de la maricastaña) del Abc. Contra la versión generalizada, no fue el diario quien propuso al president, sino Pujol quien hizo todo lo posible para que le concedieran el título.
Cómo han cambiado las cosas. Ahora es el nacionalismo vasco quien ejerce de fuerza moderada, reflexiva y razonable. Mientras, el preso Otegi se asoma a las páginas de El Punt Avui en una entrevista dominical de homenaje mútuo y Mas se transforma en Ibarretxe a base de pegar gritos y crispar las manos en los mítines de fin de semana. A su lado, Junqueras se está convirtiendo en un gentleman sin corbata; en un tibio, casi. El jefe de la Esquerra dispone incluso de rincón en las páginas de la edición catalana de El Mundo, en domingo, día grande. Allí insistía en que tiene amigos españoles y de "la roja", en lo que se está empezando a convertir en una de esas excusatio non petita, accusatio manifesta.
María Jesús Cañizares, en Abc, resume todo esto en una frase: "En Cataluña tenemos ejemplos de soberanistas que se jactan de haber denunciado a tres mil comerciantes que no rotulan en catalán". Superado el escalofriante déjà vu de la entrevista penitenciaria de El Punt Avui (Pesadilla en Elm Street, el montaje de Fredy), lo que son los periódicos afrontan el lunes con cartas de navegación inciertas. En las costas de Somalilandia (gran difusión ha tenido la comparación del director general honorario de la Comisión Europea, Francesc Granell, el primer jefe de Mas en el Palacio), La Vanguardia anuncia una aproximación del PSC al PP catalán. "El PSC explora las vías de diálogo con el PP", titulan dentro. En El Periódico, Marçal Sintes alude al tema en su colaboración habitual: "La escena de sofá entre Navarro y Camacho no le hace ningún bien al primero". Ecos de exclusión que no se detectan en el artículo, también en El Periódico, de Muriel Casals, la líder de Òmnium Cultural. "Una mayoría de ciudadanos se sienten tan catalanes como españoles y ese sentimiento es totalmente compatible con la voluntad de crear un nuevo país". Se parece a lo que dice Junqueras, pero sería intemperante reducir esa frase a simple consigna tranquilizadora. A lo mejor es verdad que quieren tanto a España que hasta se estarían planteando reintroducir el castellano en los colegios y en TV3. Eso sí, en una Cataluña independiente. En cualquier caso, la portada de El Periódico va de la caída de viajeros en el transporte público y del incidente Pedrosa-Márquez, unos motociclistas.
En La Razón matizan la afirmación de Muriel Casals sobre la mayoría de ciudadanos. Una encuesta asegura que el 56,5% de los catalanes optaría por mantenerse en España. No es precisamente una diferencia sustancial en comparación, por ejemplo, con el 20% que separa a pro británicos y pro Braveheart a favor de los primeros en Escocia. Claro que después de lo que ha llovido en Cataluña.
Al tema escocés precisamente dedica La Vanguardia un extenso artículo en la sección de Deportes, muy indicada para que lean de política quienes sólo pretenden leer de deportes. Cuentan que hasta ocho páginas en catalán ha incluido el Celtic de Glasgow en su folleto prepartido, del martes o el miércoles, a saber, de la Champions. Eso sí que es reconocimiento internacional del bueno. El mismo que busca Mas en la cruzada europea que emprende hoy. "Dos vicepresidentes y un comisario europeo" dice el Ara que recibirán al president, cuyo "Escolta Europa!" de ayer hizo sonrojar a convergentes poco sospechosos de deslealtad personal y que contemplaron atónitos el espectáculo.
Lo más catalán de El Mundo y El País son las informaciones sobre la protesta de los maestros baleares. Baste decir que el primero dedica la portada al expediente 11M y el segundo a los planes del PP para reactivar a su electorado. Y las fotos, para la marea verde. En el plano articular, además de los ya citados, destaca Xavier Antich en La Vanguardia, con una lista de agravios y disidentes que menciona a los cavernicolas de nuevo cuño Manuel Cruz, Javier Cercas, Muñoz Molina y Vargas Llosa. Joaquín Leguina, en el papel de Vidal-Quadras, otro disidente, pero en el PSOE, reparte estopa al PSC en El País. Coincide en eso con la también ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que llama "tontos útiles" a los socialistas catalanes desde las páginas del Abc.
Después de tantas emociones, reconforta, como siempre un artículo de Jordi Puntí, en El Periódico. Se pregunta el escritor: "¿No se habría podido hacer la biblioteca igualmente en el Borne con solo una parte del yacimiento a la vista? ¿Cuántos años durará el interés por este museo entre los barceloneses?". No está mal para un día en el que se ha confirmado el insólito prodigio del intercambio de papeles entre vascos y catalanes, sensibles y moderados los primeros, afables pero brutos, los segundos. A este paso veremos la Sagrada Familia terminada.