No por menos previsible resulta más digerible la contemplación de la sonrisa de Gioconda de la canciller alemana en la prensa madrileña y barcelonesa. La aplastante victoria de Merkel y su reflejo en las portadas es la enésima prueba del nueve del sesgo germánico del proyecto europeo, en el que las soberanías nacionales estallan bajo las cadenas de la panzer-cancillera, así como toda esperanza de recuperación económica. El rictus risueño de institutriz sádica con el que nos golpean todos, pero es que todos, los diarios provoca escalofríos hasta en los espíritus más templados. La gran Alemania reduce la actualidad a la categoría de suceso irrelevante, hechos anecdóticos a la espera de la próxima decisión de esta señora y sus obergefreiter de guardia. Ni siquiera la cadera del Rey y las suculentas implicaciones en la política local de su estado de salud amortiguan el mazazo alemán, la constatación de que no somos nadie y que nuestro futuro pende de las decisiones de Berlín. Ni siquiera la prensa soberanista, tan propensa a la descripción pormenorizada de la borra de su ombligo, evita a sus lectores la contemplación en la tapa de esa gracia de Durero que tras conquistar Roma se dispone a machacarla.
En el caso del Ara y de El Punt Avui, la cuota alemana puede parecer una prueba de que su mundo es de este mundo, pero una vez metidos en harina se disipan las señales de alarma. A sus columnistas les importa una higa lo de la Merkel y, por una vez, hay que alabarles el gusto. La vía catalana hacia el Estado propio les resulta una idea tan sugerente que no han tardado ni un fin de semana en alumbrar el argumento definitivo, la razón total para desarticular todo foco de resistencia. "Europa nos roba", han decidido, con lo que el dilema sobre la permanencia o exclusión de Cataluña de la UE queda definitivamente resuelto. Marta Espasa en el Ara o Saül Gordillo en El Periódico alumbran una perspectiva hasta ahora inédita: Cataluña es un contribuyente neto de la Unión que aporta más de 1.000 millones anuales a la contabilidad de Bruselas. Con lo que queda demostrado que no sólo España cierne sus ávidas garras sobre los bolsillos de los catalanes sino que Europa (esa especie de paraíso islámico que promete una orgía económica a cambio de la inmolación por la austeridad) sería inviable sin la industriosidad de este próspero pero amenazado rincón de la península. Así, con un par, como en una letra de Kortatu, la asamblea de majaras ha decidido primero que mañana sol y buen tiempo y, después, que lo de Europa dista mucho de ser un obstáculo. No es que hayan comprendido el verdadero alcance de la actividad de Margallo por internacionalizar el "conflicto", la providencial tarea de nuestro ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación en la extensión de la causa independentista, sino que ya avizoran un nuevo desequilibrio fiscal mediante el cual los funcionarios de Merkel -esos que se niegan a contestar siempre la misma pregunta- no osarán repudiar a Cataluña porque la pela es la pela, venga de donde venga.
Más interesante, pero sin ese punto surrealista para paladares de proximidad, resulta la versión de la actualidad de La Vanguardia, que ameniza a sus lectores con un artículo de Duran de página entera y con llamada en portada. Tras la alambicada prosa socialcristiana se esconde una tercera vía, la de un amplio sector de la sociedad que según el líder de Unió cree que tras la consulta no se abre una disyuntiva entre secesión o asimilación sino un florido abanico de posibilidades. Es de suponer que en próximas entregas se nombrarán y definirán algunas de esas alternativas. Y lo que es Duran para el decano condal supone Zapatero para El Mundo, que dedica también una página a las cogitaciones del ex presidente, cuyo fondo de armario teórico es más limitado que el de Duran, por lo que se limita a dar una sola solución o lo que sea que suponga una reforma de la Constitución. En este ámbito de las ideas, por decirlo de alguna manera, destaca en los últimos días El País. El sábado, Muñoz Molina pedía la vez en la academia de prensa "Brunete mediática" con otra página para reirse de los encadenados por participar en una horterada, inquietante y tal, pero horterada al cabo. En la edición de hoy, Manuel Cruz (otro catedrático de la Universidad de Barcelona que no es "uno de los nuestros") reflexiona sobre el "seguidismo" de los partidos de izquierda respecto al nacionalismo y analiza en clave crítica las "trampas para osos" de la política catalana.
El Mundo, por su parte, no se acaba en el dicho artículo de Zapatero. Sostres disecciona la entrevista que un día antes concedió el diario madrileño a Albert Rivera y concluye: "Falta calidad. Y este chico, Rivera, cuando le quitas el bombo de Manolo, es uno más". En lo del articulismo político tiene plaza fija en Abc Esperanza Aguirre, que hoy ilustra a sus lectores sobre la imposibilidad ontológica del derecho a decidir con el recurso del taxista. ¿Que qué es eso? Pues es eso de llegar a Sarajevo, hablar con un taxista (en este caso una catalana soberanista) y marcarse un texto de seiscientas palabras, o así.
Respecto a las "noticias", todos se hacen eco de que Junqueras permitirá que los catalanes tengan doble nacionalidad; El Pais alerta de que el PP prepara una visita de Rajoy a Cataluña; El Mundo desvela que Trias tiene una asignatura nueva para los niños chicos de Barcelona y el Abc se mete con el cuñado de Mas por hacer negocios con la Generalidad. Otoño y déjà vu.