Tras las lluvias hay que esperar unos 10 días para ir a buscar setas. Lo saben muy bien los aficionados a la micología y, en Cataluña hay muchos.
Con la llegada del otoño, para muchos catalanes empieza la temporada de bolets. Desde diferentes puntos del territorio para buscar setas en alguna montaña.
Esta práctica, conocida popularmente como ir a buscar bolets, hace que los bosques de buena parte de Cataluña se llene de ciudadanos que, de otro modo, no irían. Ahora, hay que saber dónde encontrarlos.
No es fácil. Los expertos saben que la montaña ha de reunir unas ciertas condiciones. No puede ser excesivamente frondoso, tampoco demasiado sombrío… pero, al final, cada uno encuentra el suyo.
Un rincón ideal en Tarragona
La mayor parte de los catalanes apuestan por ir a la zona de Lleida o Girona, aunque hay mucho más. Un áre poco explorada es la de Tarragona y allí hay un bosque en particular que parece ideal para dar con ellas: el Bosque de Poblet.
Se encuentra en el interior de la provincia, en la comarca de la Conca de Barberà, muy cerca del monasterio románico que le da nombre. A pesar de ser un paraje protegido, la recolecta de setas está permitida.
Qué bosque es
Los boletarires están agradecidos. Allí, después de las primeras lluvias de otoño, se dan unas condiciones excepcionales para el crecimiento de especies tan apreciadas como los níscalos, los ceps o los rebozuelos.
El bosque de Poblet, catalogado como Paraje Natural de Interés Nacional, es un magnífico ejemplo de bosque mediterráneo de montaña con biodiversidad exuberante.
Paraje Natural de Poblet
Se trata de un bosque denso y húmedo, donde la sombra de los pinos, encinas, robles y hayas crea un microclima fresco y templado que favorece el crecimiento del musgo, los helechos y, por supuesto, de numerosas especies de setas.
El terreno es variado, con zonas de pendiente y rincones sombríos donde la humedad se mantiene durante más tiempo. En estos enclaves más frescos y profundos es donde se concentran muchas especies micológicas.
Qué 'bolets' se encuentran
Entre las setas comestibles más habituales se encuentran el níscalo (o rovelló, en catalán), muy apreciado por su sabor y textura. Esta es la estrella de los cazadores de setas en Cataluña.
Pero hay otras joyas en estas montañas. La llenega negra, que suele crecer en pinares húmedos y tiene un aspecto brillante, encuentra aquí su lugar para crecer. Asimismo, y el boletus (cep), una de las especies más buscadas por su aroma, también es fácil de hallar.
Especies raras
También es posible encontrar los apreciados rebozuelos o rossinyols, y en algunas zonas más húmedas, la trompeta de la muerte, una seMonasterio de Pobletta oscura pero muy sabrosa. Eso sin olvidar el fredolic (Tricholoma terreum), que aparecen en los bordes de los caminos o bajo los pinos.
El bosque ofrece asimismo especies menos conocidas aunque igualmente comestibles. Entre ellas están el pie azul (Lepista nuda) o las senderuelas (Marasmius oreades).
Más allá de las setas
Esta riqueza micológica hace de estos bosques de Tarragona un lugar ideal para ir a recolectar setas y, además, descubrir un precioso lugar en el que sumergirse en la historia de Cataluña.
Allí, muy cerca de estas montañas, se encuentra un espacio declarado Patrimonio de la Humanidad y plató de cine increíble, el majestuoso Monestir de Poblet, la gran joya del císter catalán.
Cómo llegar
Para llegar aquí desde Tarragona capital, se recomienda tomar la autopista AP-2 o la A-27, para luego enlazar con la N-240 en dirección a Valls. Desde allí, la ruta sigue hacia la Conca de Barberà por carreteras locales que llevan directamente a Vimbodí i Poblet. Es una hora de viaje.
Desde Barcelona, el trayecto se alarga media hora más. En este casa se debe ir po la AP-7 y luego desviarse por la AP-2 en dirección Lleida hasta la salida de Valls o la de Poblet. Las montañas están allí enfrente para descubrir su riqueza en setas comestibles para todos los gustos.
