Calle de Rocafort de Vallbona SOM SEGARRA
Más allá de la parada de metro: el pueblo medieval de Lleida ideal para explorar
Este municipio de poco más de 100 habitantes sorprende por su historia
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Como el catalán también tiene sus dejes centralistas, Barcelona para muchos es el centro del universo o, al menos, de Cataluña. Por eso, si a un barcelonés se le habla de Rocafort es muy probables que piense en la parada de metro de la línea L1.
Es una opción cercana, es obvio, pero esta referencia se queda escasa. Igual que la siguiente de la línea roja, Urgell, el nombre de esta estación hace referencia a un municipio catalán. En este caso, a una localidad que se encuentra a 123 kilómetros de la capital catalana.
Curiosamente, el pueblo al que hace referencia se encuentra en la comarca del Urgell. Un diminuto núcleo medieval literalmente esculpido sobre un promontorio de roca calcárea, con vistas al valle del río Corb, Rocafort de Vallbona.
Los que lo visitan aseguran que es un lugar donde el tiempo parece no haber pasado. Las casas parecen salir de la misma piedra sobre la que se eleva y, en cualquier caso, los muros cuentan historias de siglos.
Un pueblo de 130 vecinos
El pueblo, en realidad, está integrado en el municipio de Sant Martí de Riucorb, y conserva apenas un centenar de habitantes, son 130 vecinos según el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat). Eso, en cualquier caso, no le resta relevancia histórica.
Durante la Edad Media, Rocafort fue señorío del poderoso monasterio de Vallbona de les Monges. Desde entonces, el municipio mantiene su esencia intacta, como si sus calles empedradas, sus restos de muralla y su castillo desdentado se negaran a caer en el olvido.
El peso de la Orden del Císter
El primer documento que menciona Rocafort data de 1173. Ya en aquel entonces aparece una mención a la fortaleza en el contexto de donaciones familiares, pero será en 1209 cuando Dalmau de Timor venda el lugar a l’abadesa de Vallbona, sellando su vinculación con la orden cisterciense. Durante más de seis siglos, Rocafort perteneció a la baronía de Vallbona, que ejercía poder tanto espiritual como feudal sobre la región.
Esta herencia se percibe aún hoy en el entramado urbano, en la forma de sus casas, adheridas unas a otras como defensa pasiva, y en las vistas que dominan los campos de cereal y almendros que lo rodean.
Cómo es Rocafort de Vallbona
La piedra es la materia fundacional de Rocafort. No solo es el soporte físico del pueblo, sino también su ADN. Muchas de las viviendas y elementos defensivos están directamente excavados en la roca viva, que aflora por doquier en los muros, las escaleras, los zócalos.
El propio castillo, hoy semioculto entre edificaciones posteriores, se levanta parcialmente sobre un peñasco que se mimetiza con sus cimientos. Pese a sus dimensiones modestas, la fortaleza jugó un papel clave como punto de control del valle y de los caminos secundarios que lo cruzaban.
Un pasado que se puede tocar
Los restos de la muralla medieval son visibles aún en algunos tramos, especialmente en la parte occidental del núcleo. Se conservan también torres de base cuadrada y portales de acceso de medio punto, fruto de distintas etapas constructivas.
Las fases principales se sitúan entre los siglos XV y XVI, cuando la población se consolidó como núcleo agrícola bajo el paraguas protector de la iglesia. Aunque si algo sorprende es pasear por sus calles, muchas sin acera ni borde definido.
Una calle de Rocafort de Vallbona SOM SEGARRA
Por último, destacar también la Iglesia de la Transfiguración del Señor, que actúa como punto de referencia visual. Construida en el siglo XIX sobre un templo anterior, posee una sola nave y un campanario modesto, pero su silueta emerge con nitidez sobre el caserío.
Y si el interior fascina, los alrededores ofrecen un paisaje rural donde predominan los cultivos de secano (cebada, trigo, almendros y viñas) en los que se alzan pequeñas construcciones agrícolas. Lamentablemente, muchas están abandonadas, sin embargo, llenan de recuerdos unos campos que en su día fueron el motor de la zona. Ahora, en cambio, el entorno invita al senderismo. Basta seguir cualquier pista de tierra para perderse entre campos y pinares dispersos.
Cómo llegar
Rocafort se encuentra en la provincia de Lleida. Desde allí son 45-50 minutos de viaje por la A-2. Al llegar a Tàrrega se toma a la C-240 en dirección a Reus y a la altura de Vallbona de les Monges se abandona la vía general para seguir por una carretera comarcal hasta el núcleo. A continuación, se continúa por la carretera local LV‑2335 o LV‑2331 hasta el municipio.
Desde Barcelona el viaje es de hora y meda. Se va por la AP-7 y se enlaza con la AP-2 hasta la salida 9 en Montblanc, donde se continúa por la C-14 hasta tomar el desvío hacia Vallbona de les Monges por la LV-2335.