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Cuenta la leyenda que Montserrat, hace miles de años, no era una montaña. Esta sierra mítica de Barcelona estaba bajo el mar, hasta que surgió de las aguas y la erosión, el viento y el tiempo le dieron su particular forma.

Con esta historia comprobada, a nadie debería extrañar que, en otras partes del interior de Cataluña se hallen cuevas de sal como las de Cardona o que, en los montes del Vallès Oriental se esconda una cueva de coral.

Talladas en las antiguas rocas calizas de un arrecife coralino que data de hace 38 millones de años, las llamadas Coves del Toll, ofrecen una ventana única al pasado. Y todo a escasa media hora de Barcelona.

Las cavidades aquí formadas no solo revelan el origen submarino de las mismas, sino también permiten descubrir, algunos de los secretos mejor guardados de la vida prehistórica de esta región ahora llamada Cataluña.

Un palacio de coral

Pero que nadie se espere ver corales colgando del techo o en medio de las rocas. El coral forma parte de las paredes que cubren las cuevas. Aun así, uno ve a simple vista que no está ante una formación rocosa cualquiera.

Conocidas como el Palacio de la Fauna del Cuaternario, las Cuevas del Toll son uno de los yacimientos paleontológicos más importantes de Europa. Su importancia es tal que están reconocidas como Patrimonio de la Unesco.

¿Qué tienen de especial?

En primer lugar, su ubicación es curiosa. A una escasa hora de Barcelona y muy cercanas al Mediterráneo. En segundo lugar, su origen coralino. Pero, sobre todo, los vestigios que allí prehistóricos que allí se encuentran.

Desde el Paleolítico Medio hasta la Edad de Bronce, estas cuevas han sido testigos de la presencia humana. También de una sorprendente diversidad de mamíferos, con más de treinta y cinco especies diferentes identificadas en excavaciones arqueológicas.

Coves del Toll DIPUTACIÓN DE BARCELONA

Dónde están

Situadas en Moià, las cuevas del Toll emergen en un entorno natural imponente, a 745 metros sobre el nivel del mar. Allí, en lo alto, se encuentra este laberinto de pasillos perforados en la tierras que recorren 1.148 metros en el interior de la roca.

No todo es visitable. Su importancia arqueológica y las investigaciones, que aún prosiguen abiertas, hacen que la visita pública se reduzca a una sección de poco más de 200 metros. Indagar en sus profundidades merece la pena.

Cómo son

Con una disposición en forma de L que invita a los visitantes a adentrarse en su misterioso interior, las cuevas se dividen en dos secciones: una es de 180 metros, la otra de 50m. Ambas son igual de frías.

Las bajas temperaturas en su interior rondan los 14 grados durante todo el año. Esto dota al espacio de una rica biodiversidad que se se funde, conserva y a la vez, pone en riesgo, un legado histórico que se remonta a más de 100.000 años atrás.

Pasado prehistórico

Las cuevas están divididas en dos sectores principales, la galería sur y la galería este. En la primera, los visitantes pueden descubrir evidencias de la ocupación humana prehistórica, incluyendo restos de fuego y herramientas de sílex.

Por su parte, en la galería este, es necesario atravesar el curso de agua que serpentea por el interior de la cueva, sumergiéndose en un mundo de maravillas geológicas.

Aquí, en cambio, no hay estalactitas y estalagmitas. La falta de filtraciones de agua hace imposible estas formaciones. Sin embargo, esto no resta espectacularidad a la visita. 

Las Cuevas del Toll sorprenden a todo el que entra con sus impresionantes formaciones rocosas y su atmósfera única. ¿Cuántas veces uno puede decir que ha caminado sobre coral sin mojarse un ápice?

Hallazgos en las cuevas

A medida que los visitantes avanzan por los estrechos pasajes, se sumergen en un mundo de belleza natural y descubrimientos históricos. Formas sinuosas de techos y paredes, dejan intuir mundos que allí fueron posibles.

Se han encontrado restos de la Edad Bronce, herramientas y utensilios de la época. Ahora, aparecen expuestos como reliquias, antes eran mecanismos para sobrevivir.

Cuándo se descubrieron

Poder visitar este espacio, ahora al alcance de cualquiera, es toda una experiencia, un lujo y casi un milagro. Durante milenios, las cuevas estuvieron ocultas bajo un manto de tierra.

Nadie sabía de ellos y, tal vez pos eso, se preservaron los sedimentos y fósiles acumulados en su interior que más tarde se hallaron. Fue en la década de 1960, cuando la Diputación de Barcelona patrocinó la iluminación de estas cavernas.

Interior de les Coves del Toll COVES DEL TOLL

A partir de entonces, desde el futuro que los habitantes de estas cuevas nunca pudieron imaginar, se puede entrar a esta especie de cápsula del tiempo, que conserva la civilización del pasado.

Protegido, este enclave es uno de los secretos mejor guardados del Vallès Oriental, un testimonio vivo de la fascinante historia hecho de coral que yace bajo la tierra catalana. En cambio, muy poca gente sabe de él.

El entorno

No importa que sólo se puedan recorrer 200 metros, la experiencia merece la pena. Además, es un plan perfecto para ir incluso con los más pequeños. Ellos, como los adultos, quedan fascinados por lo que ven.

Y si uno no quiere bajar a explorar las cuevas del Toll, puede recorrer su entorno. Justo fuera de la entrada, un paseo señalizado lleva a los visitantes a través del bosque, donde se hallan otras cuevas cercanas como la Toixoneres y la Morta. Y más adelante, la sima del Bassot.

Cómo llegar 

Solo hace falta una cosa: predisposición y un buen calzado, ya que las cuevas son bastante húmedas y es mejor no resbalar. 

Llegar hasta las Coves del Toll es sencillo. Desde Barcelona uno debe salir a buscar la C-33 y tomar la salida hacia la C-17. Al llegar a la altura de Tona, uno se desvía por la N-141c hacia Moià y, en el pueblo, ya aparecen las indicaciones que llevan a estas particulares cuevas de coral.

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