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La primera línea de ferrocarril de España circuló por Cataluña. Hizo la ruta Mataró-Barcelona hace ya más de 125 años y, desde entonces, este medio de transporte, con sus más y sus menos, ha sido extremadamente útil a los ciudadanos.

Con todos los problemas que cada tanto dan los servicios de Rodalies, muchos creen que no es difícil imaginar como era viajar en un tren de aquel entonces. En realidad, todo ha cambiado mucho.

Basta subirse al tren granota para descubrirlo. Bajo ese nombre tan particular, el tren rana, se esconde la historia de un tren cuya forma, aseguran, recuerda al animal.

Se debe a su vagón de cabecera, con unos grandes focos que parecen los ojos del anfibio y sus colores, blanco y verde, que decoran su exterior y su interior, donde los suelos son de madera.

Quién lo gestiona

El uso del presente se debe a que el tren granota sigue en marcha. Sí, a pesar de tener más de 80 años, este tren histórico sigue en circulación. Y no hace falta pagar más para viajar en él.

Tampoco se trata de un tren turístico. Este particular convoy hace el recorrido de la línea del Vallès de  Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC), por tanto, cuesta lo mismo que cualquier viaje de metro.

Dé cuando es

Los que desconocen su existencia quedan anonadados cuando lo ven, incluso piensan que el tren no va a detenerse en la estación. Están equivocados.

La compañía de trenes de la Generalitat ha rescatado este modelo de 1944 para uso y disfrute de los usuarios de FGC. Y, realmente, quienes viajan en el tren granota van encantados.

Tren granota | GENCAT

Es una especie de viaje en el tiempo al que uno se sube sin necesidad de renunciar a nada. Sigue habiendo cobertura y llevando al destino. Solo hay que dejarse llevar. Literalmente.

Este convoy pertenece a la serie 400 de los fabricados en los años 60 por Ferrocarril de Sarrià en Barcelona (FSB). Se trata de un modelo que empezó a circular después de la Guerra Civil, en 1944.

Un tren con historia

El convoy unía el barrio de Sarrià de Barcelona con Terrassa y Sabadell, entre otros municipios. Igual que sucede ahora. Y causó casi la misma sensación que en pleno siglo XXI. Aunque por otras razones.

El tren granota renovaba entonces los anteriores modelos de la empresa que controlaba la línea desde su creación en 1863 y supuso toda una revolución. Ahora, tiene un valor, histórico.

Asientos del 'tren granota' PAULA BLUMEN

Sus acabados de madera, sus asientos de terciopelo verde y su chasis pintado de blanco y verde, evidencian que, tanto antes como ahora, uno viaja en un modelo ferroviario especial.

Uno se da cuenta a la que se acerca. Esos enormes faros en el vagón de cabecera que dieron lugar a su mote no se veían antes ni tampoco ahora.

Retirado en los 90

A pesar de ser moderno para la época, con el paso de los años, este tipo de vagones empezó a quedar desfasado. La integración en las líneas de los FGC, los convoyes articulados y con características adaptadas a los nuevos tiempos hicieron de la línea 400 una reliquia. 

El 20 de junio de 1996 circulaba el último tren granota. La compañía se empezó a deshacer de la línea 400. 

Qué pasó

27 vehículos fueron vendidos a los ferrocarriles de Cuba, otros fueron reformados y, finalmente, tres de ellos, quedaron para conservación. El modelo 112 se impuso.  

Pero la historia debe ser recordada y qué mejor que aprovechar que lo vintage está de moda para recuperar el tren granota. La empresa, en cambio, alega otros motivos: la recuperación de la memoria de este país.

“Personas trabajadoras que con sus manos diseñaron y construyeron en plena posguerra un nuevo tipo de vehículo, de aspecto y tecnología moderna en el histórico taller de Sarrià”, deben ser recordadas, señalan desde FGC.

Con este espíritu, el tren granota vuelve a circular. La línea 400 se ha recuperado y hace los mismos circuitos que entonces.

Cuando ir en el tren granota

Dos domingos al mes, los viajeros de la línea del Vallés pueden subirse a este vehículo histórico, cruzar la montaña de Collserola y viajar en el tiempo sentado en uno de estos vagones vintage. Las sensaciones que provoca son maravillosas. Es sumergirse en otra época.

Y todo, por el mismo precio que pagan siempre para hacer el mismo trayecto. Un viaje hacia su lugar de destino, pasando por los años 60.

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