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¿Puede existir todo un pueblo modernista? En Cataluña, sí. No es la Colonia Güell, situada a escasos kilómetros de Barcelona. Se encuentra algo más lejos, en una zona conocida por sus vinos. Y tampoco es el Penedés.

El lugar en cuestión se encuentra en la provincia de Lleida, a unos escasos 14 kilómetros de la capital del Segrià. Su nombre: Raimat.

Este municipio, a pesar de ser conocido por el modernismo imperante, no es tan contemporáneo. Su origen se remonta a época musulmana, de allí viene su nombre. El topónimo es un derivado de una antigua voz árabe que significa “colinas” o “lugar elevado”. 

Razones no les faltaban a sus fundadores. La localidad se erige alrededor de una de las colinas que sobresalen en la famosa plana de Lleida.

Castillo árabe

Aprovechando la orografía, los musulmanes erigieron una fortaleza medieval para protegerse de los ataques. Pero tuvo otras funciones, el entorno del Castillo de Raimat, documentado desde el siglo XII, también sirvió durante siglos como centro agrícola.

Tras las guerras del siglo XVII y los conflictos posteriores, en cambio, el lugar quedó prácticamente abandonado. No fue hasta bien entrado el siglo XX cuando el municipio no volvió a cobrar importancia.

El resurgir de Raimat

Era 1914 cuando el empresario vitivinícola Manuel Raventós i Domènech, propietario de Codorníu, adquirió unas 3.200 hectáreas de esos terrenos que habían quedado baldíos. El objetivo era económico: quiso convertir aquella zona en un territorio fértil de viñas. 

Lo logró. El empresario burgués impulsó la construcción de canales, plantaciones y caminos, creando una auténtica colonia agrícola en las tierras de Raimat.

Más revolucionario fue a la hora de diseñar el nuevo pueblo y las infraestructuras. Para ello contó con el arquitecto Joan Rubió i Bellver, discípulo directo de Antoni Gaudí

Bajo su dirección se levantaron la bodega, la iglesia y las viviendas de los trabajadores, todas con un sello inconfundible del modernismo catalán. 

De desierto a obra de arte

No fue tan fácil. Tal y como cuenta, Elena de Carandini Raventós “hace cien años, todo esto era desierto. No había nada más que el castillo, no crecía nada”. Fue su bisabuelo Manuel quien hizo resurgir a Raimat de sus cenizas.

Lo hizo con creces. El municipio pasó de ser un terreno baldío y en ruinas a transformarse en un proyecto pionero de arquitectura rural y planificación agrícola moderna. En pleno siglo XXI, aquí hay mucho por ver.

Cómo es ahora

Para acercarse a conocer a la localidad, uno puede empezar en orden casi cronológico y visitar el Castillo de Raimat. Aunque es uno de sus edificios más antiguos, sigue siendo el principal emblema del pueblo. 

Situado sobre una colina desde la que se dominan los campos de cultivo, aún conserva sus murallas y torreones originales erigidos por los musulmanes. Reformado y abierto a visitas, hoy la fortaleza está declarada Bien Cultural de Interés Nacional.

Desde aquí, uno ya puede bajar al pueblo y perderse por su casco urbano. Es aquí donde todavía se conservan varios edificios modernistas diseñados por Rubió i Bellver.

Entre los más destacados se encuentran la iglesia del pueblo, las casas de los colonos y antiguos almacenes agrícolas. Todos ellos son joyas únicos del movimiento arquitectónico más importante de la Cataluña contemporánea.

Qué ver

Pero no todo se acaba en la arquitectura. En Raimat se respira silencio y tranquilidad. Apenas tiene 504 habitantes que tienen el privilegio de convivir en un lugar de diseños únicos, con casas centenarias y modernistas en una pareja agrícola aún por descubrir.

Los que se acercan no dudan en emprender alguna de las rutas posibles que parten desde el pueblo. Sus senderos, que pueden recorrerse en bici o a pie, permiten relajarse entre viñedos, fuente de riqueza de la zona.

Las bodegas

La mano de Raventós hizo posible que la riqueza aflorara en este pequeño rincón de Cataluña. Por eso, el alma del pueblo sigue estando en la vid. Y el monumento más importante construido en su honor es la Bodega Raimat.

Este edificio, construido en 1918 bajo la dirección de Joan Rubió, es considerado el primer edificio de hormigón armado de España. Y, aun así, su diseño se integra con el entorno siguiendo el estilo modernista.

Bodegas Raimat

La finca cuenta con más de 700 hectáreas de viñedos plantados sobre suelos pobres y pedregosos, atravesados por la tramontana y el aire del Segrià.

Aquí se cultivan variedades como Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Merlot, Tempranillo o Xarel·lo, con métodos de agricultura sostenible y ecológica. La bodega produce tanto vinos tranquilos como cavas, todos bajo la Denominación de Origen Costers del Segre.

Turismo enológico

Raimat ofrece visitas guiadas para conocer de cerca el proceso de elaboración, recorrer los viñedos y disfrutar de degustaciones. Algunas experiencias combinan catas a ciegas con recorridos interpretativos por la finca, mientras que otras permiten acceder a zonas naturales dentro del proyecto Raimat Natura, un espacio de senderos señalizados, miradores y rutas para ciclistas y familias.

El enoturismo se completa con actividades gastronómicas y culturales que muestran cómo una finca privada puede convivir con el entorno de manera sostenible. Y es que el vino es, desde hace un siglo, el motor económico y turístico de Raimat.

Cómo llegar

Los vecinos de Lleida lo saben bien. En apenas un cuarto de hora se llega, ya sea por la A-22 o la N-240. Hasta se puede ir en bus las líneas L1532/L-402, la L-12 o la Exprés E5 se plantan allí en poco más de 20 m

Desde Barcelona ya son dos horas de viaje en coche, pero la ruta es sencilla. Sólo hay que tomar la A-2 en dirección a Lleida y tomar la salida hacia Raimat.

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