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Hay lugares que parecen inventados por un escritor romántico, incluso pintados por un artista de la época. Pozas naturales de colores extraordinarios, bosques de una frondosidad que cubren la zona con un halo de misterio…

Cataluña está repleta de este tipo de parajes, donde el rumor del agua y el olor a bosque se imponen a la imagen que se tiene de su gran capital, Barcelona. Y, precisamente, son estos espacios los que cada vez empiezan a llamar más la atención a la prensa extranjera y de viajes. 

Sin ir más lejos, el diario Clarín de Argentina dedicaba este mes de octubre un pequeño artículo a uno de estos rincones que no todo el mundo conoce: el Toll de l’Olla.

“El entorno, cubierto de vegetación autóctona, conserva intacta la esencia de los paisajes mediterráneos de montaña”, relata el medio para definir este paraje escondido entre las montañas de Prades. Uno de los parajes naturales “más sorprendentes y fotogénicos” del interior de Cataluña, prosiguen.

Qué es el Toll de l'Olla

Para los que no lo conozcan y no sepan catalán, el Toll de l’Olla es una piscina natural, aunque no una cualquiera. Se formó durante miles de años gracias a la erosión del río Brugent, que nace en las montañas de Prades y baja serpenteando por los valles estrechos antes de unirse al Francolí.

En uno de sus tramos más profundos, el agua cae sobre esta poza y de forma espectacular. Un salto de agua de unos quince metros de altura preside este gorg circular de roca caliza, creando un estanque natural de color esmeralda.

Una excursionista por Farena TURISME DE CATALUNYA

El resultado es un paisaje casi irreal. El agua fría y transparente casi adopta el mismo color verde del bosque que lo rodea y que, en más de una ocasión, se refleja en su fondo.

Mientras, pequeñas cascadas y pozas secundarias completan el escenario de este bosque que bien merece una visita, como remarca el diario.

Dónde está

La zona que rodea el Toll de l’Olla forma parte del Parque Natural de las Montañas de Prades. Ser trata de un espacio protegido de más de 30.000 hectáreas que abarca bosques de pino rojo, encinas y robles. 

La vegetación es densa, el aire huele a humedad y resina, y la luz se filtra entre las copas de los árboles. En verano, el sonido del agua se convierte en banda sonora permanente.

Leyenda local

Como en muchos rincones antiguos de Cataluña, el lugar también tiene su mito. Los habitantes de Farena cuentan que hace siglos una bruja bondadosa vivió cerca del río y utilizaba sus aguas para curar a los enfermos. 

Algunos afirman que de esa historia nació el nombre del enclave y su fama de sitio “mágico”. Sea o no cierta, la leyenda contribuye a reforzar el aura misteriosa que envuelve al Toll de l’Olla.

El acceso parte del diminuto pueblo de Farena, perteneciente al municipio de Mont-ral. Desde su entrada hay un pequeño aparcamiento, y a partir de ahí comienza el sendero que conduce a la poza. 

Son unos seis kilómetros de recorrido circular que atraviesan bosques y tramos de ribera. La caminata no presenta dificultad técnica, aunque el último descenso hacia la poza requiere cuidado: el suelo puede estar húmedo y resbaladizo.

Ruta accesible

El trayecto se completa en unos 45 minutos. En el durante, el senderista camina entre el canto de los pájaros y el rumor del río, y el aire fresco de la montaña acompaña cada paso. 

Al llegar, el paisaje se abre de repente y aparece la poza, escondida entre paredes de roca, con el agua vibrando bajo la luz.

Ideal en otoño

Aunque el verano atrae a la mayoría de los visitantes, el otoño es, sin duda, la mejor época para disfrutar del Toll de l’Olla. Con el descenso de las temperaturas, el caudal del Brugent se mantiene estable y el entorno recupera la calma. 

Los colores del bosque se transforman en una paleta de ocres, rojizos y dorados que tiñen los árboles y se reflejan sobre el agua. Y, sobre todo, hay menos gente.

Cómo llegar

Este paraje que enamora a la prensa extranjera está a hora y media de Tarragona. Sólo hay ir por la carretera N-240 en dirección Montblanc y antes de llegar allí, en La Riba, se encuentra el desvío hacia Mont-ral y Farena.

Desde Barcelona, el recorrido es más largo, de unas dos horas. Se va por autopista, por la autopista AP-2, donde se toma la salida hacia Montblanc y allí se siguen las mismas indicaciones.

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