La proximidad de Cataluña con los Pirineos hace que cualquier catalán o visitante de la comunidad autónoma pueda disfrutar de una naturaleza exuberante. Zonas volcánicas, lagos impresionantes, cascadas y rutas de senderismo que hacen las delicias de los amantes de las escapadas al aire libre.
Otra de las opciones que ofrece esta sierra es adentrarse en sus entrañas. No se trata sólo de seguir caminos, sino de meterse en lo más profundo de las rocas. Una oportunidad única que puede hacerse si se cruza al otro lado, a Francia.
Dónde está
En la zona de los llamados Pirineos Atlánticos se encuentra una zona única por su naturaleza como por su posibilidad de exploración. Allí, hay toda una serie de cuevas que permiten viajar al interior de la cordillera y de la Tierra.
Una de las más destacadas es la cueva de La Verna. Calificada por muchos como una maravilla geológica esta gruta es conocida por albergar la mayor sala iluminada de Europa ubicada bajo tierra. Los datos dan fe de ello. Con 245 metros de largo, 194 metros de altura y una extensión de cinco hectáreas, se trata de la sala subterránea accesible al público general más grande del mundo que ocupa una superficie de cinco hectáreas. Todo ello a 734 metros bajo el nivel de la superficie.
Dimensiones de la cueva
Su volumen alcanza los 3,6 millones de metros cúbicos, características que, junto con su estructura monumental y accesibilidad, la convierten en un destino único y libre de la sensación de claustrofobia que acompaña a otros espacios subterráneos más reducidos.
En su interior, la sala de La Verna impresiona tanto por sus dimensiones como por la presencia de un río subterráneo que genera una sonoridad peculiar, envolviendo a los visitantes en un ambiente de magnitud casi desmesurada.
Descubrimiento
Llegar hasta aquí no fue fácil. Al menos, no tanto como ahora. El descubrimiento de esta cueva, escondida entre los municipios de Sainte-Engrâce, Arette y Aramits, se remonta a 1953, cuando varios miembros del club scout “Clan de La Verna”, de allí su nombre, iniciaron su exploración.
Las expediciones anteriores a este descubrimiento comenzaron en 1950, y en poco tiempo ya fueron batidos récords espeleológicos, como el descenso en 1951 de un pozo de 320 metros, considerado en aquel entonces el más profundo del mundo.
Tras todos estos trabajos y, ante el asombro del mundo, la gruta o sala de La Verna fue reconocida y abierta al público gracias a los trabajos posteriores de acceso, con el objetivo de explotar su potencial turístico y científico. Así, desafiando a la naturaleza, esta cueva se puede visitar en la actualidad gracias a la construcción de un túnel artificial de 660 metros excavado entre 1955 y 1960.
Este acceso que ahora recorren miles de visitantes al año, no se construyó para el público general, sino que fue parte de un proyecto hidroeléctrico para captar el río subterráneo en favor de la producción de energía. Ahora, lo que en su día fue parte de un proyecto científico e industrial, permite a los visitantes internarse en la montaña hasta alcanzar el mirador de la gran sala.
Visitas a la gruta
De hecho, si uno se acerca a la cueva de Verna tiene hasta tres opciones de visita. El recorrido "descubrimiento" es el más simple: consiste en un breve paseo por el túnel que conduce al mirador de la sala, donde los visitantes pueden observar la inmensidad de la cueva en un entorno controlado, ideal para quienes prefieren una visita tranquila sin gran actividad física. Además, es completamente accesible para personas con movilidad reducida, ya que su recorrido es en horizontal y sin obstáculos.
Por otro lado, el recorrido "río2 lleva a los visitantes hasta el curso de agua subterráneo, alcanzando la sala superior que exploraron los primeros espeleólogos. En esta visita, se cruza el río mediante pasarelas y una escalera tallada en la roca, permitiendo una experiencia de mayor contacto con el entorno geológico de la cueva.
Por último, la tercera opción, bautizada como la visita de "exploración", implica un trayecto de dos horas en el que se atraviesan zonas más accidentadas de la cueva, con algunas secciones en las que es necesario utilizar las manos para avanzar por las rocas moldeadas durante miles de años por la acción del agua. Este recorrido culmina en la parte baja de la cueva, y está pensado para quienes buscan una experiencia más desafiante y cercana a la actividad espeleológica.
Todas las visitas son realizadas en compañía de guías que proporcionan el equipamiento necesario –casco, linterna frontal y auriculares– y se adaptan a las condiciones del entorno y al perfil de los grupos, asegurando que cada visita sea tanto segura como enriquecedora. Eso sí, si se quiere cruzar el río es mejor ir con ropa de repuesto o, al menos, impermeable, sin olvidar un buen calzado.
Cómo llegar
Para llegar a la cueva de La Verna en Francia desde Cataluña, la ruta más corta empieza en Vielha (Lleida). Allí comienza un trayecto de tres horas y media que arranca por la carretera N-230 en dirección a la frontera con Francia, donde se convierte en la carretera N-125 hasta llegar a la A-64, en dirección Tarbes y Pau.
Se debe tomar la salida hacia Aix y de allí, proseguir por la D-281, que se torna la D-111, la D-2 y otra. Siempre se ha de seguir en dirección a Sainte-Engrâce. Una vez en el municipio, sólo se tiene que seguir las señales hacia el Espace Accueil Arrakotchepia, el centro de visitantes de la cueva de La Verna.