Mujer trabajando con un portátil en una oficina
La revolución del código QR y su transformación en un activo estratégico del marketing
El uso de este código digital se ha convertido en una herramienta digital de primer orden que integra también la inteligencia artificial al servicio de tu negocio
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Que nadie se deje engañar por su apariencia modesta. El código QR se ha vuelto una pieza tan común en nuestro paisaje urbano y digital que corremos el riesgo de subestimarlo, de verlo como una simple puerta de enlace a una web o un PDF. Pero bajo esa matriz de píxeles en blanco y negro se está gestando una profunda transformación.
Mientras la mayoría de usuarios y empresas se quedaron en la superficie, la tecnología ha seguido avanzando para convertirlo en una herramienta de marketing sofisticada y con un enorme potencial de negocio.
Y, aunque la creación de códigos QR se ha democratizado hasta el punto de ser casi instantánea, la tecnología que los impulsa se prepara para un salto evolutivo. Las proyecciones no mienten: se espera que el mercado global de pagos a través de QR supere los 60.000 millones de dólares en 2033, según un informe de Grand View Research.
Este crecimiento no se debe a que vayamos a escanear más menús, sino a que los QR se están volviendo más inteligentes, dinámicos y capaces de ofrecer experiencias personalizadas que hasta ahora eran impensables.
Del menú digital a la inteligencia de negocio
El sector de la restauración fue el campo de pruebas perfecto. Los QR eliminaron la necesidad de menús físicos, pero su verdadero valor no tardó en aflorar. Los hosteleros más avispados pronto vieron que cada escaneo era una fuente de información.
Podían saber qué platos eran los más consultados, a qué horas había más afluencia o incluso vincular el escaneo a un sistema de pedidos y pagos directos desde el móvil, agilizando el servicio y mejorando la rotación de mesas.
Este modelo ha sentado las bases para ir mucho más allá. Ahora, un simple escaneo puede iniciar un programa de fidelización, invitar al cliente a dejar una reseña en tiempo real o presentar ofertas personalizadas basadas en sus pedidos anteriores.
El QR se ha convertido en un puente directo entre el espacio físico del restaurante y el ecosistema digital de la marca, permitiendo recopilar first-party data de un valor incalculable en un contexto de menor dependencia de cookies de terceros. Transforma una interacción anónima en el inicio de una relación con el cliente.
El gran consumo marca el ritmo y pone la mira en 2027
Si la restauración fue el laboratorio, el sector del gran consumo (FMCG, por sus siglas en inglés) se perfila como el catalizador de su adopción masiva y estandarizada. La iniciativa global "Sunrise 2027", impulsada por la organización de estándares GS1, marca una fecha clave: para 2027, se espera que los códigos de barras tradicionales convivan y sean progresivamente reemplazados por códigos bidimensionales, como los QR, en los puntos de venta de todo el mundo.
El cambio es radical. Un código de barras lineal apenas puede contener una docena de dígitos para identificar un producto. Un código QR, en cambio, puede albergar una cantidad de información casi ilimitada.
Al escanear el QR de un paquete de café, un consumidor podría acceder no solo a su precio, sino a datos detallados sobre su huella de carbono, el origen ético de sus ingredientes, certificaciones de sostenibilidad, información sobre alérgenos o instrucciones de reciclaje del envase. Para las marcas, esto supone una oportunidad sin precedentes para ejercer la transparencia y conectar con un consumidor cada vez más consciente.
La inteligencia artificial ya es el nuevo motor del QR
La verdadera disrupción llega cuando a la versatilidad del QR le sumamos una capa de inteligencia artificial. Estamos hablando de los códigos QR dinámicos. A diferencia de un QR estático, que siempre dirige a la misma URL, uno dinámico puede cambiar su comportamiento basándose en el análisis de datos en tiempo real, como la hora, la geolocalización o incluso el historial de escaneos previos del usuario.
Un algoritmo de IA puede, por ejemplo, hacer que un mismo código QR en un anuncio muestre una promoción de café helado si se escanea por la mañana en Sevilla, y una oferta de chocolate caliente si se escanea por la tarde en Bilbao.
Puede adaptar el idioma, el contenido y la oferta al perfil demográfico del usuario, llevando el marketing contextual a un nuevo nivel de precisión. Esta capacidad de personalización en tiempo real es lo que transforma al QR de una herramienta pasiva a un motor de conversión activo.
Un simple escaneo que esconde una experiencia inmersiva
Otra de las fronteras que los QR están derribando es la que separa el mundo físico del digital a través de la Realidad Aumentada (AR). La tecnología hace bastante que dejó de ser ciencia ficción y su puerta de entrada puede ser tan sencilla como el código impreso en el packaging de un producto.
Las aplicaciones son tan amplias como la creatividad de los equipos de marketing. Una marca de cosméticos puede usar un QR para lanzar una experiencia de prueba virtual (virtual try-on) que permita a los usuarios ver cómo les queda un tono de pintalabios usando la cámara de su móvil.
Una empresa de alimentación puede hacer que la mascota de sus cereales cobre vida con una historia animada o que un chef virtual explique una receta. Estas experiencias inmersivas generan un altísimo nivel de engagement y un factor sorpresa que fortalece enormemente el recuerdo de la marca.
La seguridad y confianza del usuario siguen en la lista de los pendientes
Sin embargo, esta evolución no está exenta de riesgos. A medida que aumenta el uso de los códigos QR para acciones sensibles, también lo hacen las amenazas. El quishing (phishing a través de QR) es una realidad: ciberdelincuentes que superponen pegatinas con códigos maliciosos sobre los legítimos para redirigir a los usuarios a webs fraudulentas.
La confianza es la piedra angular. Las empresas tienen la doble responsabilidad de, por un lado, asegurar sus canales utilizando QR que dirijan a dominios verificados (HTTPS) e implementando medidas como la protección con contraseña o los límites de escaneos en campañas sensibles.
Por otro lado, deben participar en la educación del usuario, recomendando prácticas seguras como verificar la URL a la que redirige el código antes de continuar. La seguridad no es una opción, sino un requisito indispensable para que el enorme potencial del QR pueda desplegarse sin frenos.
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