Podemos decir que, en los últimos años, las Administraciones Públicas de nuestro país han pasado de ser un centro de resolución de trámites a un solucionador de problemas. Lo que ya conocemos como “era de la digitalización” está sometiendo al sector público a una transformación de la manera en que se trabaja y se responde al ciudadano. Un impacto positivo que sin embargo requiere de una importante orientación en la adopción de nuevos procesos basados en Inteligencia Artificial (IA), para convertirse en soluciones reales y duraderas, con un resultado tangible en las Administraciones. Esto pasa por un cambio de perspectiva que les permita aprovechar esta transformación y re-aprender al tiempo que se avanza en esta implementación, y analizar muy bien las prioridades para no dejarse llevar por lo que están haciendo los demás.
La experiencia es un grado
Cuáles son estas prioridades, qué cambios internos se deben hacer antes de comprar la tecnología, y sobre todo cómo se va a conectar esta tecnología de IA con los valores de cada Administración, son solo algunas de las preguntas que deben realizarse desde los responsables del cambio en el sector público para no generar brechas o desestructura en adoptar nuevos funcionamientos.
En compañías tecnológicas que vienen trabajando desde hace más de 15 años con inteligencia artificial, como es el caso de Serimag, observamos la importancia de hacer ese paso previo de re-diseño de la propia organización; no corremos una maratón sin haber entrenado antes. Y en el sector público, precisamente para reducir brechas, nace el concepto de interoperabilidad; un objetivo común que permite cohesionar el lenguaje entre las Administraciones y eficientar el intercambio de información. Tal como define el BOE, la interoperabilidad es la capacidad de los sistemas de información y de los procedimientos a los que éstos dan soporte, de compartir datos y posibilitar el intercambio de información y conocimiento entre ellos.
La necesaria digitalización integral
Sabemos que las Administraciones Públicas son una de las mayores fuentes de información en nuestro país, y tiene mucho sentido que necesiten que sus datos estén estructurados y sin errores, entre otras cosas, para que el intercambio de datos sea eficiente y que el ciudadano reciba información homogénea. En esta línea, la tendencia ha ido desde la utilización de expedientes en físico, a su posterior digitalización y creación de plataformas/gestores de datos donde se recogen los documentos digitalizados y, ahora, a la explotación de esos datos contenidos en los documentos digitales. La transformación es evidente, pero si queremos ir un paso más allá y que la interoperabilidad tenga sentido, el lenguaje debe ser común en todas las Administraciones y en este sentido, las tecnologías que benefician la veracidad y la organización de los datos son un factor clave hoy en día.
Los retos de las AAPP para una eficiencia en cadena
Para este buen funcionamiento, existen una serie de retos individuales y compartidos. Los primeros se refieren a aquellos retos propios de cada Administración; los segundos, son retos comunes entre éstas. Los individuales están orientados a hacer un buen análisis del valor de la administración, es decir, preguntarse qué se está aportando al ciudadano y qué se debería aportar; es la parte más creativa en la que la Administración diseña su propósito. Se deben determinar las limitaciones operativas, rediseñar procesos operativos internos y alinear las expectativas con los plazos. Esto último es muy importante porque la tecnología avanza a pasos agigantados y los cambios en las Administraciones Públicas son muy lentos. Y todo ello, aceptando que hay que asumir riesgos para aprender.
Si nos referimos a los retos compartidos, si el principal objetivo es la interoperabilidad, hay que empezar por sanear la información, conseguir que sea verídica y entendible (estructurada) para construir sobre cimientos estables. Eso pasa por incorporar tecnologías como la IA. Por ejemplo, aplicada a la automatización de documentos, permite clasificar documentos, extraer datos y entender la información que contienen para detectar errores, y fraude.
Otro reto importante es adaptar el lenguaje para que la información que se da al ciudadano sea homogénea y ayudarles así a cometer menos errores en la interacción con los procesos y así aportar datos más “limpios”. Conocemos lo más difícil, el reto y la definición del “problema”, hagamos ahora que la tecnología aplicada de una manera precisa y correcta facilite su solución.
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