Habla el Extranjero

Habla el Extranjero Simón Sánchez

Habla el extranjero

India y Pakistán se quieren aniquilar, pero no les dejan

Publicada

Hace mucho tiempo conocí en una ciudad extranjera a Enric González, muy conocido por sus crónicas sobre política internacional en El País, siempre muy graciosas y sensatas, y que luego se fue a El Mundo, volvió a El País, y luego creo que, antes de jubilarse, se fue a un diario de ultraizquierda, no recuerdo cuál, y a colaborar en la SER. Si no me equivoco. Le he perdido la pista y no escucho la radio.

Pero recuerdo mi asombro cuando le escuché -estábamos en una cabina telefónica (estábamos los dos, porque fuera llovía) de Budapest-, dictar por teléfono una crónica sin haberla previamente escrito: habíamos asistido a no sé qué evento de asuntos internacionales, y tal como éramos entonces, en cuanto él acabase de transmitir su crónica pensábamos irnos de copas.

Con asombro y admiración asistí a la creación de una de aquellas crónicas suyas, tan elaboradas y construidas, para El País, yo hasta entonces pensaba que Enric escribía aquellas crónicas minuciosa y detalladamente. Para nada. No había tomado ninguna nota, no había garrapateado unas líneas en ninguna libretita de esas a las que somos tan afectos los periodistas y que siempre llevamos en el bolsillo. No, eso era para la clase de tropa. Enric iba “a pelo”. Una tras otra las frases armoniosas, y las bromas que tanto sabor daban a sus crónicas, salían de su mente, pasando por su boca, directamente, al auricular. Al otro lado del teléfono, a cientos de kilómetros de Budapest, una secretaria o un redactor pasaban a máquina sus frases.

-Hecho. Ya podemos irnos de copas, conozco una cervecería cerca del Erzsébet Hid donde solía ir Sandor Marai –dijo Enric, sonriendo abiertamente, tras colgar.

Le comenté mi asombro y admiración antes su capacidad de improvisar y él –que aunque a veces finja serlo, no es precisamente modesto— me dijo que bah, aquello no tenía mérito ninguno, que esa fluidez del discurso que transita sin vacilaciones de la mente al habla es una habilidad que se adquiere con la práctica.

Desengaño a los lectores y a los aprendices y a los veteranos como yo: por mucho que practiquen, no todos adquieren esa habilidad. Resignaos. La mayoría bregamos sudorosos largamente, con la cabeza inclinada sobre el teclado, y nos tienen que llamar a cenar dos o tres veces.

En aquella ocasión, le felicité porque, además, parecía estar al corriente de lo que pasaba en todo el mundo: elecciones en Europa, conflictos en USA, guerras africanas, tormentas de arena en Uzbekistán, nada escapaba a su atención. Se encogió de hombros y dijo: “Leo cada semana The Economist. No hay más secreto”.

Bien, al día siguiente me subscribí a The Economist. Y ahora estoy siempre al día de lo que pasa en el mundo. Por eso puedo escribir esta columna.

Otra cosa que aquel día me dijo Enric González era que el verdadero peligro para la supervivencia de la humanidad no estaba en el conflicto entre Estados Unidos y Rusia, sino entre India y Pakistán. “De ahí es de donde es más probable que estalle una guerra mundial. Son dos países fanatizados en términos políticos y religiosos, y ambos están armados con bombas atómicas, y les encantaría utilizarlas”.

Desde esa ominosa profecía han pasado, como decía, muchos años, pero la espada de Damocles sigue ahí colgada sobre nuestras cabezas. Se han producido estos días serias escaramuzas en la frontera, de momento frenadas por la intervención de la comunidad internacional.

Han sido los combates más intensos, en décadas, en el conflicto por la dividida región de Cachemira. La Administración de Trump ha forzado un alto el fuego. La prensa europea teme que esta tregua entre las dos potencias nucleares sea frágil.


El Süddeutsche Zeitung (veterano periódico socialdemócrata alemán) sostiene que Estados Unidos está volviendo a su antiguo papel de policía global:

“Donald Trump prefiere llevar la toga de un poderoso emperador romano en política exterior: amenaza, negocia y chantajea según la ley del más fuerte. En Cachemira, sin embargo, las cosas fueron diferentes. Siguiendo la tradición estadounidense, una vez más se puso el uniforme de policía del mundo. Como el ex presidente Bill Clinton hace más de 20 años, Trump ha logrado un momento de distensión en Cachemira. Ahora deben seguir más pasos diplomáticos, ya que la violencia puede resurgir en cualquier momento. El conflicto de Cachemira seguirá manteniendo al mundo en vilo”.


The Spectator
, el no menos veterano medio británico conservador (con tendencias ultras, por cierto), sostiene que ambas partes se beneficiarán del alto el fuego: “Tanto India como Pakistán celebrarán ahora sus respectivas victorias. Es probable que India reclame haber respondido con firmeza al ataque del 22 de abril y la eliminación de un líder terrorista en Pakistán. Mientras tanto, además de la prohibición global de vuelos de aviones civiles, Pakistán probablemente destacará la defensa eficaz de su espacio aéreo”.


¿Ha comenzado ya la próxima guerra mundial? Politiken, el gran diario danés, ve signos amenazadores en el inmediato porvenir y muestra gran preocupación por los conflictos que estallan aquí y allá:

“China apoya a Pakistán, mientras que Estados Unidos apoya a India. China y Estados Unidos son más rivales que aliados en su exigencia de un mundo en paz. Es un signo de los tiempos. Ucrania podría ser ya escenario de una tercera guerra mundial: más de un millón de personas han muerto o resultado heridas allí. China y Corea del Norte apoyan a Rusia, e India compra petróleo ruso, mientras que Europa apoya a Ucrania y un impredecible Estados Unidos intenta arrebatarle la autodeterminación a Groenlandia y Canadá entre bastidores. '¿Nos dirigimos hacia otra guerra mundial o ya ha comenzado?', se preguntó el periódico británico The Guardian el fin de semana. La respuesta es: es difícil saberlo”.