Entre los mayúsculos errores geoestratégicos de Estados Unidos, y de su satélite europeo, destacó el abandono del régimen de Reza Pahlevi, el sha de Irán, permitiendo que un clérigo infernal, el ayatola Jomeini, se quedase con el país. Comparado con eso, la destrucción de Suramérica, la intervención en Afganistán para echar a los rusos, y para acabar entregándola a los talibanes, y otras torpezas catastróficas son pequeños errores veniales.
Lo de Irán es corregible, sostienen algunos think tanks americanos. Israel debería atacar Irán ahora –tentación del Gobierno israelí de Bibi Netanyahu, frenada por el saliente presidente norteamericano Biden--, aprovechando que ya ha desmantelado a todos sus peones (Hamas, Hezbolla, Assad) en Oriente Medio.
Uno estos grupos dedicados a la geoestrategia es el Yorktown Institute, dirigido por Seth Cropsey, exsubsecretario adjunto de la Marina norteamericana y autor de libros como Mayday y Seablindness. Acaba de publicar en The Hill (influyente periódico de Washington y sitio web muy leído por la clase política) un ensayo titulado precisamente Israel debe golpear a Irán ya, allanando el camino de un Trump 2.0 en el que resume los grandes beneficios que arrojaría, para reafirmar el poder militar norteamericano sobre el mundo, poder debilitado en las últimas décadas, esta nueva escalada bélica. De todas maneras, Trump tiene a los ayatolás entre ceja y ceja desde que se descubrió una trama iraní para asesinarle en el último tramo de la campaña electoral americana.
Como significativa manifestación de cómo ve las cosas en Oriente Medio un sector relevante de los políticos trumpistas de Washington, resumimos los argumentos de Cropsey:
“El reciente cambio en los acontecimientos geopolíticos contra Irán y sus apoderados proporciona a Israel una clara oportunidad - y a la segunda administración Trump también. Israel debe atacar Irán ahora, golpeando cualquier número de objetivos de alto valor dentro de la República Islámica. Esto preparará el terreno para que la segunda administración Trump vaya más allá de la presión máxima y ataque el corazón del régimen iraní.”
“(…) mediante una demostración muscular del poder israelí, Jerusalén puede proporcionar a Washington una enorme influencia sobre el Nuevo Eje Euroasiático.”
Hay que contar, sostiene Cropsey, con que por firme y sólido que parezca, el régimen de los clérigos en Teherán está carcomido. Quizá basta con darle un empujoncito, en forma de algunos bombardeos:
“El colapso del régimen de Assad debería recordar a los observadores de los acontecimientos internacionales dos hechos básicos: En primer lugar, la fuerza de los Estados autoritarios puede disiparse sin previo aviso aparente. Se pensaba que Bashar Al-Assad había ganado la guerra civil siria con bastante facilidad a partir de 2020. Los Estados del Golfo y los europeos, cuando el grupo rebelde islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) inició su ofensiva a principios de diciembre, estaban inmersos en un proceso de un año para rehabilitar el régimen de Assad y volver a integrarlo en las estructuras políticas regionales.”
“(…) Sin embargo, pocas semanas después, el régimen de Assad ha desaparecido. Toda la estructura político-militar de Assad se deshizo. No hubo una última resistencia en Damasco. Rusia, en particular, ha notado el colapso de su socio regional más crucial, menos de dos años después de que el intento de golpe de Estado de Yevgeny Prigozhin llevara columnas del Grupo Wagner a las afueras de Moscú.”
“En segundo lugar, las crisis internacionales se entrecruzan de formas inesperadas y en gran medida caóticas, que producen resultados impactantes o, más exactamente, ponen de manifiesto las debilidades existentes. El régimen de Assad nunca fue lo suficientemente fuerte como para resistir una oposición sostenida sin un apoyo externo abrumador. Las fuerzas de Assad derrotaron a los diversos grupos rebeldes sirios en la década de 2010, no por su compromiso ideológico con el baasismo assadista, ni siquiera por temor a la dominación yihadista suní, sino porque Irán y Rusia destinaron cuantiosos recursos a mantener a Assad en el poder.”
“(…) Pero el asalto de Rusia a Ucrania ha limitado su capacidad de actuación en Oriente Próximo. Los aviones que Assad necesitaba para bombardear las líneas de suministro rebeldes fueron redirigidos a Ucrania. Los aeródromos desde los que los bombarderos estratégicos rusos lanzarían ataques sobre Siria están bajo el ataque de drones ucranianos. Las fuerzas navales rusas no pueden simplemente transitar por los estrechos turcos, dado que Ankara los ha cerrado desde finales de febrero de 2022.”
“Y las fuerzas de despliegue rápido a las que Rusia recurriría para luchar sobre el terreno, ya sean paracaidistas y operadores especiales rusos o el Grupo Wagner y otras organizaciones mercenarias, han quedado maltrechas tras tres años de combate en Ucrania. Irán, por su parte, ha sufrido daños significativos durante más de un año de guerra con Israel.”
“Esto abre una clara oportunidad para Israel. También tiene implicaciones directas para la estrategia de Estados Unidos.
El régimen de Assad era crucial para la estrategia de Irán. El tránsito por territorio sirio permitía a Irán sostener a Hezbolá en Líbano, amenazar a Israel desde dos ejes en el norte, presionar a Jordania mediante el contrabando transfronterizo de drogas y transferir armas a los socios de Irán en Cisjordania. Además, Irán podría desplegar varios radares de defensa aérea y de alerta temprana en Siria.”
“Dado que Arabia Saudí concluyó un modus vivendi con Irán en 2023, Israel no puede atacar a Irán atravesando el espacio aéreo saudí. En su lugar, debe seguir un corredor sobre Siria e Irak. Cuando se combinan con los radares de largo alcance basados en Irán, las defensas aéreas iraquíes y una variedad de sistemas antiaéreos anticuados pero numerosos, los radares sirios de alerta temprana permitieron a Irán detectar un ataque israelí a cualquier escala significativa, especialmente debido a los problemas de consumo de combustible si los aviones israelíes volaban a bajas altitudes durante tal distancia.”
“Israel puede tener la tentación de esperar hasta la toma de posesión de Trump (el próximo día 20) para actuar contra Irán. Esto es un error. La administración del presidente electo adoptará una postura claramente belicista hacia Irán, sobre todo porque entre su personal, la presión sobre Irán es un punto natural de acuerdo estratégico, ideológico y prudencial-político - especialmente porque Irán dio el paso extravagantemente imprudente de intentar asesinar al presidente electo.”
“Sin embargo, una vez que la administración Trump establezca la política estadounidense en Oriente Medio con una orientación más racional que la de los últimos años, se enfrentará a un claro desafío. No puede limitarse a resucitar la coalición antiiraní de finales de la década de 2010, consagrada en los Acuerdos de Abraham. Tampoco podrá disponer de todos los resortes de la anterior campaña de máxima presión, dada la resistencia que Irán ha cultivado a través de sus relaciones con Rusia y China.”
“En lugar de ello, Estados Unidos necesita una nueva estrategia para presionar a Teherán, que incorpore sanciones, amenazas y acciones contra apoderados, y operaciones de inteligencia para degradar lo que queda del Eje de Resistencia de Irán.”
“Crear esta estrategia llevará tiempo. Un ataque israelí directo contra Irán, ya sea contra el programa nuclear u otros objetivos críticos del país, ayudará a establecer los parámetros de la política estadounidense hacia Irán y abrirá otras posibilidades de acción estadounidense para acabar con el gobierno de los clérigos radicales.
Se puede contar con que la administración saliente de Biden se opondrá a cualquier esfuerzo de Israel por derrocar a Irán, el origen de la guerra en la que está sumido Oriente Próximo desde el 7 de octubre de 2023. Pero Trump posee un entendimiento más claro, y su administración debería dar la bienvenida a un nuevo enfoque, uno que redefina la máxima presión sobre Irán.”
En fin, que suenan tambores de guerra para Irán. Guerra quizá desaconsejada por la legalidad internacional, el riesgo de escalada bélica, las consecuencias diplomáticas, el aumento de la inestabilidad regional… Pero, como es notorio, para personalidades como Trump o Netanyahu las consecuencias de este tenor constituyen la última de sus preocupaciones.