El experimento político de El Salvador, de corte autoritario aunque avalado por la población, que da en las elecciones un apoyo abrumador al presidente Nayib Bukele, es muy interesante. Quizá sea el primer país del continente americano que ha logrado poner un freno radical al poder de la delincuencia organizada. Una vez ha vuelto la paz a las calles, el reto del gobierno de Bukele está en activar una economía que había sido destruida por el imperio del crimen.
Desde luego, esa paz y esa esperanza de la ciudadanía no se ha obtenido a coste cero. Más de 80.000 personas –sobre una población de poco más de seis millones- han sido encarceladas. Algunas de ellas inocentes, dicen los críticos, y encarceladas injustamente en base a sus indelebles tatuajes, delatores de su adscripción a alguna banda, cuando acaso ya hacía años que se habían reincorporado a la legalidad.
Las izquierdas de todo el mundo, y las ONG más sensibles a las violaciones de los derechos humanos, critican ácidamente a Bukele en base a las imágenes, ciertamente escandalosas, que el mismo gobierno salvadoreño difunde orgullosamente, en que se ve a los pandilleros presos en calzoncillos, conducidos como reses a las celdas de sus megaprisiones.
Una de las mayores preocupaciones sobre el proyecto dinamizador de Bukele es qué pasará cuando esos “pandilleros” vuelvan a la calle, dentro de un año, 10 o 20. Sin una política de reinserción, el plan represivo no haría más que despejar momentáneamente el panorama y dejar para el porvenir, siempre incierto, la reanudación del caos.
Pues bien, ahora se ha sabido que el país centroamericano ha puesto en marcha el llamado "Plan Cero Ocio" para iniciar la reinserción de algunos presos.
El objetivo de esta medida, informa Grand Continent –think tank europeísta basado en París-, es evitar el “ocio penitenciario” de los detenidos, asignándoles distintos trabajos en todo el país para redimir sus culpas y apoyar a la sociedad salvadoreña. “Por ejemplo, participan en la limpieza de playas, reparación de centros educativos y su mobiliario, hospitales de la red pública de salud, infraestructuras policiales, viviendas para familias de escasos recursos y otras acciones en beneficio de la comunidad”. Esta medida comenzó en agosto de 2020, cuando 147 reclusos limpiaron playas y distribuyeron paquetes de alimentos como parte de la ayuda estatal durante la pandemia de Covid-19.
“En total, el Gobierno salvadoreño dice que 2.000 reclusos forman parte del programa. Todos se encuentran en la fase de confianza, que consiste en una relajación de la disciplina y la concesión de más libertad al condenado”.
Por cierto que es muy interesante también saber que buena parte de los consejeros de Bukele son técnicos de alta competencia, educados en universidades anglosajonas… y de nacionalidad venezolana: expulsados de su país, como multitud de compatriotas, del saqueo, la ruina y la destrucción de Venezuela por el régimen “bolivariano”.
Aniversario del Brexit
En Gran Bretaña, a la espera de que los laboristas ganen por avasalladora goleada las elecciones del próximo 4 de julio, se conmemora –que no celebra— el octavo aniversario de la votación para la salida de la Unión Europea. Ocho años marcados por el caos político, los presidentes efímeros y la zozobra económica, aunque no por el hundimiento de la economía que los “remainers” predecían. El futuro ministro de Asuntos Exteriores y hasta ahora miembro del llamado “Gobierno en la sombra” laborista David Lammy, ya ha anunciado su firme voluntad de estrechar lazos con la UE, aunque no se contempla una reincorporación.
La prensa británica editorializa sobre el tema. El Irish Independent señala que “ya es la hora de empezar de cero” (“Time for a fresh start”): con el laborismo hay esperanza de establecer mucho mejores relaciones con Europa:
"No hay ninguna perspectiva de que el Reino Unido regrese pronto a la Unión Europea. Pero eso no significa que los buenos vecinos no puedan trabajar juntos... El Partido Laborista británico está a punto de volver al poder con una enorme mayoría. Su liderazgo ya está allanando el camino para mejorar las relaciones con la UE. ... La opinión es que los laboristas abandonarán la relación de confrontación con Bruselas tras el Brexit, diseñada por los conservadores, y la fijación con la divergencia regulatoria. El eslogan de Johnson en las últimas elecciones generales de 2019 fue Hagamos el Brexit. El mantra del líder laborista Keir Starmer parece ser Get Brexit Fixed (Ajustemos el Brexit)".
The Observer advierte de que “No hay solución mágica para el coste del Brexit”. Los laboristas no tienen medidas planeadas para maquillar las consecuencias negativas del proceso, señala el prestigioso rotativo londinense:
“La verdad es que estos pasos incrementales pueden ayudar a construir relaciones positivas, pero es poco probable que hagan mucho para impulsar el crecimiento en el contexto del 2-4% en el que es probable que el Brexit deprima el PIB a largo plazo". El Brexit creó importantes barreras comerciales no arancelarias para las exportaciones e importaciones a la UE. Se prevé que los nuevos acuerdos comerciales con Japón, Australia y Nueva Zelanda aumenten el PIB en cantidades relativamente pequeñas en comparación... El prometido nirvana económico de Boris Johnson de crecimiento impulsado por la divergencia normativa con la UE simplemente no se ha materializado”.
Para el populista The Daily Telegraph, uno de los tabloides que más se significaron en el apoyo a Nigel Farage y a Boris Johnson, el Brexit es una historia de éxito:
"Con demasiada frecuencia se afirma que el Brexit ha sido un fracaso. Eso no es cierto. ... Hemos recuperado algo de valor inconmensurable al abandonar la UE. Es la capacidad, una vez más, de tomar nuestras propias decisiones, incluso si eso significa, en ocasiones, cometer nuestros propios errores. Cuando éramos miembros, el control sobre nuestras fronteras, la política comercial, la regulación, la agricultura... ya no estaba en manos de nuestro Parlamento, sino en las de una máquina opaca e irresponsable a la que no podíamos pedir cuentas. ... El Brexit no ha conseguido todo lo que podíamos esperar, pero hemos recuperado nuestra democracia y hemos retomado el control."
Es lo que en español llamamos “sostenella y no enmendalla”.
Assange, por fin libre
El tercer asunto del que hablaba ayer la prensa internacional era el acuerdo al que ha llegado el periodista australiano Julian Assange, fundador de “Wikileaks”, con el Departamento de Justicia norteamericano para que aquel recupere por fin la libertad, después de una ordalía que ha tenido al que unos consideran “traidor”, y otros “abanderado de la libertad de expresión” durante 11 años encerrado, primero en la embajada de Ecuador en Londres, donde fue espiado y traicionado por sus huéspedes, y luego –confirmando que Ecuador no es un país sino un mero títere de Washington- entregado a la policía británica que lo ha mantenido cautivo durante cinco años en una celda de 2x3 metros, aislado 23 horas al día, en la prisión de alta seguridad de Belmarsh.
Aunque el abajo firmante ya ha manifestado por escrito su convicción de que Assange (sujeto turbio que, desde la embajada ecuatoriana, había colaborado activamente con los traidores catalanes del procés) debía haber sido puesto en libertad hace ya mucho tiempo, tampoco se chupa el dedo; el abajofirmante considera que es interesante el punto de vista de Marina Ovsyannikova, que ganó celebridad por protestar contra Putin en la televisión estatal rusa, según su publicación en Facebook:
"Sólo criticó a las democracias occidentales estables, especialmente a EEUU, pero los regímenes totalitarios y autoritarios no se vieron afectados por sus actividades... Sin que nadie se diera cuenta, Assange pasó de ser un idiota útil a ser un agente de Putin en toda regla. En 2014, el principal informante adoptó públicamente una postura prorrusa sobre Ucrania, y durante la campaña electoral estadounidense Wikileaks comenzó a difundir activamente información comprometedora sobre Hillary Clinton y el Partido Demócrata. Al mismo tiempo, el material que comprometía a Putin y su entorno y que Assange prometió sacar a la luz nunca se publicó".
No podría estar más de acuerdo el semanario checo Respekt, conocido, por cierto y paradójicamente, por su destrucción de la reputación del novelista checo Milan Kundera mediante una información discutible y según unos principios que ahora, ante el caso Assange, debela. Bajo el título de “Los datos hay que contextualizarlos”, Respekt comenta:
“El problema hoy no es la falta de información, sino su recogida, su tratamiento, su interpretación, la capacidad de elaborar un relato comprensible a partir del caos de la actualidad. El problema ni siquiera es el secretismo de los ministerios, sino los desinformadores que difunden en las redes cantidades interminables de lastre que el público no puede entender. Julian Assange vuelve a la libertad, a un mundo que apenas ha mejorado gracias a los esfuerzos de WikiLeaks. Al contrario, paradójicamente el hacker abrió la puerta a una situación en la que una avalancha de información sin interpretación ni contexto conduce a una pérdida generalizada de comprensión del mundo”.