Hace muchos veranos alquilamos una casa en un pueblecito costero de Mallorca. De vez en cuando cortaban el agua, y mi casero me explicó que había escasez y de vez en cuando el alcalde se quedaba la poca que había para llenar la piscina de su hotel. “¿De verdad? ¿Usted se queda a secas en casa y él llena la piscina?”. Sí, dijo el casero. Desde luego, el hotel y la piscina del alcalde eran el mayor polo de atracción turística del pueblo, gracias al cual funcionaban otros muchos comercios, pero me parecía (quizá estaba equivocado) que lo principal era garantizar el suministro a los vecinos.
Le dije a mi casero: “Se acercan las elecciones municipales. ¿A quién votará usted? ¿A la oposición?”. Me respondió: “No, al alcalde”. Me sorprendió, claro. Le pedí que me explicara su voto y me lo explicó con estas palabras: “Oh, és que hi ha moltes politiques en aquest poble”. Medité un momento su frase y le respondí: “¿Cómo que hay muchas políticas en este pueblo? ¡En este pueblo sólo hay una política, la política del alcalde!”.
Recuerdo esto al leer el titular de una noticia del Financial Times que confirma que nuestros problemas de sequía ya se empiezan a conocer en el mundo: “La sequía española enfrenta a turistas contra vecinos en la lucha por el agua”. Los políticos de centroderecha, dice el artículo firmado en Madrid por Barney Jopson y Carmen Muela, procuran mimar a los turistas que toman el sol, mientras los líderes de las izquierdas apuntan a los hoteles como parte del problema […]. “Para hacer frente a la sequía, Andalucía, gobernada por los conservadores, permite a sus hoteles llenar las piscinas mientras impide a la mayoría de bloques de pisos y casas privadas que llenen las suyas. En contraste, la semana pasada el izquierdista Gobierno regional de Cataluña impuso por primera vez límites al uso de del agua en los hoteles”. Y cita a Patrícia Plaja, la portavoz del Govern: “(el turístico) es un sector importante, pero con los mismos derechos y las mismas obligaciones que cualquier otro”. Cita también al secretario general del gabinete de Presidencia del Gobierno, Diego Rubio, según el cual el consumo de agua de las piscinas y los campos de golf es relativamente pequeño […]. Además, el agua que usa el turismo a menudo puede crear más beneficios y empleos que el agua usada para irrigar un campo de cebada. Hemos de modernizar todos los sectores… etcétera.
En las aguas internacionales frente a Cuba, en las restricciones y penuria alimentaria de Cuba, que para la prensa española ha dejado de ser noticia, esta semana lo han sido, por lo menos para la prensa digital que se ocupa de ella –Diariodecuba, 14ymedio, Cibercuba–, los 11 buques cargados de alimentos que se han mantenido durante días alrededor de la isla, sin querer entrar a los puertos, hasta que el Gobierno –la iniciativa privada es ilegal y el Estado está en práctica bancarrota– abonase de una vez el precio de las mercancías. Desde el Malecón de La Habana tiene que ser una imagen potente, para los auténticamente hambrientos ciudadanos, la silueta de los barcos en el horizonte. ¿Qué adjetivo podría describir esa imagen? ¿Surrealista? ¿Kafkiana? ¿Melancólica? Yo diría “tantálica”, en referencia al condenado del Tártaro –la parte más profunda el inframundo griego–.
Tántalo estaba en una alberca y bajo un árbol cargado de fruta, pero condenado a pasar eternamente hambre y sed: si se agachaba a beber, el agua se retiraba; y cuando alzaba la mano para coger las frutas, estas se elevaban fuera de su alcance.
Lo tremendo es cuando las justificaciones de la autoridad son reveladoras de la dimensión de la tragedia. Miguel Díaz-Canel, el presidente cubano, dispone de un programa televisivo, una especie de Aló, presidente en el que naturalmente no achaca el hambre de los ciudadanos a la clamorosa incompetencia del régimen, sino a la “persecución financiera” de Washington. “Díaz-Canel, optimista, afirmó que algunas provincias tienen buenos indicadores en la producción de alimentos –y citó el frijol en Cienfuegos como ejemplo–”. El presidente cubano citó también el arroz chino, cuya primera entrega, de la seis previstas, llegó el pasado jueves. Y en cuanto a la harina, si se logra pagar un flete pendiente, desembarcará este lunes, y luego llegarán tres buques cargados de trigo, lo que “permite revitalizar la producción” de pan.
Diez de esos barcos parece que ya han empezado a descargar, “a partir de las decisiones que se tomaron”; es decir, que el Gobierno encontró por fin el dinero para abonar las mercancías, sea con condiciones financieras especiales de determinados países amigos o directamente con donativos. Pero no así el petrolero tunecino Eco Fleet que navega en círculos frente al puerto de La Habana desde hace más de un mes, a la espera del pago para descargar 260.000 barriles de diésel.
Como se ve, la Revolución, 65 años después, es un éxito total. No hay diésel, pero, albricias, habrá pan. Pronto.
Y pronto habrá otro libro de Roberto Saviano, el heroico Saviano. Lo publicará, seguramente, Anagrama, donde salió hace unos meses su última novela, Los valientes están solos, sobre el calvario de los aún más heroicos magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, sacrificados por la mafia y la corrupción política italiana. Acaba de aparecer en la editorial Solferino Noi due ci apparteniamo (Nosotros dos nos pertenecemos) donde el escritor cuenta la historia y destino de las mujeres –madres, esposas, hijas, amantes– de la criminalidad organizada, o sea el machismo extremo, la condena a muerte para que la que quiera salirse del clan o se atreva a poner cuernos o separarse del matón de turno, que la ama tanto que la mata.
Como todo lo de Saviano, en Italia es un acontecimiento. De momento llama la atención que Fiorenza Sarzanini, de Il corriere della Sera, anuncia la ronda de presentaciones públicas del libro, con presencia del autor, que está amenazado de muerte por las revelaciones de su Camorra y anda escondido, pero asistirá, supongo que protegido por rigurosas medias de seguridad: en Módena, en Turín, etcétera… A partir del libro se ha organizado una “lectura teatral” bajo el título Appartenere. La vita intima del potere criminale (Petenecer…), en non-stop hasta septiembre.
Esas mujeres mueren en vano. No así en Astana, capital de Kazajistán, Asia Central, Saltanat Nukenova (31 años), la esposa bellísima, alegre, muy querida y admirada por todo el país, del exministro de Economía Kuandik Bishimbayev (43 años), que hace un año la vio bailar en las redes sociales, se prendó de ella, fue a su consulta de astrología, y la cortejó con tenacidad hasta llevarla al altar.
“El marido más dorado, nunca me he arrepentido de darle el sí”, decía la muy ingenua en X, donde pocos meses después, en noviembre pasado, se la ve golpeada y arrastrada por el dorado Kuandik en la entrada del restaurante de su familia, en cuya sala vip la remató a golpes. Se está retransmitiendo en directo el juicio, algo sin precedentes en la historia del país, los tres abogados del impasible homicida alegan que fue una muerte involuntaria y que las costumbres matrimoniales y la cultura tradicional del país son las que son…
Saltanat, en kazajo, significa “triunfo”, explica Zarina Akhmatova en Hola News, y añade que, en Nueva York, Berlín, Londres y varias ciudades de Italia se están celebrando mítines en apoyo a la familia de Saltanat y su caso está dando pie a debates sobre la violencia doméstica, no sólo en su país, donde cada año mueren 400 mujeres por esta causa, sino también en Rusia y otros países de la zona, donde el juicio se sigue con indignación. Una nueva ley de protección de los derechos de la mujer, que muchos llaman allí la ley Saltanat, acaba de ser aprobada. Una ley, dice Akhmatova, “escrita con sangre”.