Oriol Junqueras ha mutado el tono parroquial en el feroz verbo del político despiadado que está dispuesto a hacer trizas a sus adversarios. Las arremetidas del "beato" contra Marta Rovira son épicas. Junqueras atribuye a quien fuera su secretaria general la organización de "la B", esa estructura dirigida por el ínclito Sergi Sabrià dedicada a poner de chupa de dómine a amigos y enemigos, propios y extraños.

ERC está fracturada. Por un lado, el junquerismo, que avanza con paso firme hacia la revalidación del cargo de su jefe. Por otro, el rovirismo o, más bien, antijunquerismo, una amalgama de fuerzas dispersas reunidas bajo el liderazgo de un exalcalde desconocido, Xavier Godàs, y de las mujeres de confianza de la secretaria general saliente. Y en medio, los fenómenos que mandaban mariachis a la sede de Junts o colgaban carteles contra los hermanos Maragall por el alzhéimer de Pasqual.

Rotas las hostilidades, Junqueras mostró ayer, en la presentación de su candidatura, un perfil algo más enérgico que el contemplativo y espiritual del que hace gala cuando cree que levita. También le atizó a Puigdemont, lo que seguramente tenga respuesta en breve. El independentismo sigue en las coordenadas de octubre de 2017. Es una pura marmotada. Día tras día y siempre ahí Puigdemont y Junqueras. Mientras tanto la vida pasa y el PSC gobierna a ambos lados de la plaza de Sant Jaume.

Por partes. ERC. "Junqueras acusa a Rovira de "traición" por crear un "grupo B" que operaba a espaldas de la presidencia", destaca El Español. La pieza es de J. Sánchez: "El candidato a la presidencia de ERC Oriol Junqueras se ha comprometido a "rescatar" el partido, con Elisenda Alamany de número dos, entre duras críticas al sector de la secretaria general Marta Rovira por "traicionar" los principios de la formación mediante la "estructura B". Así lo ha destacado en el acto de presentación este sábado en el Teatre de la Passió d'Olesa de Montserrat (Barcelona) de "Militància Decidim", la candidatura que encabeza Junqueras para recuperar el liderazgo de ERC, donde también han participado figuras como el dirigente Raül Romeva o la eurodiputada Diana Riba. El que fuera presidente de ERC hasta hace unos meses se ha comprometido a "salvar y rescatar" el partido tras la "vergüenza" que ha afirmado sentir por la existencia de "órganos paralelos" ajenos a los oficiales de la propia formación, en referencia a la estructura B del partido que sirvió para organizar campañas de falsa bandera, como la de los carteles del Alzhéimer contra los hermanos Ernest y Pasqual Maragall".

Continua la pieza: "En la presentación de su campaña, el candidato a la presidencia de ERC ha anunicado que Elisenda Alamany, que actualmente es la líder de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, será su secretaria general, en un acto donde han asistido alrededor de 1.300 personas, según los organizadores. Durante su discurso, ha subrayado que su proyecto "nace de las bases" y que tiene como voluntad "salvar y rescatar" a ERC, "para ponerlo otra vez al servicio del país", y se ha comprometido a "no dejarse dar lecciones por aquellos que nunca han ido a colgar carteles ni a descolgarlos". En su intervención, ha pedido "un perdón sincero" a los afiliados republicanos, tras asegurar que en la campaña de las elecciones catalanas de diciembre de 2017, las posteriores a la aplicación del 155, "no se supo poner suficientemente en valor el 1-O, el 3-O". "Quien tenía la oportunidad, la responsabilidad, quien tenía el deber, prefirió dedicarse a otras cosas, prefirió comunicar otras cosas", ha lamentado".

Y: "Acto seguido, ha arremetido contra la creación de un "grupo B" que tomó decisiones políticas de forma extraoficial, que funcionaba "no solo al margen de la presidencia del partido, sino al margen de la Ejecutiva Nacional y del Consejo Nacional". "Quien se atrevió a hacer esto, traicionó nuestros principios", ha exclamado el candidato republicano, tras mencionar campañas como la de un muñeco que emulaba ser el propio Oriol Junqueras colgado de un puente junto a un mensaje donde se leía "púdrete en la cárcel", o el envío de mariachis a la sede de JxCat. Además, ha manifestado que la situación que vive la formación en la actualidad tras este tipo de prácticas no la merece "la inmensa mayoría de militantes de ERC": "Sé que la mayoría de vosotros estáis indignados, es un sentimiento legítimo, tenéis toda la razón del mundo". Junqueras no solo se ha comprometido "a hacer limpieza", sino a "coser y recoser" el partido, "con hilo y aguja y con tantas máquinas de coser como haga falta"".

En El Món, Quico Sallés proclama el fin de la era del "junquerismo es amor". Ahí va un extract de su crónica: "La demostració de força d’Oriol Junqueras en l’acte al teatre La Passió d’Olesa de Montserrat és el símbol de la batalla interna per veure qui es queda el comandament de Calàbria, la seu d’ERC. El moviment Militància Decidim, que fa temps que remena la cua arreu del país, ha gairebé omplert, amb 1.300 persones, un auditori emblemàtic de la sociocultura catalana per entronitzar la figura de Junqueras com a expresident i com a candidat a repetir la presidència d’una formació en hores baixes després de quatre patacades electorals força sonores".

Sigue Sallés: "Una presentació de la protocandidatura, amb la cap de files d’ERC a Barcelona, Elisenda Alamany com a secretària general, i alguns dels ponents que apunten maneres per ser en una virtual executiva. Junqueras, però, que havia mantingut un to discret i més delicat que el “Norit” en les seves trobades amb la militància, ha desenterrat la destral de guerra amb un discurs duríssim contra l’estructura B del partit que veu reflectida en la candidatura de la Nova Esquerra Nacional, o els que pregonen el Foc Nou o, fins i tot, amb el president Carles Puigdemont, per no haver fet el que tocava després del Primer d’Octubre".

Y: "El discurs d’aquest dissabte a Olesa marcarà un abans i un després no només de la campanya interna electoral que viuen els republicans de cara el 30 de novembre. S’acaba el mite del “junquerisme és amor” i comença una nova etapa de la seva carrera política amb, per primera vegada en molts anys, un relat concís, directe i sense embuts per tal de dirigir el partit i intentar vendre a la militància una nova era Junqueras per aconseguir un tres d’octubre que sigui irreversible. Una nova etapa del partit que ja ha advertit que serà després d’haver passat el ribot i fer net en els quadres actuals per enviar-los a pagar quotes d’autònoms".

En Junts también están a las puertas de un congreso. Puede que Laura Borràs y Aurora Madaula tengan los días contados y hay mar de fondo (siempre hay mar de fondo en los partidos) entre el puigdemontismo y una especie de sector pragmático que pretendería algo más de "finezza" en el desempeño del partido en el Congreso. "Junts castiga al PSOE por tener como "rehén" a Puigdemont en el Supremo y en el Constitucional", destaca El Mundo en uno de sus titulares. De acompañamiento explica que "Los secesionistas catalanes creen que las decisiones judiciales sobre la amnistía encajan con los intereses de Sánchez, pero el Gobierno recuerda que son los jueces los que deben aplicar la ley". La historia viene con las firmas de Esteban Urreiztieta y Raúl Piña: "En la relación entre el Gobierno y Junts hay muchas esquinas que impiden que el círculo se cierre. Desde que Pedro Sánchez tomó la decisión de abrir un canal de comunicación con el partido de Carles Puigdemont para incorporarlo al bloque de gobernabilidad, obligado por la necesidad de sus votos para permanecer en La Moncloa, todo ha discurrido por una carretera con curvas, donde el coche se ha estampado en más de una ocasión. Alguna que otra «hostia» para el Ejecutivo, como lo ha llegado a definir algún ministro. Las votaciones en el Congreso se han convertido una suerte de «silla eléctrica» o «potro de tortura», como lo definen diputados socialistas, con reveses inesperados. Los independentistas catalanes achacan al PSOE incumplimientos políticos, pero también empiezan a impacientarse por la dilación, debido a las decisiones judiciales, en la aplicación de la amnistía a Puigdemont. Un asunto que si bien ha perdido fuerza en el debate político, sigue estando latente y muy vivo para los intereses de los independentistas".

Continúa el texto: "Pese a los reveses políticos y las amenazas públicas de más «derrotas parlamentarias» -«Si ustedes no cumplen con Junts, ustedes no tienen lo que necesitan, nuestros siete votos»; «Nos movemos por los compromisos. Si tú cumples, nosotros cumplimos»-, en el Gobierno se esfuerzan por no desairar públicamente a Junts y tratar de «tender puentes», algo que también se hace en privado, porque el canal de comunicación, pese a la tensión política, nunca se ha cortado. Los interlocutores del Ejecutivo hablan con el núcleo duro de Puigdemont, e, incluso, siguen vivas las reuniones fuera de España. La mesa de diálogo celebrada este fin de semana en las inmediaciones de Ginebra -capitaneada por Santos Cerdán, número 3 del PSOE, de un lado, y Puigdemont, del otro- no es la primera tras el descanso estival. Según ha sabido este diario, a finales de agosto, el 23, se celebró otra en la que los socialistas llegaron a trasladar a Puigdemont que se alegraban de verle de nuevo. En aquella reunión, la primera tras la segunda fuga del líder de Junts, en esta ocasión con motivo de la investidura de Salvador Illa -estuvo en Barcelona, dio un discurso delante del Parlament y se fugó sin ser detenido-, fuentes asistentes explican que este hecho no se trató. «Fue una cita insulsa. Nadie se atrevió a abordar el tema»".

Y: "La filosofía en el Ejecutivo, pese al evidente intento de boicotear de Junts, es la de «tender puentes» y creen que toda reunión o conversación puede sumar o ayudar. «El diálogo tiene que ser permanente y, evidentemente, nosotros estamos teniendo puentes con Junts y con el resto de formaciones políticas para conseguir que se aprueben algunas de las cuestiones más importantes para los próximos meses, entre ellos los presupuestos generales del Estado», explicó la vicepresidenta primera María Jesús Montero. Ayer se le preguntó al ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, -hasta hace unos días jefe de gabinete de Pedro Sánchez- por si hay más posibilidades de «reconducir la situación» y de encontrar el apoyo de Junts en el Congreso. López aseguró que «el Gobierno de Pedro Sánchez, el Gobierno de coalición, ha demostrado ser el único Gobierno que es capaz de gestionar la pluralidad política del país y la diversidad territorial que tiene España»".

Repasada la actualidad independentista es el turno ahora del socialismo. En la edición catalana de El País reparan en la posición de privilegio del PSC a pesar de que gobierna en minoría tanto en el Ayuntamiento como en la Generalitat. "Cataluña y Barcelona: dos gobiernos ‘sin oposición’" es el titular de una pieza descriptiva que firman Marc Rovira y Clara Blanchar: "El reparto de papeles de la política reserva una actuación relevante para la oposición, con capacidad para tornarse en protagonista si quien gobierna se halla solo ante el peligro. El guion no siempre se cumple. Ni la Generalitat de Cataluña ni el Ayuntamiento de Barcelona habían tenido hasta la fecha unos gobiernos tan débiles. El president Salvador Illa gobierna con 42 de los 135 diputados en el Parlament (lejos de la mayoría de 68). Y el alcalde Jaume Collboni solo tiene 10 de los 41 concejales del pleno (menos de la mitad de la mayoría, que está en 21). Pero, en una situación insólita, ambos mandatarios exhiben sintonía, ejercen sus puestos como si disfrutaran de un cómodo respaldo y, salvo en las negociaciones para aprobar los presupuestos, la oposición apenas logra hacer valer su trascendencia".

Sigue la nota: "Salvador Illa ha arrancado su mandato en la Generalitat con la idea de generar poco ruido y dar apariencia de normalidad y estabilidad institucional. Incluso ha escenificado una suerte de rehabilitación pública del expresidente Jordi Pujol, al que agasajó el martes en el Palau de la Generalitat: “Es una de las figuras más relevantes de la historia política de Cataluña”, dijo Illa. La mano tendida al poderoso, y controvertido, legado de Convergència encaja con la voluntad socialista de anestesiar la confrontación. Pero el plan no puede avanzar sin cierta colaboración y, en este sentido, las miradas se fijan en Junts per Catalunya. Transcurrido un mes y medio desde la toma de posesión de Illa, Junts no ha concretado quién asume la condición de jefe de la oposición. Carles Puigdemont sigue instalado en Bélgica para evitar el riesgo de ser detenido si regresa a Cataluña y, sin el líder plenamente habilitado, es Jordi Turull, secretario general del partido, quien pone la voz y la cara, a costa de minimizar las atribuciones del presidente del grupo parlamentario de JxCat, Albert Batet".

En cuanto al Ayuntamiento de la capital catalana, Rovira y Blanchar explicar que "Collboni ni siquiera ganó las elecciones. Quedó segundo, tras el exalcalde Xavier Trias, a quien Junts suplicó que fuera su cabeza de lista y logró ganar tanto al socialista como a la exalcaldesa Ada Colau. Collboni, que ya gobernó como socio minoritario con Colau durante dos mandatos, fue investido con los votos de los comunes y los del PP. Después, alcanzó un acuerdo con el grupo municipal de ERC para incorporar a sus cinco concejales, pero no se ha materializado. Primero, el adelanto electoral de las últimas autonómicas lo aplazó. Y luego los concejales de ERC quisieron entrar a toda prisa y la militancia les dio la espalda. Ahora, cualquier decisión en el universo republicano está congelada, a la espera de que en noviembre la formación decida quién será su líder. Tras casi un año y medio en el cargo, Collboni se está dando un paseo triunfal. Y sus dos grandes rivales a izquierda y derecha, Trias y Colau, no estarán en lo que queda de mandato: el primero se marchó en julio y la segunda lo hará en octubre".

El Nacional, por su parte, le dedica una información al desempeño del presidente de la Generalitat. "Las claves de la 'operación buen rollo' de Salvador Illa: de Felipe VI a Carles Puigdemont", es el titular de un texto que firma Marta Lasalas y arranca así: "El exprimer ministro británico Tony Blair aseguraba en una reciente entrevista que, ante el crecimiento de los populismos y la fragmentación política, el centro ya no está en un punto medio entre derecha e izquierda sino allí donde se ofrecen "soluciones". El president, Salvador Illa, ha aplicado su propia fórmula en la búsqueda de esta centralidad política, que ubica en encontrar soluciones para enterrar la tensión vivida los últimos años entre Catalunya y el Estado y al mismo tiempo aprovechar las horas bajas de las formaciones independentistas para intentar acercarse a sus votantes más moderados. Después de convertir palabras como reencuentro, diálogo, normalización o pacificación en el mantra del discurso socialista, Illa ha querido transformar la teoría en imágenes. Desde que aterrizó en la presidencia de la Generalitat, el 10 de agosto, ha desencadenado una cascada de reuniones con representantes del mundo político, municipal, económico, social y eclesiástico, de Catalunya y del Estado".

Continúa la pieza: "Sin ir más lejos, este martes Illa se reunió con el president Jordi Pujol y al día siguiente se reencontró en el palacio de la Zarzuela con el rey de España, Felipe VI, al cual ya había saludado como president con motivo de l'America's Cup a finales de agosto en Barcelona. Dos citas de calado y con una carga política y simbólica innegable. Aunque Pujol había acudido en diferentes ocasiones al Palau y había participado en actos en la sede del Govern, no había sido recibido formalmente en una reunión agendada públicamente con el president desde el 2014, cuando reveló la existencia de la herencia de su padre y fue desposeído de los honores de president. Al acabar el encuentro de este martes, y en un evidente guiño a los nostálgicos del discurso convergente más moderado y pragmático, Illa describió a Pujol en una publicación en la red X como "una de las figuras más relevantes de la historia política de Catalunya". Y el gesto no pasó desapercibido entre la vieja guardia pujolista".

Y: "Por lo que respecta al monarca, no solo no había recibido la visita de ningún president de la Generalitat desde el último encuentro que celebró en la Zarzuela con Artur Mas en julio del 2015, sino que además, a raíz del discurso del 3 de octubre del 2017, en qué avaló las cargas policiales contra los votantes del 1-O, llegó ser considerado persona non grata en el Govern. Felipe VI no solo ha sido rechazado durante años en las calles de Catalunya, sino que Quim Torra dejó de acudir a los actos donde estaba presente. Con Pere Aragonès, la Generalitat volvió a asistir a las convocatorias donde estaba el monarca, pero intentando mantener las distancias, lo cual provocó episodios de todo tipo. La sonriente encajada de manos con bromas incluidas que protagonizaron Felipe VI y Illa tenía que ser la fotografía más evidente del mantra de la "normalización" de relaciones entre Catalunya y la monarquía".

22 de septiembre, santoral: Mauricio de Agauno y compañeros, Basila de Roma, Emeramo de Ratisbona, Emérita de Roma, Florencio, Ignacio de Sandone, Iraides virgen y mártir, Lautón de Coutances, Salaberga, Santino obispo y Silvano de Levroux.

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