La prensa se divide entre los que destacan que Salvador Illa es el nuevo presidente de la Generalitat y quienes constatan que Carles Puigdemont es el mago Pop. La última gamberrada del expresidente prófugo ha dado la vuelta al mundo. El hombre se ha cargado todo el prestigio y el crédito de los Mossos d'Esquadra, convertidos desde ayer en un chiste de policía, una broma de mal gusto y un guiñapo. Pobre Eduard Sallent. Jamás pudo imaginar cuando era un estudiante afiliado al sindicato nacionalista que pasaría a la historia como el jefe de los incompetentes. Lo de Joan Ignasi Elena es capítulo aparte, pero el consejero en funciones es un político y como tal tiene unas tragaderas que exceden del nivel normal en un ser humano. Además, Elena y Puigdemont son viejos conocidos. De ello el segundo le propuso al primero que dirigiera uno de esos chiringuitos del nacionalismo para justificar los referéndums ilegales, cosa que el teólogo hizo a la perfección.

La jornada de ayer fue verdaderamente histórica, como los convulsos días de septiembre y octubre del 17. Tensión, suspense, confusión, caos, todos los ingredientes de un "thriller" que demuestra que la política catalana puede ser muy pesada, pero nunca defrauda. El guion previsto era que Puigdemont llegaba, soltaba su rollo y era trincado discreta y respetuosamente a las puertas del Parlament. Los Mossos confiaban ciegamente en su palabra. Si Puigdemont ha dicho que quiere asistir a la investidura aunque no esté invitado, asistirá a la investidura, se dijeron los fenómenos del CeCor del recopón en la sala central de investigaciones estratosféricas del ilustre e histórico cuerpo de la chistera y las alpargatas de esparto. O eso es lo que hicieron creer. Pero por otra parte estaban los mossos por la república, afectos a la causa, fieles servidores del "legítimo" y que le ayudaron, otra vez, a salirse por la tangente. ¿O fue por la Diagonal?

Qué cosas. Uno se pasa de vueltas y le llega a casa una foto suya al volante con la multa, el recargo y una reprimenda. En cambio, Puigdemont se conoce que es invisible, indetectable, puro humo. Un extraño caso. La "operación jaula" completó el tremendo desastre de los Mossos. Pero ojo, que nadie se crea que los Mossos son los "teletubis". Puede que no puedan o no quieran detener a Puigdemont, pero Puigdemont sólo hay uno. Los demás ciudadanos son iguales ante la ley y ante los Mossos.

En cuanto a Illa, el aspirante socialista superó la prueba en una sesión de investidura exprés, rapidita, rapidita. Discursos breves, réplicas escuetas, todo el mundo mirando los teléfonos para saber qué estaba pasando fuera con el cerco a Puigdemont (es que hay que reírse) y los de Junts en plan Ciudadanos tratando de reventar el pleno a base de extender bulos y noticias fake como la de que los Mossos habían ordenado la detención de Jordi Turull. Claro, claro. Los Mossos convertidos en jueces y si no pueden con Puigdemont te trincan a Turull. ¿Y por qué no a Rull? Tremendo sainete en la mejor tradición de la política catalana, un género que mezcla acción, omisión, noticias falsas y risas a raudales. Impagable.

Entre los periódicos que destacan a Puigdemont por encima de Illa está El Mundo, que abre así su edición digital: "Puigdemont se burla del Estado y mantiene su pulso al Supremo". En el interior, el titular es que "Salvador Illa sortea el show de Puigdemont y es investido presidente de la Generalitat gracias a ERC mientras pide: 'Nadie debe ser detenido'". El texto es de Iñaki Ellakuría: "Acostumbrado a desmentir las crónicas de su muerte anunciada, Carles Puigdemont volvió a asestar uno de esos inesperados golpes de efecto por los que se ha ganado el apodo de «magic» entre la parroquia independentista. Hizo aquello que casi nadie esperaba: sortear todos los controles policiales preparados para detenerle, presentarse a pocos metros del Parlament y ante unos 3.500 fans que lo aclamaban como un mesías reaparecido, para pronunciar un breve pero desafiante discurso e, inmediatamente después, esfumarse entre la multitud sin que los Mossos pudieran o quisieran detenerlo. Una actitud policial sospechosamente parecida a la complicidad que mostraron con la consulta ilegal del 1-O y la posterior declaración unilateral de independencia. «No sé cuándo nos podremos volver a ver, pero que podamos volver a gritar juntos viva Cataluña libre», fue la última frase, a modo de compromiso, que pronunció emocionado y tenso Puigdemont. Un instante antes de desaparecer del escenario, que Junts le montó en Barcelona con total impunidad, para continuar con su particular «camina o revienta» que ya dura siete años y con el que espera resistir, al menos, hasta que el Tribunal Constitucional de Conde Pumpido le libere de rendir responsabilidades por el 1-O".

Sigue el texto: "Esta nueva fuga de Puigdemont en el coche de uno de los mossos activos para esta operación, con un modus operandi que recuerda al de su huida a Bélgica en octubre de 2017, pone en evidencia al Estado de derecho y sus fuerzas policiales, ante un llamativo silencio del Ejecutivo de Pedro Sánchez, con dos consecuencias inmediatas: por un lado, Puigdemont cumple su promesa electoral con el independentismo de que iba a estar presente en la capital catalana el día de la investidura, pero, a diferencia de lo que se preveía, evitando la cárcel que tanto teme. Lo que le permite mantener vivo el relato épico del «presidente legítimo» y en lucha contra «la represión española» a Cataluña".

Y: "Por otro lado, el visto y no visto de Puigdemont, una incursión tan fugaz como aquella independencia que en el otoño de 2017 solo estuvo vigente siete segundos, permite al PSC investir como presidente de la Generalitat a Salvador Illa, recuperando la Generalitat después de catorce años y, a la vez, reforzar el menguante poder territorial de Pedro Sánchez. En su primer discurso, Illa no pudo andar más lejos del reproche al ex president que había manchado su día. Al contrario, se mostró empático hasta la complicidad, en un lamento contra el TS: «Nadie ha de ser detenido por los hechos que los representantes de los ciudadanos han decidido amnistiar». Sin vocación de kamikaze, Puigdemont era plenamente consciente que después de su fracaso el 12-M ya no atesora la fuerza para evitar que, más pronto que tarde, la investidura del líder del PSC fuera realidad. Por lo que optó por permitir el destino de Illa -en el pleno Junts solo hizo un tímido intento de pedir la suspensión- y no romper del todo los puentes de diálogo con los socialistas. Tanto en Barcelona como sobre todo en Madrid".

La Vanguardia, por contra, destaca la investidura de Illa. Hay ganas de cerrar de una vez por todas el capítulo del Procés. Quizá dentro de unos años la gente no se crea lo que pasó en Cataluña entre 2010 y 2014. Sea como fuere, el diario barcelonés opta por un titular escueto: "Illa, president". La crónica es de Jaume V. Aroca: "Salvador Illa fue investido en la tarde de ayer, casi tres meses después de la celebración de las elecciones el 12 de mayo, president de la Generalitat con el apoyo de 68 diputados, 42 del PSC, 20 de Esquerra Republicana y 6 de los Comuns, exactamente un paso más allá del umbral de la mayoría absoluta. El sábado al mediodía tendrá lugar la toma de posesión del cargo. El lunes empezará la formación del nuevo gobierno, por ahora y salvo que este fin de semana haya novedades, con el PSC en solitario. Los Comuns han recibido hace ya días una invitación del nuevo presidente a sumarse a su gobierno pero, por el momento, nada está cerrado. La nueva arquitectura sobre el que se sustenta del ejecutivo de Salvador Illa bascula hacia la izquierda y desmantela el bloque independentista que ha mantenido bajo custodia el poder institucional de Catalunya desde hace 14 años".

Continúa la pieza: "Ayer quedó definitivamente enterrado el procés aunque se resistió hasta el último minuto. Prueba de ello fue la fugaz visita del ex president de la Generalitat, Carles Puigdemont a Barcelona que por ahora se salda con dos agentes de la propia policía catalana detenidos, un ex conseller, Jordi Turull, –indultado hace tres años– que corre el riesgo, si se le imputa, de perder la libertad y sobre todo, un enorme descrédito para los Mossos d’ Esquadra que estaban seguros, quizá demasiado, de que el ex president de Catalunya, se iba a entregar para denunciar la injusta inaplicación de la ley de Amnistía. Al final los burló a todos y por ahora nadie sabe dónde está. En el paseo Lluís Companys, desde cuya tribuna habló un Puigdemont muy agitado, se reunieron tres mil personas".

Y: "El juez Pablo Llarena, el instructor de la causa que le persigue desde hace siete años fue informado anoche del fiasco de la policía catalana. Ayer, en la plaza de la Villa de París de Madrid, sede del Tribunal Supremo, nadie abrió boca. Pero cabe imaginar que lo ocurrido ayer en el centro de Barcelona no pasará desapercibido. Tendrá consecuencias".

En El País reparten juego. "Illa president, Puigdemont huido", titula este medio en su portada. La crónica arranca en portada a modo de entradilla. La firman Miquel Noguer y Xosé Hermida: "Cataluña inauguró ayer un cambio de ciclo político y dio carpetazo al procés tras una jornada cargada de tensión y suspense por la aparición relámpago de Carles Puigdemont, que se presentó en Barcelona, dio un breve discurso y se fugó otra vez. Por primera vez desde 2010, un político alejado del soberanismo presidirá la Generalitat. El socialista Salvador Illa fue investido president con 68 votos a favor (PSC, ERC y los comunes), 66 en contra (Junts, PP, Vox, CUP y Aliança Catalana) y el voto no emitido de Puigdemont, el hombre que por la mañana había dejado en evidencia a los Mossos d'Esquadra y cuyo partido, Junts, trató de suspender la sesión en dos ocasiones. "Cataluña necesita abrir una etapa de consensos puertas adentro y puertas afuera", dijo Illa. Los desafíos son múltiples".

Múltiples como mínimo. En teoría será Nuria Parlon la nueva consejera de Interior y el major Trapero, el director general de la Policía. La cosa está como para alquilar sillas. Y es que el temita de los Mossos traerá cola. Al respecto, Crónica Global titula así una de sus piezas: "El ridículo de Mossos con Puigdemont aboca a una reestructuración interna del cuerpo". En el sumario se resume que "El dispositivo blando y la colaboración de un grupo de agentes con el plan de huida del 'expresident' deja al comisario jefe Eduard Sallent con un pie fuera de la cúpula policial". El texto es de Ignasi Jorro y Miriam Saint-Germain: "El nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa (PSC), fue investido ayer con los votos de los socialistas, ERC y Comuns Sumar. Horas antes, y tras el show protagonizado por Carles Puigdemont en Barcelona y su posterior fuga, quedó claro que, como nuevo jefe del Ejecutivo autonómico, ya tiene un primer reto: una reestructuración de los Mossos d'Esquadra, que ayer dejaron escapar, por segunda vez, al expresidente catalán huido. Es lo que indican a Crónica Global fuentes internas de la policía catalana, que asumen que la cadena de errores de ayer, la que permitió a Puigdemont reaparecer en Barcelona, dar un corto mitin y fugarse de nuevo, "obligarán a hacer cambios internos en el cuerpo". De hecho, algunos sindicatos como SAP-Fepol ya pidieron una investigación interna. Pero mandos de Mossos creen que habrá más. Lo primero, la probable defenestración del comisario jefe, Eduard Sallent, que ayer tuteló el operativo in situ desde el Centro de Coordinación (CeCor) situado en la Comisaría de Sant Martí. La extrema prudencia con la que se diseñó el dispositivo de detención, evitando un arresto mediático, terminó por facilitar la nueva fuga del expresident".

Continúa el texto: "Precisamente, Sallent, junto con la número dos Rosa Bosch, el director general de la Policía, Pere Ferrer, y el mismo consejero catalán de Interior, Joan Ignasi Elena, darán hoy explicaciones en la sede de la conselleria. Convocatoria que desde Sap-Fepol consideran que llega "mal y tarde" Pero la comparecencia, salvo que vaya acompañada de dimisiones, no bastará, se cree intramuros. El nuevo Govern del PSC tendrá que alinear de nuevo el cuerpo con el Estado de Derecho, algo que, a día de hoy, no está garantizado, tal y como pasó en el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Una vez más, lamentan las fuentes consultadas, "la reputación del cuerpo ha quedado en entredicho". Prueba de ello es que dos agentes del cuerpo fueron detenidos por, presuntamente, ayudar al expresident a huir, pese a que 350 de sus compañeros policías se habían desplegado ayer junto al Parlament para, si era preciso, detenerle. De este modo, y si se prueba, es posible que hubiera ayer varios equipos de los 22.000 agentes de los Mossos d'Esquadra para arrestar el prófugo, y otra parte de ellos tratando de que no pasara. De nuevo, las dos almas de la policía catalana afloraron de la forma más descarnada, y ello ha dejado la reputación del cuerpo en mínimos".

Y: "Porque, además de la evidente ayuda interna en Mossos que obtuvo Puigdemont, lo cierto es que el dispositivo tampoco bastó. Fue blando. El cuerpo de seguridad negó ayer oficialmente un pacto con el fugado para detenerle tras el mitin que dio en Arc de Triomf ante 2.500 fieles. Fuentes de otros cuerpos policiales la abonan, alertando de que era "imposible" que el también exeurodiputado se fugara ante las narices de policías, manifestantes y medios informativos. Pero lo cierto es que pasó, y ese ridículo -una sensación casi unánime entre agentes de a pie y sindicatos- se centra en la tibieza del dispositivo posmitin: había que detener a Puigdemont tras su speech, pero el dispositivo fue flojo. Flaqueó -pese a que la Comisaría General de Información, una unidad muy reputada, "cumplió", el consenso fue que lo que falló vino "después"-, y el huido consiguió continuar siéndolo".

A todas estas, el Gobierno central guarda silencio respecto a Puigdemont y se felicita por el nombramiento de Salvador Illa. "Sorprendente 'tranquilidad' en Moncloa tras el espectáculo de la segunda huida de Carles Puigdemont", titula Vozpópuli. En el subtítulo se dice que "Fuentes gubernamentales consultadas por este diario transmiten calma y cero preocupación por la afrenta del expresidente catalán a las fuerzas y cuerpos y de seguridad". Escribe Javier Portillo: "La Moncloa emite una sorprendente tranquilidad tras el espectáculo de la segunda huida de Carles Puigdemont. El expresidente catalán se paseó por el centro de Barcelona este jueves, dio un mitin ante unas 4.500 personas y desapareció. Su paradero en estos momentos es todo un misterio. Él mismo insinuó en redes sociales que seguía en España tras esfumarse. El líder independentista, sobre el que pesa una orden de detención, esquivó las esposas. Fuentes gubernamentales, con asiento en el consejo de ministros, consultadas por este diario transmiten calma y cero preocupación por la afronta de Carles Puigdemont a las fuerzas y cuerpos y de seguridad. Ni un solo miembro del Ejecutivo hizo alusión alguna a la jugada del líder de Junts, escoltado en todo momento por su abogado, Gonzalo Boye, y otros estrechos colaboradores".

¿Y Puigdemont, dónde esta? Según su letrado Gonzalo Boye, "se ha ido a casa y no se entregará nunca". La peripecia de ayer está registrada en diversos formatos de cara a elaborar un documental. Atentos a sus pantallas.

9 de agosto, santoral: Edith Stein (Sor Teresa Benedicta de la Cruz), Osvaldo de Maserfield, Fedlimino de Kilmor y Nateo de Achad.

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