Todo lo que sube, baja. La fiesta de los independentistas, el Onze de Setembre, registró la más escasa participación del ciclo que arrancó en 2012. Consecuencia natural de la fatiga de los elementos y del hastío de una gran parte del independentismo. Las exhibiciones de masas ya no causan gran efecto. Hartazgo de camisetas, de lemas vacíos y de inflamación estéril. Otra vez Lluís Llach dando lecciones de moral en un estrado. El asunto hace tiempo que dejó de dar de sí, pero el rito se mantiene. Es una fiesta, pero de caras largas, gesto agrio y anti política. La Assemblea Nacional Catalana (ANC), convocante del evento, dice que se presentará a las próximas elecciones. A ver si es verdad.
Un año más se ha cubierto el expediente. Que no decaiga aunque cada vez haya menos personas seducidas por la idea de pegar al turra en Barcelona. Los medios y opinadores afectos a la causa subrayan la resiliencia del movimiento. A la vista de la desangelada manifestación de ayer aseguran que el independentismo no está muerto, sino de parranda. El muerto vivo de Peret al rescate de los análisis de Pilar Rahola y Toni Aira.
A pesar de que las tomas aéreas delataban amplios claros en la concentración de la plaza de España, la ANC mantiene que ochocientas mil personas asistieron al evento. Ya no es que la entidad se muestre inasequible al desaliento sino que está absolutamente desconectada de la realidad. Al final, en la desbandada, se gritaba "Govern dimissió!" mientras Dolors Feliu se desgañitaba en el estrado. Vale. Otras elecciones.
"La Diada pierde fuelle pese al protagonismo de Puigdemont en las negociaciones de investidura", constata la apertura de Crónica Global, que da por buena la cifra de la Guardia Urbana, 115.000 personas como mucho. El texto es de Ricard López: "El secesionismo catalán se desinfla sin necesidad de nuevas concesiones por parte del Gobierno central. Su tendencia a la baja, constatada ya en las pasadas elecciones municipales y generales --en las que ERC, Junts per Catalunya y la CUP se dejaron cientos de miles de votos por el camino-- volvió a evidenciarse ayer en las movilizaciones de la Diada. Una jornada en la que se vio, de forma clara, que también ha perdido el pulso de la calle. Apenas 115.000 seguidores, según datos de la Guardia Urbana, se dieron cita en la manifestación de Barcelona organizada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC). O, lo que es lo mismo, la cifra más baja de la última década --sin contar los dos años de pandemia--, con la que apenas se llenaría el nuevo Camp Nou, y que dista mucho del más de un millón de asistentes que la policía municipal estimó desde 2012 a 2017".
Sigue López: "A pesar de todo ello, la aritmética electoral ha puesto a ERC y Junts --cuarto y quinto partido de Cataluña en las pasadas generales, con un 13% y un 11% de los sufragios, respectivamente-- en el centro del tablero para negociar la investidura de un nuevo Gobierno en España. Y, paradójicamente, esa pérdida de peso de la ANC y del resto de entidades ultranacionalistas afines les beneficia. No en vano, sus demandas de máximos y su irredentismo chocan con la actual estrategia negociadora no sólo de ERC, sino también de Junts. Entre esos beneficiarios aparece el líder de los posconvergentes, Carles Puigdemont, cuyo respaldo se presenta ahora imprescindible para que Pedro Sánchez (PSOE) sea investido presidente. Prueba de ello fue la visita que la vicepresidenta en funciones, Yolanda Díaz (Sumar), le hizo la semana pasada en Bruselas. Un acercamiento al cual el fugado de la justicia correspondió ayer con un nuevo desaire en un discurso grabado en un acto en el Fossar de les Moreres, en el cual calificó de "ejército borbónico contemporáneo" a los partidos constitucionalistas. A pesar de su ausencia de autocrítica, de rectificación y de arrepentimiento, de puertas adentro Puigdemont ya ha evidenciado su disposición a tratar una posible investidura. Algo para lo cual el Gobierno en funciones de PSOE y Sumar parecen dispuestos a pagar un precio muy alto: nada menos que una amnistía a los condenados y encausados por el procés".
En El País, Camilo S. Baquero y Alfonso L. Congostrina recogen la soflama de Feliu: "“Aquí estamos para que le quede claro al Estado que nada se ha acabado y no se acabará hasta que tengamos la independencia de Cataluña”, ha dicho la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, en su discurso. La líder de la entidad ha seguido siendo muy crítica con las conversaciones entre los independentistas, el PSOE y Sumar de cara a investir a Sánchez y ha dicho que “solo es asumible una negociación [con el Gobierno] desde una posición independentista si hay un reconocimiento explícito del 1-O”. La celebración del referéndum o dar validez a ese referéndum ilegal es una línea roja del Gobierno. “Independencia o bloqueo de cualquier pacto”, ha asegurado Feliu en un momento en el que las negociaciones entre las formaciones independentistas y el PSOE han puesto en primer plano la negociación de la amnistía de los encausados o condenados por el procés y han dejado el referéndum en un segundo plano".
Y: "Feliu ha pedido a los políticos independentistas que sean “coherentes” con lo que considera el clamor por la independencia. “Y que si no saben hacerlo, si no con capaces, que convoquen elecciones”, ha dicho, entre algunos gritos de “Govern dimisión”. La presidenta de la ANC ha recordado que sigue vivo su proyecto de una lista cívica [al margen de los partidos tradicionales] al Parlament que lleve ”gente decidida a hacer la independencia”".
El director de La Vanguardia, Jordi Juan, retrata la jornada sin paños calientes: "La manifestación de la Diada ya no es una concentración abierta a todos los catalanistas y cada vez está en manos de un núcleo más reducido de independentistas puros. Solo bastaba escuchar ayer los discursos finales al acabar la manifestación. Esto aleja a muchos catalanistas más moderados del acto, que ya no ven como algo propio. Solo de esta manera se explica la paulatina caída de la participación. (...) La novedad de esta edición radicaba en la coincidencia con el proceso de investidura del presidente del Gobierno. Hay demasiada tensión emocional en el ambiente que hace muy difícil el pacto entre el PSOE, Sumar y los partidos independentistas por la inclusión de la amnistía. La Diada era un obstáculo en el camino, pero, en un juicio apresurado, podemos concluir que esta valla se ha saltado. Un aumento espectacular de asistentes respecto al año anterior hubiera facilitado los titulares de hoy en determinados medios: “La felonía de Pedro Sánchez dispara la movilización independentista” y bla, bla, bla. Pero quedan otros muchos riesgos que superar. El más importante es explicar bien la amnistía, cómo hacerla y a cuántas personas afectaría. Es difícil llegar a un acuerdo, pero aún lo es más para el PSOE ganar la batalla del relato ante las campañas que se han desatado ya en contra de la amnistía. Los indultos eran más digeribles. Vamos a vivir dos intensos meses".
El independentismo tiene una relación francamente compleja con los números. Según Òmnium, la terrible represión del Estado malayo afecta a 4.400 personas, pero sólo 1.432 tendrían derecho a la amnistía. Sus cuentas apuntan a 113 condenados, 35 pendientes del Tribunal de Cuentas, 17 a la espera de sentencia, 387 encausados y 880 sancionados administrativamente. La entidad, que ahora ejerce de punta de lanza de la causa en detrimento de la ANC, no incluye a Laura Borràs entre las beneficiarias de la amnistía. Tampoco están los Pujol, a pesar de los esfuerzos de David Madí para lanzar una campaña en favor de la gran familia catalana.
El independentismo da por hecha la amnistía y ya vende la piel del oso. Pero el apaño dista de estar claro y cerrado. Atención a este titular de El Confidencial: "Moncloa aleja una ley de amnistía antes de la investidura y ya no teme repetir elecciones". Y advierte en el sumario que "En la reunión de la ejecutiva socialista celebrada este lunes, se constató un ligero viraje del PSOE a la hora de situar sus propios límites en la negociación: 'Tienen que cambiar de actitud. Están en posiciones de máximos'". Es esa cosa de tensar demasiado la cuerda. Podría ser que tantas exigencias colmaran la paciencia de Sánchez, considerado un hombre audaz. El texto es de Iván Gil y Pilar Gómez y arranca así: "Ferraz y la Moncloa han comenzado a marcar sus límites en las negociaciones con el independentismo para la posible investidura de Pedro Sánchez. Tras recibir impasibles las condiciones puestas sobre la mesa por el expresident Carles Puigdemont o, incluso, celebrar en privado que habría "rebajado el tono", los negociadores del Gobierno hablan ya de "posiciones inasumibles" en algunas declaraciones públicas de sus interlocutores. Se refieren a la necesidad de que tanto JxCAT como ERC abandonen sus reivindicaciones de "máximos", a nivel de contenidos, y que no fijen un marco temporal para la ley de amnistía. Si en el partido de Puigdemont exigen que la norma esté lista antes de la investidura de Sánchez, distintas fuentes cercanas a los negociadores del Gobierno coinciden en alejarla. "No es tan fácil. Para nosotros hay cosas mucho más importantes. Más importante que el calendario es el contenido", subrayan fuentes de la Moncloa. La seguridad jurídica y las prisas no casan".
Parecida perspectiva se recoge en Vozpópuli. "El PSOE intenta aplacar la marejada interna por la amnistía: 'El pacto con Puigdemont no está hecho'", titula dicho medio. En el subtítulo, la misma impresión que en la anterior información: "Ferraz enfría la posibilidad de acuerdo con Junts en la Diada pese a que la vicepresidenta primera en funciones, Nadia Calviño, venda en el G20 que Sánchez seguirá en Moncloa". Escribe Javier Portillo: "El PSOE tiene vértigo. Ferraz es consciente de la marejada interna que se ha originado en la organización por la amnistía que se está negociando con Junts a cambio de los votos que permitan a Pedro Sánchez seguir en Moncloa. Por eso, el partido intenta ahora aplacar la “preocupación” de los suyos, que destacan algunos socialistas, advirtiendo de que el pacto con el expresidente catalán Carles Puigdemont no solo "no está hecho", según fuentes de la formación, sino que tendrá que encajar en el marco constitucional sí o sí. Es más, fuentes de la ejecutiva socialista deslizan que las "posiciones maximalistas" del secesionismo catalán, que no se baja de la exigencia de la amnistía y del referéndum, pueden ser una muestra de la poca voluntad de Junts de negociar la investidura del secretario general del PSOE".
Sigue la pieza: "Un destacado dirigente socialista resume a este diario la situación interna del partido: “La inmensa mayoría de los alcaldes con los que hablo o portavoces municipales creen que una amnistía nos pondría en una situación electoral muy difícil como ya pasó con la sedición o la malversación. Pero nadie o muy pocos van a lanzar la voz”. “Hemos aceptado con mucha normalidad que pueda haber otras voces dentro de nuestra formación. Y lo fundamental y lo importante es que la dirección del partido, el presidente y el secretario general, Pedro Sánchez, sabe que tiene a todo el partido detrás, que tiene la confianza de su formación tras el encargo que, entendemos, nos hicieron los ciudadanos después del 23-J", justificó este lunes la vicesecretaria general y ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, tras el carrusel de críticas vertidas por históricos socialistas --desde Alfonso Guerra y Felipe González hasta Joaquín Almunia y Ramón Jáuregui-- que se han revuelto por el coqueteo del partido con una hipotética de ley de amnistía que exonere de toda responsabilidad a las decenas de personas aún pendientes de juicio involucradas en los hechos de octubre de 2017 que condujeron a la declaración de independencia de Cataluña".
12 de septiembre, santoral: Nuestra Señora de Santa María de Lluc, reina de Mallorca, y Nuestra Señora de Fuensanta. Autónomo, Hieródines, Leoncio, Serapión, Selenio, Valeriano, Estratón, Macedonio, Teódulo, Taciano, Guidón confesor y Poncio de Serrancolin.
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