Ya ha pasado un mes desde el comienzo de la invasión de Ucrania. Los partes y relatos de la guerra se parecen a las crónicas deportivas. El Lokomotiv de Moscú no puede con el Dinamo de Kiev. Las apuestas avalaban la especie de que los poderosos rusos aplastarían a los orgullosos ucranianos, pero la maquinaria putinesca no logra doblegar la voluntad partisana del pueblo de Ucrania.
La fecha redonda repone la invasión en lo alto de las portadas. Los medios se rinden ante el ejemplo ucraniano, una versión de la pequeña aldea gala que lucha contra el invasor casi con alegría, como si batallar estuviera en los genes de sus ciudadanos y con el presidente Zelenski, cada día más optimista, al frente de la resistencia, al pie del cañón, en pie de guerra y demás tópicos.
A los efectos propagandísticos, Putin es un villano, autor de numerosos crímenes de guerra. Así lo considera la diplomacia estadounidense sin que se deriven de ello más consecuencias que la mera constatación de una obviedad. En Europa va a la baja la retórica bélica, ese ardor guerrero de nuestros mandatarios. La UE contempla el espectáculo con pose bovina. Mientras Rusia destruye Ucrania los eurócratas discursean sobre la necesidad de aumentar los gastos en defensa. Unos ases.
Las crónicas reportan numerosas bajas en el ejército ruso. Llegan las primeras imágenes de funerales de soldados y altos mandos. Se alude a grietas en el núcleo duro de Putin, que no logra avances en la ocupación del país, según El País. En el diario de Prisa escriben M. R. Sahuquillo y L. De Vega: "El Kremlin no obtuvo el fácil paseo para invadir Ucrania que esperaba. Con las negociaciones para poner fin a la guerra prácticamente estancadas y una lluvia intensa de sanciones occidentales que han atacado a la línea de flotación de la economía rusa, Putin mantiene la ofensiva. Sin apenas avances desde hace días y sin haber obtenido grandes victorias en la invasión, el líder ruso ha pasado a aplicar una política de tierra quemada para subyugar a Kiev en su “operación militar especial” para “desnazificar”, “desmilitarizar” y proteger a las personas rusoparlantes de un país que parece querer fulminar".
Y: "Como Mariupol, la ciudad portuaria del mar de Azov, símbolo de la guerra de Putin contra Ucrania y donde aún quedan 100.000 personas atrapadas bajo los brutales ataques contra una urbe arrasada, donde no hay agua, electricidad, calefacción y casi alimentos desde hace semanas y los combates calle a calle entre las tropas ucranias y los soldados rusos son continuos. O Chernihiv, en el noreste del país, una ciudad cerca de la frontera con Bielorrusia --país que Putin utilizó como trampolín para la invasión-- sometida a constantes bombardeos y prácticamente sitiada por las fuerzas rusas desde hace 12 días. La defensora de Derechos Humanos de Ucrania, Ludmila Denisova, denunció ayer que las tropas del Kremlin han dinamitado el puente sobre el río Desna, la única vía que quedaba para la evacuación de la población civil y llevar ayuda humanitaria y que mantienen así a los habitantes de Chernihiv como rehenes de su agresión militar".
En El Mundo destacan las fracturas en el Kremlin. La colorida pieza es de Alberto Rojas y dice así: "Un oficial ruso destacado en el frente de Nicolayev llamó hace dos días a un compañero de armas desplegado en otro frente y lo hizo con su teléfono personal. La llamada la interceptaron los ucranianos, que tardaron en colgar el audio en sus redes sociales lo que dura la operación de editarlo. El resumen de las quejas de este oficial ruso es: "Esto es peor que Chechenia. El 50% de mis tropas han desaparecido. No podemos evacuar a los muertos y nuestros propios aviones nos han bombardeado". No sabemos si es el sentir general de la tropa, pero cada vez hay más quejas por el pobre desempeño en el alcance de los objetivos primarios, las enormes bajas y la ausencia de información sobre lo que realmente les esperaba en el campo de batalla".
Continúa Rojas: "Según la cifra filtrada en la página web del segundo periódico más vendido de Rusia, y borrada poco después, las bajas rusas ascienden a casi 10.000 muertos y 16.000 heridos. Unos números que la Inteligencia de EEUU no se atreve a confirmar por falta de datos pero que ve plausibles. Muchos de esos soldados comienzan a llegar a casa para ser enterrados por sus familias, lo que va minando la opinión pública rusa a favor de la guerra. Son seis generales ya los abatidos por los ucranianos, que sumados a 17 coroneles, convierten lo que va de operación en una invasión sangrienta y ruinosa. (...) Pero no sólo en el campo militar comienza a detectarse cierta zozobra: también en el político. Anatoly Chubais, enviado especial del Kremlin, dimitió y abandonó el país. La razón: su oposición a la guerra en Ucrania, según informaron medios como Bloomberg citando a dos personas conocedoras de la situación. Chubais no es un cualquiera: fue viceprimer ministro y bajo el mandato de Putin asumió los principales puestos en las grandes empresas estatales, además de formar parte de su círculo de pretorianos".
Mientras en Ucrania se lucha casa por casa, la preocupación occidental aumenta por la repercusión inflacionista en gas, luz y carburantes y las tensiones en las cadenas de suministros. Sobre España planea el fantasma del desabastecimiento tras doce días de huelga de los transportistas. El Gobierno se reúne hoy con representantes del sector en la esperanza de que depongan los paros.
En El Diario reflejan las operaciones del Ejecutivo para frenar la galopante subida de precios. "El Gobierno se abre a compensar a las eléctricas más adelante a cambio de bajar ya el recibo", reza el titular de una pieza que viene con las firmas de Antonio M. Vélez e Irene Castro. Dice así: "El Gobierno se abre a compensar a las eléctricas por la exponencial subida del gas a cambio de bajar ya el recibo de la luz. Es la opción que el Ejecutivo ve más viable de cara a la cumbre europea que arranca este jueves: un mecanismo excepcional de compensación ex post --a pagar en el futuro-- por el gas que se usa para producir electricidad, mediante la fijación de un precio tope de referencia, que estaría por debajo de los disparatados precios actuales de esta materia prima. Esto permitiría desvincular --o 'desacoplar'-- la cotización del gas de los precios de la luz sin modificar el funcionamiento del mercado mayorista. La diferencia entre ese precio de referencia y el real se devolvería posteriormente a las eléctricas. Eso sí, el Gobierno no concreta si se hará con cargo a la futura factura de la luz o con fondos públicos, destinando una partida para ello en los Presupuestos".
La nota abunda también sobre la reunión europea: "A la espera de la propuesta de reforma del mercado eléctrico europeo que se espera para mayo, España aspira a salir de este cónclave con margen para poner un tope al precio del gas, la clave de bóveda que explica por qué se han disparado los precios del mercado mayorista eléctrico en los últimos meses. El sistema marginalista en vigor hace que el precio se fije a partir del coste de la energía más cara empleada para producir la luz. Al menos, y ante la dificultad de poner de acuerdo a los 27, el Ejecutivo confía en poder establecer este precio tope del gas en el mercado ibérico, dada su escasa interconexión con Francia, que España y Portugal llevan años pidiendo aumentar. Ambos países, cuyos sistemas eléctricos funcionan como uno solo, plantean adoptar esa medida de forma excepcional y acotada en el tiempo, y aunque los estados miembros del norte de Europa, encabezados por Alemania, rechacen aplicarla en sus respectivos mercados".
UGT y CC.OO. comienzan a percibir el calado del malestar social. Ayer salieron a la calle en contra de los precios, que no del Gobierno. Sin embargo, la convocatoria fue un fiasco. Una pieza de El Independiente elaborada por Alba Asenjo Domínguez ilustra al respecto: "La de este miércoles en Madrid y otras 57 ciudades españolas es la primera manifestación organizada por los sindicatos mayoritarios para protestar por la subida de los precios. Estaba impulsada por Comisiones Obreras y UGT, las asociaciones de autónomos UPTA y Uatae, la de consumidores Facua y la de vecinos CEAV (Confederación Estatal de Asociaciones de Vecinos). Pese a ello, solo consiguieron reunir a 500 personas, según estimaciones de la Delegación del Gobierno, 800 según una primera estimación de Policía Nacional. «Es una pena que haya venido tan poca gente», comentaban unos y otros en medio de la marcha en la capital, que apenas recorrió un kilómetro por la calle Atocha, desde la plaza del Emperador Carlos V hasta la de Jacinto Benavente, por encima de la Puerta del Sol. El tiempo, lluvioso, y el día, laborable, no acompañaban, justificaban. Pero la marcha llevaba una semana anunciada y las comparaciones resultaban odiosas: la de agricultores, ganaderos y cazadores del pasado domingo reunió en la capital a 150.000 participantes de toda España, también según Delegación del Gobierno --solo se celebraba en Madrid--; la marcha feminista del 8M, que sí se convocó en todas las ciudades, congregó a 30.000 personas. A la convocatoria de Vox y su sindicato, Solidaridad, del pasado sábado, acudieron unas 2.000, también según cálculos del Gobierno. CCOO y UGT, por su parte, han cifrado los asistentes en entre 3.000 y 4.000".
Ecos del giro marroquí en la política exterior. "Zarzuela se desmarca de la carta de Sánchez a Mohamed VI: 'La política exterior es suya'", titula Vozpópuli. Escribe Jesús Ortega: "De presidente de Gobierno a jefe de Estado. Así ha sido la interlocución entre Pedro Sánchez y Mohamed VI para pactar la nueva posición de España respecto al Sáhara Occidental. En esa negociación, Zarzuela ha estado totalmente al margen, a pesar de la buena relación existente entre las casas reales española y marroquí. Moncloa ha liderado la estrategia y la mediación de Felipe VI en este asunto quedó totalmente descartada. Así lo confirman a Vozpópuli desde el propio Ejecutivo y también desde Zarzuela. En Casa Real recuerdan que "la política exterior de España le corresponde constitucionalmente al Gobierno", descartando totalmente la intervención del rey en esta negociación con Rabat".
En Cataluña, la huelga contra la sentencia del 25% de castellano en la escuela tuvo un seguimiento inferior al 7%. La CUP pide la dimisión del consejero de Enseñanza, Josep Gonzàlez-Cambray. Los sindicatos le acusan de colar el fallo del TSJC por detrás y los partidos del frente independentista exhiben su cruda división. Nada nuevo bajo el sol.
24 de marzo, santoral: Catalina de Suecia, Maccartemio, Secúndulo de Mauritania y Severo de Catania.