En el plano superficial de los titulares, Rusia y Ucrania estarían a punto de llegar a un acuerdo para detener la guerra. En las tripas de la información prosiguen las matanzas de civiles. Así, el ejército de Vladimir Vladimirovich redujo ayer a cenizas un teatro en Mariupol donde se refugiaban niños y mujeres y bombardeó una cola para comprar pan. Las tropas rusas están atascadas después de tres días de invasión, pero mantienen intacta su capacidad destructiva. Los soldados y civiles ucranianos resisten al invasor con muestras no sólo de heroísmo sino también de eficacia frente a los tanques. La guerra de Putin lleva camino de convertirse en una revisión de Stalingrado. La hazaña del día fue que militares ucranianos lograron liberar en una operación de comandos al alcalde secuestrado por los rusos.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, intervino ayer ante las cámaras estadounidenses. Habló de Pearl Harbour y del 11-S e imploró el cierre del espacio aéreo de su país para detener la matanza. Fue en vano. Los congresistas le recibieron en pie emocionados, pero ni los Estados Unidos ni la OTAN van más allá de las sanciones económicas y el envío de armas. Zelenski, el actor, es la conciencia de Occidente. En España, el Gobierno retiene ya cuatro megayates de oligarcas rusos, todos ellos vinculados a Putin.
Las negociaciones entre las delegaciones de rusos y de ucranianos contrastan con la ferocidad de los ataques y causan no pocas dudas sobre las verdaderas intenciones del Kremlin, según destaca El Confidencial en su nota de apertura. "Se extiende el temor a que Moscú solo busque una pausa estratégica tras 20 desastrosos días de campaña" y "La intensificación de los ataques contra objetivos civiles es una pésima señal" apuntan los sumarios que acompañan una información de Nacho Alarcón sobre el estado de ánimo en la OTAN: "Una jornada que comenzó con el optimismo de un posible avance en las negociaciones entre Ucrania y Rusia acabó con la dramática imagen del teatro municipal de Mariúpol, donde se presume había cientos de personas refugiadas, reducido a cenizas tras un bombardeo. Esta creciente crueldad del Ejército de Vladímir Putin en el campo de batalla hace que las noticias sobre la marcha de las conversaciones se reciban con escepticismo en Bruselas, donde el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se lamentó el miércoles de que Rusia esté intensificando sus ataques indiscriminados contra objetivos civiles. “Sobre el terreno no vemos ninguna señal, y por eso pedimos a Rusia que participe en estas conversaciones de buena fe”, aseguró tajante el secretario general cuando pidieron valorar si veía a Moscú de verdad implicada en las negociaciones, negando con la cabeza mientras todavía escuchaba la pregunta".
Y: "La cuestión es clave, porque existe el temor de que Moscú esté utilizando el proceso diplomático para ganar tiempo y recomponer su ofensiva, estancada tras 20 días de invasión. Aunque el Ejército ruso mantiene bajo fuego y asedio varias localidades ucranianas, incluyendo la capital Kiev, apenas ha logrado tomar una ciudad relevante y a un gran coste humano. Una pausa en el ataque, sospechan algunos de los aliados, daría a Moscú margen de maniobra para reorganizar su logística en el frente. Por eso, Stoltenberg insistió en continuar respaldando a Kiev para fortalecer su posición en la mesa de negociaciones. “Es muy importante no especular sobre el resultado de estas conversaciones, pero es obvio que lo que Ucrania puede conseguir en la mesa está muy conectado con lo que puede conseguir en el campo de batalla”, explicó".
La versión optimista viene en El País, que anuncia: "Las negociaciones se abren paso entre las bombas". Del texto de M. R. Sahuquillo y L. De Vega: "La posibilidad de un acuerdo entre Ucrania y Rusia para poner fin a la guerra desatada por Vladímir Putin se abrió paso ayer pese a que los bombardeos no cesan. Ambos gobiernos negocian un documento de 15 puntos que prevé la renuncia de Ucrania a integrarse en la OTAN y una limitación a sus fuerzas armadas. Moscú apuntó que aceptaría un estatus como el de Suecia y Austria, fuera de la OTAN pero dentro de la UE. Volodímir Zelenski dijo que las posiciones negociadoras “suenan más realistas”. Pero la violencia continuaba: un bombardeo destrozó un teatro en Mariupol que refugiaba a cientos de civiles, y otro mató a 10 personas que hacían la cola del pan en Chernígov. A pesar del pesimismo que ha reinado hasta ahora sobre las negociaciones entre Rusia y Ucrania, y con todas las cautelas que exige una guerra que cumple ya tres semanas, ayer llegaron las primeras señales de que el final de la violencia podría estar más cerca. Las dos partes enfrentadas reconocieron ciertos avance".
Mientras tanto, los ricos rusos ven amenazado su tren de vida. El megayate es el símbolo de la oligarquía, auténticos palacios flotantes valorados en cientos de millones de euros y cuyo mantenimiento en los puertos cuesta decenas de millones al año. El modo en el que los dueños de esos barcos se convirtieron en multimillonarios está relacionado con la corrupción del poder político. En su gran mayoría fueron cargos de confianza de Yeltsin y de Putin. Lo peor de cada casa.
Al efecto destaca una pieza de Carlos Fresneda en El Mundo sobre Roman Abramovich que dice así: "Fue detenido a los 25 años por robar y "desviar" a Letonia un tren cargado de diésel. Defraudó más de 2.400 millones de euros en la venta de la petrolera Sibneft, aunque Boris Yeltsin evitó que acabara en la cárcel. Ganó también fraudulentamente la subasta para la compra Slavneft en la era de Vladimir Putin, y así fue subiendo enteros hasta figurar entre los 100 más ricos del mundo, ejerciendo como "topo" para asunto económicos del presidente ruso durante más de dos décadas. Hasta aquí las revelaciones del documental de Panorama en la BBC, que rastreó durante cuatro años el fulminante ascenso del oligarca ruso Roman Abramovich (con una fortuna estimada de más de 10.500 millones de euros). Dinero Sucio, que así se titula el programa, ha dejado en evidencia a las autoridades británicas por la lentitud a la hora de aplicar sanciones y congelar los activos de Abramovich, incluidas sus acciones en el club de fútbol Chelsea, su palacete en Kensington y hasta 70 propiedades en Londres".
Continúa el texto: ""La acumulación de riqueza a manos de Abramovich es el resultado de la corrupción", asegura el abogado Andrew Mitchell, que destaca sobre todo el "golpe" del oligarca en la operación de Sibneft, adquirida en 1995 por 226 millones de euros (con préstamos del propio Kremlin) y revendida al cabo de una década por 11.800 millones. El impacto del documental ha coincidido con la nueva ronda de sanciones de la UE contra el oligarca, que dio órdenes para que zarparan sus dos superyates, el Eclipse y el Solaris, anclado en Barcelona a primeros de marzo. (...) Abramovich ha negado reiteradamente sus vínculos con el presidente ruso, aunque él mismo recomendó a Yeltsin el nombre de Putin, estuvo en su ceremonia inaugural, fue elegido miembro de la Duma y durante ocho años desempeñó el cargo de gobernador de la remota región autónoma de Chukotka".
En España, las declaraciones de Gabriel Rufián sobre los vínculos del círculo de Puigdemont con personajes putinescos han ahondado las malas relaciones entre ERC y Junts per Catalunya (JxCat). Rufián se ha disculpado (un poco) por las formas, pero mantiene el fondo. Puigdemont ha replicado con una tribuna en La Vanguardia en la que dice que por Cataluña se reuniría hasta con jefes de tribus caníbales, pero con los rusos no ha tenido contacto alguno. A modo de contraste. Toni Muñoz escribe un texto en el mismo diario bajo este título: "Las amistades peligrosas del ‘procés’ con dirigentes rusos". De la pieza: "En plena guerra de Ucrania, el entorno de Puigdemont intenta relativizar los acercamientos con el Kremlin durante el procés . Unas amistades peligrosas de las que sacaban pecho en privado, se jactaban incluso de la capacidad de reunir hasta 10.000 soldados rusos para defender la independencia, de las que ahora en público se desmarcan. Desde la apertura de la causa judicial Voloh son continuas las referencias a las aproximaciones de Junts con el Gobierno ruso tras el 1-O con el objetivo de conseguir su apoyo y que pudiera desembocar en el reconocimiento de la nueva república catalana. The New York Times indicó que la cuestión catalana fue utilizada por Putin para desestabilizar Europa.
En el ámbito económico, la industria láctea anuncia un paro por el precio del carburante mientras el Gobierno pondera cómo rebajar la factura eléctrica y de los combustibles. En La Razón cuentan Ainhoa Martínez y Rocío Esteban que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pretende obtener el apoyo de todos los partidos, lo que ha puesto sobre alerta a sus socios de Podemos. Del referido texto: "El Gobierno busca dar una respuesta a la crisis económica derivada de la guerra en Ucrania y lo está haciendo en dos frentes: el internacional y el nacional. A nivel europeo, Pedro Sánchez comenzó ayer una gira con líderes de hasta ocho países, que trabajan para ampliar, para tratar de embridar su adhesión a la propuesta española de desacoplar el precio del gas del de la electricidad. Una propuesta que debe estar madura para el trascendente Consejo Europeo de los días 24 y 25 de marzo en Bruselas. En paralelo, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y las tres vicepresidentas, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera desarrollan una ronda de contactos con los partidos políticos para sumarles al Plan Nacional de respuesta a las consecuencias de la guerra que aprobará el Gobierno en el Consejo de Ministros del 29 de marzo. Será entonces cuando el Gobierno acometa la rebaja de impuestos comprometida y acordada con las CC AA en la Conferencia de Presidentes de La Palma".
Sigue: "“El Gobierno va a bajar la gasolina, la luz y el gas”, confirmó Bolaños ante los medios en el Congreso de los Diputados, tras reunirse con el PP. En Moncloa dicen ser “plenamente conscientes” del alza que han sufrido los sectores más impactados por el conflicto y están reuniéndose con los partidos políticos para trasladarles las medidas que propone el Ejecutivo. Unas medidas que públicamente no quieren concretar, y que en privado los partidos aseguran que tampoco detallan, porque primero quieren lograr un consenso a nivel europeo en la cita del 24 y 25 de marzo, para hacerlo de la mano de los “socios europeos y de la Comisión Europea”. Se están barajando varios mecanismos, desde ayudas y subvenciones directas del Estado hasta topar los precios, y aunque en el Ejecutivo esperarán hasta el Consejo Europeo, sí advierten de que, si entonces no se toman decisiones satisfactorias, el Gobierno actuará de manera unilateral. Sin embargo, aunque la propuesta de bajar los impuestos es compartida por el PP, el principal partido de la oposición quiere que la rebaja se acometa de manera inminente, sin esperar dos semanas. En Moncloa hablan de una bajada de impuestos “inmediata y sencilla”, pero mantienen en su horizonte el Consejo de Ministros del 29 de marzo como fecha para aprobarla".
17 de marzo, santoral: José de Arimatea, Patricio, Agrícola, Gertrudis de Nivelles, Juan Sarkander y Pablo de Chipre.