Hubo un tiempo en que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) podía colocar un manifestante por metro cuadrado de Salses a Guardamar y de Fraga a Mahón o casi. La ANC fue el ariete del proceso, la punta de lanza, el mantra de la naturaleza popular del movimiento, la repera en materia de exhibiciones de masas norcoreanas, unos años de verde, otros con la república a tocar, siempre adelante, tozudamente alzados, la dignidad en estado virginal, una cosa impresionante.
El tiempo, la fatiga, los egos, esa independencia que no llega, esa sospecha de fraude continuado, ese choque térmico entre la palabra inflamada y la realidad y muchas más cosas han dejado a la ANC para el arrastre, ni sombra de lo que llegó a ser. Casi de un día para otro, la ANC se ha transformado en una facción más en ese rincón del independentismo de la CUP, entre Arran y los CDR, el grupo de los veteranos
La organización se está desmoronando a ojos vista. Medio centenar de personas secundó anoche el llamamiento de Elisenda Paluzie a permanecer concentrados frente a la sede de la Comisión Europea de Barcelona, según la cifra de El Món, mientras una veintena de veteranos voluntarios permanecen dentro de las instalaciones. Y ya. Pintura contra la puerta de la Fiscalía y huevos contra los Mossos en la plaza de Sant Jaume, las chiquilladas del Comando Apreteu de los CDR, organización emergente que superó ampliamente en número a la ANC con trescientos irreductibles. Ah, y Lluís Llach cantó L'estaca tras proferir el siguiente tuit la madrugada del traslado: "Avui tinc ganes, més que mai fins ara, de fer un gest desmesurat".
La prensa afecta a la causa republicana corre un tupido velo sobre el escaso seguimiento de las llamadas a la resistencia de la ANC. Se centran en la nueva jugada maestra, tomar la sede de la Comisión y apelar a Europa. En Vilaweb, Vicent Partal bendice la operación "Tiembla Europa" y quiere que quede claro que si los presos están en Madrid es porque ellos así lo han querido: "Aquest divendres, primer de febrer, ha estat un dia que serà molt difícil d’esborrar de la memòria. Veure la Generalitat lliurant a la Guàrdia Civil el govern de Catalunya, la presidenta del parlament i els dirigents d’Òmnium i l’ANC és molt dolorós. I no hi ha manera de rebaixar-ho, tot i saber que era això que els presos, tots ells, volien que passés".
Y continúa Partal con la magistra reacción del siempre triunfante independentismo: "Al vespre, la decisió encertada i valenta de l’Assemblea Nacional Catalana d’ocupar la delegació de la Unió Europea a Barcelona ho ha capgirat tot novament. Perquè ha donat sentit a tot allò que passava. Allò que al matí, en algun moment, havia semblat un sacrifici desconcertat a la nit s’ha transformat en una palanca. Girant el judici contra la Unió Europea convertim la farsa jurídica del Suprem en alguna cosa més que un ritual que ja té la sentència escrita".
Pues patada hacia delante con el campo vacío. Informaciones contradictorias sobre el traslado de los presos. Hay coincidencia en La Razón y El Confidencial sobre el flamante autobús de la Guardia Civil, nuevo de trinca y que estrenaron los encausados. Sin embargo, El Confidencial advierte que en ese vehículo viajaron los presos, mientras que las presas fueron conducidas aparte. Del final del texto de David Fernández: "El traslado mixto está prohibido, por eso Dolors Bassa y Carme Forcadell han tenido que viajar en una furgoneta especial de la Guardia Civil que tiene cinco plazas. Ellos llegaron a media tarde a Soto del Real, donde han sido ingresados temporalmente en el módulo de preventivos. Aunque durante todo el juicio (que puede durar varios meses) seguramente sean acomodados en un módulo de respeto. Ellas ingresaron un poco antes en Alcalá-Meco".
Apunte de Teodoro León Gross en El País sobre el clima catalán: "La deriva iliberal de la democracia en Cataluña es el resultado de la tolerancia con la ilegalidad y el secuestro del espacio público. El vídeo del acoso en Torroella delata un grado sobrecogedor de odio. Desde la señora mayor, con aire respetable, que hace cortes de manga babeando bilis hasta las chicas y chicos, no sólo cuperos montaraces, que vociferan insultos con gestos obscenos. Ahí alcanza el discurso institucional del ¡apreteu! Y todos, claro está, comparten una idea básica y terrible: los otros no merecen estar allí. Se trata de una convicción con genética inequívocamente totalitaria. Tras lo sucedido, un tuit del alcalde de ERC impide cualquier ambigüedad interpretativa: “Qué queréis que os diga, hoy más orgulloso que nunca de Torroella de Montgrí y de nuestra gente”. Cuando se está orgulloso de esto, ya se ha cruzado algo aún más irreparable que las líneas del civismo democrático".
Noticias de Venezuela. Empate técnico que es un triunfo de Guaidó, según la crónica titulada "Guaidó aún no es el poder, pero Maduro ya es la resistencia" que escribe Cayetana Álvarez de Toledo para El Mundo y arranca así: "El dictador suele levantarse tarde. Si hay que quitarse el chándal, se lo quita, pero si no es tontería. Después de almorzar, y a veces antes y mucho después, se postra en el sofá a ver la tele. La tele le gusta mucho, sobre todo algunos programas españoles que todavía llegan a esta Venezuela en involución analógica. Su serie favorita es Aquí no hay quien viva. (...) En cuanto al turno de noche, el dictador es un adicto a El Hormiguero. Salvo aquella noche. La del 15 de junio de 2017, en plena ola de protestas por el asalto de sus jueces a la Asamblea Nacional. El dictador lo único que quería era un rato de distracción, echarse unas risas, que algún famoso desvelara alguna esquina de su intimidad. Pero de pronto apareció Miguel Bosé, ojos maquillados, levita negra, y se puso grave: 'Los venezolanos se sienten solos, muy solos. ¿Dónde están los países hermanos? ¿Dónde está la comunidad internacional para defender a un país al que le han arrebatado la democracia?'. El dictador voló del sofá, el bigote en llamas. Insultó a la pantalla y cogió el teléfono: '¡Convoquen a la prensa!'. Y ahí que salió el día siguiente: iracundo, perfectamente reconocible, flanqueado por el busto de Bolívar y un banderón ultrajado. Cargó contra Bosé: '¡Vomita mentiras!', y le dio una lección de televisión a Pablo Motos: '¡Un programa de entretenimiento tiene que ser un programa de entretenimiento!".