Eslovenia, capital Montserrat. Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le llegan noticias inquietantes de Cataluña. El presidente Quim Torra se lo está poniendo a huevo con el descontrol del orden público. Aquella reposada conversación en la fuente de Guiomar con el hombre del lazo es historia antigua. No queda nada si alguna vez hubo algo.
Toda la prensa subraya en sus encabezamientos que el líder socialista se balancea entre un 155 hard o la "nacionalización" de los Mossos d'Esquadra. El handicap del artículo constitucional es que ya lo malbarató Mariano. Mientras tanto, prosigue el cachondeo en las redes sociales con Fredi Bentanachs, orgulloso cofundador de Terra Lliure, emitiendo lecciones de estrategia en Youtube. Que no hay que ir a las barricadas encapuchados, sino a cara descubierta porque el pueblo manda y tomar el Parlament no sería violencia sino un "hecho revolucionario", aconseja. El 21 de diciembre es la gran cita.
A Torra le cae la del pulpo, salvo en la prensa filoeslovena. Encerrado en un voto de silencio monacal, contemplando desde una celda benedictina la fuerza absoluta de la geología, el presidente vicario sonríe como la Giocconda. La Iglesia catalana está con él, con los presos que adelgazan a marchas forzadas y con la causa justa. Dios es catalanista. Hoy reaparecerá, Torra, para la reunión del Consell Executiu. Gran expectación por ver cómo defiende Elsa Artadi la vía Torra y cómo reacciona ante el clamor para que alguien, preferiblemente un Gobierno clásico y previsible, se haga cargo de los baqueteados Mossos.
Entre tanto, los demiurgos de la Slovenian way matizan que fueron los serbios quienes provocaron los muertos. Teoriza sobre el particular Àngel Colom en Vilaweb. Se trata de un testimonio presencial, toda vez que estaba en Liubliana cuando se lió la parda: "El control del territori era efectiu, total, sense violència per part eslovena. No pas per part sèrbia. Començaven deu dies d’atacs serbis que causarien seixanta-dos morts (quaranta-quatre soldats iugoslaus i divuit ciutadans eslovens). Per això, ens van demanar que sortíssim ràpidament del país, per carretera, i aquell mateix vespre vam anar cap a Ístria i Itàlia".
Sigue Colom: "Deixàvem un país que en tan sols deu dies aconseguiria d’alliberar-se. La comunitat internacional que pocs dies abans deia que no reconeixeria mai una República eslovena independent (la Unió Europea i els Estats Units), després de deu dies de control del territori i de resistència no violenta de la societat civil eslovena, va acceptar la implementació de la nova República, que va ser reconeguda per Alemanya, Àustria, els Estats Units i, a poc a poc, pel conjunt del món. L’anomenada ‘via eslovena’ que el president Torra esmentava amb encert aquests darrers dies. Ho podíem haver fet l’octubre del 2017 a Catalunya i ho podem fer els pròxims temps, en el segon intent, ara, de fer el cim".
Ok. A barraca, pues. Hay que volver a atacar la cima, como defendía Xavier Vendrell, otro teórico de la acción directa, en el FAQS de TV3. En el mismo digital, Josep Casulleras entrevista a Lojze Peterle, ahora eurodiputado y antaño primer ministro de la independencia eslovena, que detalla su versión de los hechos: "Pel que fa a la violència, voldria reiterar que teníem una constitució eslovena que donava el dret d’autodeterminació, és a dir, que teníem una base legal per a la nostra lluita per la independència. Vaig mirar de convèncer el primer ministre, Markovic, que ho féssim d’una manera pacífica i tanmateix ens van atacar. Eslovènia no fou violenta; vam intentar assolir la independència per vies pacífiques, però vam ser atacats per l’exèrcit iugoslau i, és clar, ens vam haver de defensar. La violència va venir de Belgrad".
En El Nacional también parece por la labor miliciana Jordi Galves, que arremete contra La Vanguardia y pronostica un gran triunfo del gran Carles como la prensa botiflera continúe por el camino de reprochar las soflamas eslovenas: "L’únic mort que hi ha per ara, i ben a la vista, ben pudent, és una morta, és la credibilitat de La Vanguardia i de tota la premsa espanyolista. I potser n’hi ha una altra també, l’agonitzant unitat independentista, la que clama per la via escocesa per aconseguir la separació de Catalunya, com si Escòcia tingués, com a nació, una situació millor que la nostra. La majoria dels electors catalans són avui amb Carles Puigdemont i amb el president vicari, Quim Torra, la voluntat popular no té dubtes. Per aquest motiu tots els partits, de Vox fins a la CUP, passant pel PDeCAT i ERC, pel PSOE i pel PP, tots, volen acabar amb l’actual Govern de la Generalitat. Que intervinguin els Mossos de l’Esquadra, que tanquin tevetrès, que suspenguin la Generalitat si volen, si pensen que així canviaran el que vol el personal. El terrorisme d’Estat el fa l’Estat, la violència, com sempre, és només la de l’Estat mentre que la majoria dels vots a Catalunya són amb Carles el Gran, amb el president Puigdemont. I per aquest camí de confrontació verbal continuaran augmentant, més i més, els partidaris de Puigdemont president, Catalunya independent. Sembla mentida que no ho vegin".
Visca Liubliana y visca la ratafia! Ni un pas enrere y tal. También estaba por esos pagos en aquel verano del 91 Hermann Tertsch, que cubría para El País la incipiente hecatombe balcánica. Ahora escribe en ABC: "Yo estaba allí, el 26 de junio de 1991, en el momento y en el lugar en que comenzó a aplicarse la "vía eslovena" que tanto seduce a Quim Torra como ejemplo para acelerar la independencia de Cataluña. Allí, en la autopista de Zagreb a Liubliana, no lejos de los límites entre ambas repúblicas, junto a aquellos cadáveres humeantes de seis reclutas del ejército yugoslavo JNA carbonizados en el interior del blindado de ruedas (BMR). Uno había logrado abrir la puerta, pero ninguno consiguió salir. Les habían alcanzado con un lanzagranadas miembros de la Defensa Territorial eslovena. Aquellos jovencitos hechos estatuas de tizón quedaron en mi retina y memoria como las primeras víctimas de la guerra abierta en Yugoslavia. En Eslovenia esa guerra duró diez días, con menos de cien muertos. En el resto de aquel efímero y artificial estado duraría casi diez años y se cobraría cientos de miles de muertos".
Acostumbra a decir Torra que no hay marcha atrás, pero la marcha atrás es posible y altamente recomendable en infinidad de órdenes de la vida. Él mismo, con ayuda del inestimable Miquel Buch, acaba de protagonizar un caso de sensato retroceso. Iba a arder Troya en los Mossos, con purgas, ceses y expedientes por las cargas en Girona y Terrassa y ya no, como cuenta Mayka Navarro en La Vanguardia: "La reunión empezó diez minutos tarde en el complejo central Egara que los Mossos d’Esquadra tienen en Sabadell. Muchísimas cosas han pasado desde que, en esa misma sala, el conseller de Interior, Miquel Buch, se dirigió por primera vez a la cúpula de la policía catalana. La prepotencia con la que habló a los comisarios e intendentes hace seis meses quedó reducida ayer a la lectura de una intervención de 20 minutos, en la que el político se disculpó ante la policía reconociendo ser uno de los responsables de la crisis en la que se han visto salpicados los Mossos en las últimas horas. Prometió protegerles en adelante y les comunicó que en la reunión que el domingo mantuvo con el presidente de la Generalitat, Quim Torra, se acordó que nadie será castigado por los dispositivos de seguridad del jueves pasado en Girona y Terrassa, porque fueron mejorables, como siempre, pero "correctos" ".
Luego Buch se fue con la cola entre las piernas dejando a su paso un rastro de desoladora incompetencia para haberse autoproclamado "el primer antifascista de Cataluña". Esta gente tiene una gran opinión de sí misma y los demás son todos idiotas, como bien explica el antedicho Galves en el referido texto de líneas más arriba.
Al mando de la chusma española, Pedro Sánchez sopesa sus opciones frente a san Quim Torra, mitad monje, mitad guerrero. Escribe Toni Bolaño en La Razón sobre los movimientos en Moncloa: " "Al presidente se le está agotando la paciencia", apunta un cercano colaborador de Pedro Sánchez y "se están estudiando todas las vías de respuesta" y "le aseguro que no le temblará el pulso". También desde La Moncloa se ha querido dejar claro que "el día 21 el Gobierno celebrará el Consejo de Ministros en Barcelona, mantendrá su agenda en Barcelona, y se aprobarán medidas que beneficiarán a los ciudadanos de Cataluña". De hecho, según ha publicado El Periódico de Cataluña, el Gobierno enviará a Barcelona 400 antidisturbios para garantizar el orden, que se unirán a las fuerzas policiales presentes ya en Cataluña. Estos grupos policiales llegarán el 19 y se marcharán el 22, porque el presidente del Gobierno tiene intención de tener agenda pública tanto el 20 como el 21".
Pues lo volverán a intentar el 23, el 24 y los días que haga falta, prometen los CDR, Bandera Negra, los Miquelets de Bentanachs y las yayas de Gràcia.
11 de diciembre, santoral: Dámaso papa y Victorico.