Primeras planas

Los muñecos de Torra y Aragonès y la princesa Leonor

El presidente y el vicespresidente de la Generalitat no gobiernan, sólo hacen declaraciones. Un perfil de Gonzalo Boye. La puesta de largo de la princesa de Asturias

9 septiembre, 2018 13:12

Quim Torra y Pere Aragonès representan a la perfección el papel de encargados de sus señoritos, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, la pareja que ha provocado la ruina moral, social, cultural y económica de Cataluña. De Torra ya no cabe esperar gran cosa. Los que le conocían dijeron que no se dejaría dominar por su mentor, que impondría su poliédrica personalidad. Al parecer, es un tipo encantador con amigos y conocidos. Las previsiones han fallado en lo de no dejarse teledirigir por su patrocinador. Torra hace lo que manda Puigdemont y lee lo que que le ponen por delante. En cuanto a Aragonès, más de lo mismo, pero aún más. Demasiado blandito e inexperto, va dando bandazos según comunica con Junqueras en Lledoners. Era el correveidile del Gobierno del 155 y Junqueras le ha premiado con la vicepresidencia, que le va notoriamente grande.

Así es que Puigdemont y Junqueras, que por lo demás se profesan un odio cainita, manejan los hilos de la política catalana gracias a dos bellísimas personas en su casa que carecen de vida propia fuera de ella. Torra hace lo que puede. Se está pateando Cataluña como Pujol, pero no da la talla. Le tratan como a un intelectual, pero sus lagunas son oceánicas. Se le nota en lo presumido y relamido.

El presidente accidental asoma la gaita en una entrevista en El Periódico que da para el siguiente titular de portada: "El mandato del 1-O irá adelante si España no negocia". Ahí lo tienen, echo un brazo de mar, replicando ad nauseam el discurso enfebrecido del vecino de Waterloo, dando caña y avisando al Estado malayo de que la "causa justa" acabará por vencer al rey Belcebú. Terminará disfrazado de fraile vertiendo advertencias sobre la república o el diluvio universal. No hay quien le apee del burro de que el 47% no es una mayoría social consistente para nada. La realidad le importa una higa. O no, pero dice lo que ha dicho que diga Puigdemont.

Quienes le reprochan que no sea el presidente de todos los catalanes están abocados a la melancolía. ¿Cómo va a ser el presidente de nada si no es más que el elegido por el prófugo que se despidió de sus subordinados con la frase "mañana, todos en los despachos"?

Pere Aragonès, por su parte, aún tiene menos contenido. Ni siquiera ha completado el ciclo de la juventud a la madurez. Es vicepresidente de la Generalitat, pero está por hacer. Que Torra y él sean el uno y dos de la administración autonómica no es del todo catastrófico porque no gobiernan, sólo hacen declaraciones. El caso es que Aragonès es el protagonista de la entrevista en El Nacional, diario que titula con sus palabras: "Si no vira, Sánchez será responsable de que la situación degenere en mucha más tensión". Como es domingo, en Cataluña hay tensión. Mañana lunes toca decir lo contrario, que Cataluña no hay fractura social y se discute de manera "mediterránea" . Y así van pasando el rato, sin pegar un sello, sin mover un papel, con el Parlament cerrado y dando clases de democracia y moral pública por los medios y los pueblos. Vaya cuajo.

El tipo que se negó a convocar elecciones porque Rufián le llamó traidor en el Twitter, o sea Puigdemont, disfruta de una asistencia jurídica de lujo, aunque Cuevillas se queja de que cobra poco. En cambio, el letrado estrella, Gonzalo Boye, está encantado y se pasea por los tribunales y en las redes sociales como un gran maestro de kung-fu. Había que ver como disfrutaban los soberanistas con aquellos trinos de "y ahí lo dejo" que profería Boye cada vez que los jueces de Schleswig-Holstein se descojonaron de la justicia española. Los antecedentes de Gonzalo Boye son objeto de un amplio reportaje en El Mundo en el que se describen las mañas y manejos del abogado del procés. Un personaje de cuidado con el que más vale llevarse bien. Fue condenado por el secuestro de Revilla.

Inopinadamente, el monárquico Abc no abre con la puesta de largo de la princesa Leonor sino con una encuesta sobre los cien primeros días de Sánchez. El presidente suspende en inmigración, pensiones y economía, asegura el sondeo. 

El resto de la prensa impresa editada en Madrid incluye fotografía del Rey con su hija mayor y en La Razón titulan que "Leonor reina". De la crónica del diario de Planeta: ""Hoy es, desde luego, un día para la Historia". Con esta frase resumió el Rey Felipe VI la jornada del estreno oficial en Covadonga de su hija, la Princesa Leonor. Para su primer acto institucional fuera de Palacio como heredera al trono se eligió un enclave emblemático para la Corona española y una fecha muy significativa: los actos conmemorativos del 1.300 aniversario del arranque de la Reconquista.

«El mensaje es la presencia», resumían desde Zarzuela. Y es que el simbolismo no se circunscribía únicamente a que hace cien años fuera su antepasado el rey Alfonso XIII quien presidiera en el mismo lugar los actos que ayer se conmemoraban o que su padre, en 1977, protagonizara también en Asturias, aunque con solo nueve años, su primer acto como Príncipe.

Es algo más que eso. Su Majestad cedía el testigo a su heredera en plena crisis de las instituciones y con una Monarquía puesta en cuestión en los últimos tiempos por los errores del pasado. De este modo, la presencia de Leonor traslada un mensaje de continuidad, fortaleza y estabilidad –«hay relevo», decía una señora– ante los eventuales envites que pueda sufrir la Corona.

En Vanitatis realizan un listado sobre "las catorce cosas que hemos aprendido sobre la Familia Real" con comentarios pormenorizados sobre lo que se ve y se sabe de cierto respecto a la niña.

De la prensa editada en Barcelona, ni siquiera La Vanguardia repara en portada en la princesa.