El soberanismo tiene ese punto de adolescente torracollons, joven malcriado que fuma en misa, se quita la camisa en la mesa y se pasa las tardes reventándose espinillas frente al espejo. Es decir, un nene coñazo que el Gobierno ignora con el propósito de comprobar si ante la falta de respuesta, Torra se cansa, se crece o se quema. 

Que Sánchez no entra al trapo es la novedad con la que abre el ABC: "El Gobierno ha optado por hacer oídos sordos a las amenazas del presidente de la Generalitat, Quim Torra, que el viernes por la noche empañaron la jornada de recuerdo a las víctimas de los atentados yihadistas de hace un año en Barcelona y Cambrils. Torra llamó a "atacar al Estado" en un acto del independentismo frente a la cárcel de Lledoners, pero el equipo de Pedro Sánchez evitó entrar en la provocación y guardó silencio para no emponzoñar el homenaje, explicaron desde La Moncloa. El Ejecutivo envió ayer a Cambrils a dos ministras, la responsable de Política Territorial e interlocutora principal con la Generalitat, Meritxell Batet, y la titular de Industria, Reyes Maroto. Ninguna tomó la palabra, tampoco para replicar la última bravuconada del presidente catalán".

El que "tomó la palabra" fue García Albiol, que se las tuvo tiesas con Torra en Cambrils. Según el dirigente del PP, sólo le dijo que es "inadmisible" que amenace al Estado. Se subía por las paredes el president ante el reproche. Qué manera de mover el brazo izquierdo para subrayar su autoridad. Y al final dejó al popular con la palabra en la boca. Fea secuencia que según los teóricos de la distensión habría puesto fin a la supuesta tregua institucional de los últimos días.

A todas estas, el valido de Puigdemont está a punto de cumplir cien días como presidente de la Generalitat en el interior de Cataluña, evento cronológico al que El País dedica una nota en la que destaca el párrafo sobre el gran proyecto que se cuece en las tripas del Palau: "El Govern de Torra tardó en despegar. Los consejeros tomaron posesión 14 días después del president, tras los intentos --frustrados por Rajoy-- de restituir a los exconsejeros en prisión preventiva por rebelión y malversación. El parón estival ha condicionado que la hoja de ruta aún esté en la cocina del departamento que lidera Elsa Artadi, verdadero poder del Palau. Solo se conocen cuatro líneas maestras a modo de eslóganes publicitarios: “Un país cohesionado”, “una economía próspera”, “una Cataluña abierta al mundo” y “una sociedad fortalecida democráticamente y libre”.

Falta lo de la república digital que va pregonando por los puestos Puigneró, el consejero de informática y personal, lo que antes era Gobernación. Puigneró es un lince que difunde urbi et orbe que el futuro será on line o no será. Tremendo visionario. 

El Govern ha pasado del dicho al hecho en materia de propaganda lazi. Los Mossos han identificado a los componentes de un equipo de descontaminación, acción que celebran los medios afectos a la causa. En la pieza de El Nacional se hacen eco de la filiación de uno de los "identificados", que no detenidos: "Els Mossos d'Esquadra van identificar la matinada de dijous a divendres un grup de 14 persones que, com un escamot paramilitar, estava perfectament organitzat i coordinat amb rutes planificades per retirar llaços grocs a diverses poblacions ebrenques. Segons ha avançat TV3, un dels identificats és un membre de la Guàrdia Civil. Els plànols que han estat compartits a través de les xarxes socials, que mostren la planificació dels itineraris i demostren l'existència de grups coordinats".

Se ha acabado eso de ir por ahí arrancando lazos y arriando esteladas, hombre ya, celebran los lacistas.

Antes de todo esto, en las calles no había propaganda más que en campaña electoral. El fotógrafo Ricard Feriche se ha tomado la molestia de compilar unas cuantas imágenes de Barcelona (El diario) que no tienen desperdicio.