El mundo en vilo ante la decisión de Carles Puigdemont, quien en las próximas horas podría dirigirse a los terrícolas para comunicar el nombre del candidato/a a presidente testaferro del gobierno legítimo de la república en formato autonomía del Reino. Se lo pasa pipa y le llegan buenas noticias del frente judicial. Los togados de Schleswig-Holstein no compraron el delito de rebelión y hasta la fiscalía germana tiene sus dudas (El Independiente) respecto a la consistencia de las imputaciones. 



Por si no fuera suficiente, tampoco cuela la malversación y el ministro Montoro no ayuda. La justicia belga tampoco lo ve claro. Que tomen nota bávaros y flamencos. En el concurso de relatos, el independentismo lleva una ventaja de décadas y mueve más simpatías que la causa de España y las etiquetas leyenda negra, toros y paella. Lo explicaba perfectamente Ignacio Vidal-Folch ayer y aquí: "Esa superioridad británica que conocemos tan bien".



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Mientras tanto y en el Tribunal de Cuentas avanza la instrucción contra los inhabilitados del 9-N del 14, aquel ensayo del 1-O que le va costar un riñón a Artur Mas porque la Fiscalía considera que el expresidente prevaricó como un campeón. De El Mundo: "Artur Mas ordenó diez operaciones de pago de dinero público con cargo a las arcas de la Generalitat e incluso directamente a las de la Administración Central para financiar la consulta ilegal del 9 de noviembre de 2014, según concluye el fiscal jefe del Tribunal de Cuentas".



Sigue la nota: "En su informe final, el fiscal Miguel Ángel Torres certifica que Mas autorizó el uso de 4,99 millones de dinero público a través de distintas partidas "sin cobertura legal" e incluso confirma que la primera factura de la campaña de publicidad institucional para la consulta fue pagada directamente por el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). Por tanto, finalizada la instrucción, pide al Tribunal de Cuentas que se condene al ex president y a una decena de colaboradores a devolver el dinero con intereses".



Ya se sabe qué tenía que hacer Mas para no ir al homenaje a su padrino Pujol. Lo cuenta La Vanguardia en "La mirilla". Que se fue a visitar a los colegas del partido porque desde el 9 de enero, fecha del segundo paso a un lado, no pisaba la sede. Qué oportuno.



Para el público de la tienda del espía, amplio reportaje en El Periódico sobre la baliza del vehículo de Puigdemont. Alta ingeniería española, artefacto de fabricación nacional con lo último de lo último en cinta aislante. Exhaustiva investigación de la fiscalía belga que aventura un sesgo poco propicio a ejecutar la euroorden. 



Economía. La noticia empresarial del año, en El Nacional. Una refutación en toda regla del éxodo empresarial. Limpiezas Las Nieves, del sector de la jardinería y la conserjería, se expande a Cataluña: "El discurs de la fuga d'empreses, doncs, es capgira".



Todo esto del proceso podría ser peor. No hay más que mirar fuera del ombligo. Ahí está Argentina, al borde otra vez de la ruina. Que veinte años del corralito no es nada, la frente marchita y eso del tango. "Argentina pide un rescate al FMI", titula El País.



Al ciudadano del común le gustaría que los políticos cumplieran sus promesas. Nueve de cada diez personas con derecho a voto opina que no cumplir con las promesas electorales es una forma de corrupción llamada engaño. Muy bien. Pues hay un político que sí que cumple con sus promesas. Donald Trump. ¿Qué, que no? El acuerdo nuclear con Irán salta por los aires (El Confidencial). Lo prometió en campaña y lo ha cumplido. Para que se fíen de los políticos de palabra. En el enlace va el trino presidencial de doce minutos sobre Irán y el conflicto interminable.



Como no se dé prisa Puigdemont, lo mismo no hay nada que nombrar porque no ha quedado nada tras tres pepinazos atómicos. Vuelven los sesenta, el espanto nuclear está de moda.



9 de mayo, santoral: Gregorio Ostiense, Isaías profeta, Geroncio y Pacomio.