El nacionalismo no digiere el 8-O y lo vende como anécdota facha
La prensa independentista anota disturbios, insultos a los Mossos y miles de banderas con el aguilucho. Los manifestantes tenían razón: "Luego diréis que somos cinco o seis"
9 octubre, 2017 09:49Mambo. Ya estamos todos. La prensa nacionalista sostiene que lo que se vio ayer en Barcelona fue una concentración de fascistas foráneos. Todos ellos unos descerebrados redomados arengados por el chiquilicuatre de Mario Vargas Llosa, un tal Borrell y un connotado golpista como Carlos Jiménez Villarejo, que quiso meter a Pujol en la cárcel por ladrón. Por cierto, rosario de incidentes, agresiones a periodistas e insultos a los Mossos, siempre según los medios del rouresismo revolucionario. Tal vez lo de ayer requiera un cierto tiempo de digestión. Un millón de sapos (o de buitres al decir de Lluís Llach, el cantante del régimen de la estaca) no se tragan todos los días después de décadas de control efectivo de la mentes. De territorio ya hablaremos.
Los enviados especiales del exterior se lo pasan de puta madre mientras siguen sin entender nada. A algunos hay que verlos con sus chalecos de pescadores de camuflaje. Visto desde las azoteas (una lástima que no hubiera un helicóptero para registrar la riada humana), algo ha cambiado en el tablero catalán. La mayoría silenciada se suma a la partida y Josep Borrell se erige en líder moral del socialismo español y catalán. Hola, Iceta. ¿Dónde estabas ayer? ¿Jugando a la pocha? El brillante estratega ha cometido un fallo grave que puede condicionar su futuro en el PSC.
El caso es que si todos los que ayer se manifestaron en Barcelona son unos filoultrafascistas desorejados tenemos un problema mayúsculo. Esperemos que la tremenda sorpresa de la inusitada floracion otoñal de las banderas rojigualdas no sea como el fenómeno que describe José Antich en su artículo de El Nacional: "Dels que s'han manifestat al centre de Barcelona, molts eren catalans; la gran majoria, amb seguretat. Però la presència d'espanyols arribats dels llocs més diversos ha estat important, com es pot observar a les pancartes que portaven i que els identificaven, als autocars que estaven aparcats als carrers adjacents o a les imatges distribuïdes a través de les xarxes socials en multitud de trens. Aquest fet no resta importància, ja que les manifestacions són sempre exercicis sans de democràcia i comptar-se al carrer també és important. Encara que les sumes siguin d'espais polítics molt diversos i convisquin a la mateixa marxa un expresident del Parlament Europeu com Josep Borrell, un candidat a president del Govern espanyol com Albert Rivera, la cap de l'oposició al Parlament, Inés Arrimadas, i dirigents del PSC, amb formacions ultres i feixistes braç enlaire".
Es obvio que Puigdemont, Junqueras y quien coño mande en la CUP forman parte de un mismo espacio político con Arran, Poble Lliure, el Banc Expropiat, los estibadores de la CNT y la sectorial de bancarios de la ANC.
Una pieza de El País se dedica a desmontar los bulos y mentiras que con inusitada alegría amplifica Assange. Lo de siempre, fotos de otras manifestaciones, de otros años y una falsedad tras otra.
El contraste está en la columna de Marçal Sintes para el mismo rotativo: "El centro de Barcelona lo han ocupado este domingo, aunque fuera con la ayuda de coches, autocares y trenes venidos de toda España, los de la manifestación nacionalista española. Había muchos ciudadanos de a pie, como usted o como yo, y también bastantes ultras, franquista o fachas, a los que se rogó que escondieran águilas, brazos en alto y retratos de Franco, o sea, que intentaran disimular. Casi lo consiguen, aunque, si uno se fijaba bien, enseguida podía verlos aquí y allá. También resultaban visibles los pasquines pegados con sentidas llamadas a la paz -'Una estelada, una pedrada'- y alegres cantos al diálogo: '¡Puigdemont, a la prisión!'. Como dijo Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid, en su cuenta de Twitter, vinieron a defender 'los derechos y libertades de todos los catalanes'. Vienen a salvarnos. Lo hacen por nuestro bien".
Para nada. Los que han venido de fuera, muchos o pocos, lo han hecho porque se les ha pedido ayuda después de que se le viera la pata a la gran mentira, a la capacidad doctrinaria, mediática y propagandística del siniestro rollo del un sol poble. ¿Pero esto de un solo pueblo qué es? Hiede a una, grande y libre y eso sí que era facha, nens.
La Vanguardia aguantó el arreón digital del domingo con el titular Masiva manifestación en Barcelona por la unidad de España. El minuto a minuto del diario durante el domingo ha desaparecido. Los telegramas destilaban indignación contra los manifestantes, contra la policía "estatal", hablaban de un noventa por ciento de la población que había votado sí a la independencia. Un caos. Sallés ha tenido más peso en La Vanguardia que Antich. Hoy abordan la catástrofe con un vuelta de tuerca sobre el mismo tema: El no a la independencia sale masivamente a la calle. Ni en despliegue tipográfico ni fotográfico se acerca lo más mínimo a las portadas de las diadas "históricas". El condado de Godó pende de un hilo y Roures no sabe donde meterse.
Xavier Salvador aporta aquí, en el periódico que dirige, las claves del extraño fenómeno dominical: "Este domingo se ha acabado un silencio cómplice de décadas. Es una pequeña victoria. Ha sido necesario que unos catalanes nos llevaran a los otros hasta el límite de lo soportable, hasta el umbral de la paciencia, justo al acantilado por el que podría despeñarse la convivencia democrática. Pensaron que sus exiguas razones eran suficientes para tomar el control de toda una sociedad, que les asistía una especie de bíblica revelación (y en eso la iglesia catalana, como pasó con la vasca, tiene una responsabilidad que sólo la historia podrá facturarle) y que desde sus altares estaban envueltos en algo más que un trapo para cargarse todo el edificio de convivencia, paz y progreso logrado por España desde la salida del franquismo".
Toni Bolaño se toma la molestia de informar sobre los posibles escenarios de la declaración de independencia, proclamación de la república o comentarios respecto al cambio climático (este calor parece una señal divina previa a una gran catástrofe) que vaya a hacer el señor Puigdemont el martes en el Parlament. Dicen que Grifols aguanta, que, como Neymar, se queda. Varios despachos internacionales y españoles de abogados trabajan contrarreloj para crear empresas espejo. Funciona como con las cuentas homónimas. El capital de Grifols, por lo demás, no está expuesto. Nadie le pide a un president que no se arrugue si tiene su fortuna invertida en aquellos bonos y futuros de la Generalitat.
Imprescindible artículo de Francesc de Carreras en El País. Si los nacionalistas se tomaran la molestia de leerlo tal vez comprendan algo mejor lo que ha cambiado de una semana para otra: "Los hasta ahora callados han hablado, saliendo a la calle, tras tantas provocaciones, ante el riesgo cierto de empobrecerse, ante la descarada vulneración de las leyes que ponen en peligro su seguridad. En fin, ante tantas mentiras. ¿Ello significa que las causas de la afluencia a la manifestación significan un antes y un después en Cataluña? Esperemos que así sea. Después de tanta irresponsabilidad, de actuar con tan poco fundamento, a los independentistas, como es lógico, empiezan a temblarles las piernas".
No es previsible que pidan un flashback como en Amanece que no es poco, pero no deberían desdeñar que una parte sustantiva de la sociedad catalana, llegados a este punto, no está por la labor. ¿Rebobinamos?
9 de octubre, santoral: Abraham, Diosdado y Dionisio.