Manuel Valls tras Albert Rivera, Juan Marín e Inés Arrimadas / CG

Manuel Valls tras Albert Rivera, Juan Marín e Inés Arrimadas / CG

Política

Valls traza la estrategia de Ciudadanos en Andalucía

El alcaldable por Barcelona se ha conjurado para evitar el acuerdo de gobierno de Ciudadanos con el PP y Vox y obliga a Rivera a medir sus pasos

29 diciembre, 2018 00:00

Manuel Valls es quien traza la estrategia de Ciudadanos en Andalucía. Su batalla contra la ultraderecha del Frente Nacional en Francia no le permite ahora mirar hacia otro lado. En juego está su candidatura a la alcaldía de Barcelona, con una plataforma propia, pero ligada a Ciudadanos, pero lo principal es su compromiso con la democracia, tras su experiencia como primer ministro en Francia. Así lo corroboran a Crónica Global dirigentes que le animaron a iniciar su carrera por Barcelona, y que siguen a su lado, y así se desprende de sus propios comunicados, tras afirmar que es preferible “perder el poder” que colaborar con la ultraderecha y dar carta de naturaleza democrática a un partido como Vox.

Eso supone un problema para Ciudadanos. Las fuentes consultadas señalan que para la dirección, que encabeza Albert Rivera, la posición de Valls supone un “estímulo”, pero también un obstáculo para alcanzar ese acuerdo en Andalucía. Tras firmar un acuerdo de gobierno con el PP, ahora el secretario general de Cs, José Manuel Villegas, ha señalado que su partido se opondrá a “una modificación”, que se pretenda hacer para lograr los votos de Vox a la investidura del popular Juan Manuel Moreno, al frente de la Junta de Andalucía.

Acuerdo sin entrar en el Gobierno

De participar sin problemas en ese gobierno, con un acuerdo con el PP que pasaba por un reparto al 50% de las consejerías, con el líder de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín, como vicepresidente de la Junta, se ha pasado a mostrar todos los recelos, y a formular una posible colaboración con el PP “desde fuera”. Con ello, los posibles pactos con Vox serían responsabilidad del PP, mientras que Ciudadanos se limitarían a acordar medidas concretas desde el Parlament.

Se trata, esa posibilidad, de un disimulo, de un sí, pero no, que Manuel Valls no está dispuesto a admitir. Su fórmula está clara: ninguna relación con un partido que él califica, sin dudar, de ultraderecha. A diferencia de Valls, Albert Rivera no ha querido en las últimas semanas calificar a Vox. “Eso lo ponen ustedes, los periodistas, yo no etiqueto a nadie”, aseguró en una entrevista en la Cadena Ser, a pesar de que, respecto a Podemos se había referido con todo tipo de calificativos en su momento.

Marta Bosquet, junto al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera / @martabosquet

Marta Bosquet, junto al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera / @martabosquet

Marta Bosquet, presidenta del parlamento andaluz, y Albert Rivera

Rivera y el "sanchismo"

¿Qué ocurre? Valls se muestra incómodo con la posición dura de Ciudadanos, que, lejos de aparecer como una fuerza política que podía bascular entre el PSOE y el PP, con más querencia por los socialistas, al entender que representaba una fuerza política de progreso y reformadora --sin la mochila, además, de los casos de corrupción, y con una dirección que se había renovado-- ha pasado a ser un socio cada vez más cercano al PP. Eso no sería un problema insalvable, aseguran las mismas fuentes, pero sí el desprecio que Rivera no deja de mostrar hacia el “sanchismo”, en referencia a Pedro Sánchez, y a todo lo que venga de los socialistas. El alcaldable por Barcelona ha querido acercarse al PSC, y sabe que no podrá ser alcalde sin el apoyo de otras fuerzas, como los propios socialistas. 

Manuel Valls es ahora la guía de Ciudadanos respecto a esa política de acuerdos, y todo dependerá de lo que ocurra con el pacto de gobierno en Andalucía. El PP, que lo sabe, y no tiene ningún problema en acercarse a Vox --un partido que nace de antiguos militantes y cargos populares-- buscará ese frente con Ciudadanos. Juan Manuel Moreno se ha mostrado partidario de abrir ese acuerdo de gobierno con Vox. Mientras que Rivera, vigilado minuto a minuto por Valls, se ha visto forzado a rechazar tal posibilidad. En el peor de los casos, sin los votos de Vox, no quedaría otra que repetir las elecciones.

Santiago Abascal, en el centro, durante un mitin de Vox en Teruel  / EFE

Santiago Abascal, en el centro, durante un mitin de Vox en Teruel / EFE

Santiago Abascal, el líder de Vox en un acto electoral

Poder institucional como sea

Valls esperará ese momento. Si la relación con Vox fructifica, se podría replantear la relación con Ciudadanos en su carrera por la alcaldía de Barcelona. De hecho, en su idea inicial, la candidatura no pasaba por asociarse con Ciudadanos. Pero fue el partido de Albert Rivera el que le ofreció una plataforma que dispone de estructura y de votos.

Eso fue hace uno año, cuando Valls participaba en actos de Societat Civil Catalana, cuando Ciudadanos comenzaba a albergar un gran resultado en las elecciones catalanas. Ganó esos comicios, y Rivera pensó que esa “ola naranja” se podría reproducir en las elecciones municipales, teniendo en cuenta que Cs ganó en la mayoría de distritos de Barcelona. Pero eran elecciones autonómicas, y se dirimía un sí o un no al proceso independentista.

Las cosas han cambiado. Rivera sólo dirige su mirada hacia la Moncloa. Y busca el poder institucional que Ciudadanos no tiene. El primer paso es Andalucía. El PP le espera con los brazos abiertos, junto a Vox. Y el escollo se llama Manuel Valls.