Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, y el diputado de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián / CG

Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, y el diputado de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián / CG

Política

Pedro Sánchez hace oídos sordos a las provocaciones del independentismo

Los socialistas ignoran la retórica de los diputados y dirigentes independentistas, convencidos de que deben mirar a largo plazo

28 junio, 2018 00:00

Ni una mueca que denote desprecio o malestar. Pedro Sánchez hace oídos sordos a las provocaciones del independentismo, que quiere y necesita mantener la tensión, porque es consciente de que ha quedado descolocado tras los primeros pasos del Gobierno socialista. Lo experimentó este miércoles el diputado republicano Gabriel Rufián, quien, con su tono característico, habló de los “nueve secuestrados”, en relación a los políticos independentistas presos, reclamando al presidente que cambiara de “asesores”, porque, a pesar de sus palabras contenidas, tiene a ministros como “Borrell o Batet” que hablan de “confrontación civil”.

Ante un claro desprecio por Sánchez, evidenciado en sus palabras y en el tono, aunque fue ERC quien se sumó, con más desparpajo –más que el PDeCAT— a la moción de censura que dio la presidencia a Pedro, el presidente del Gobierno se limitó a apostar de nuevo por el diálogo, y por rechazar la vía “unilateral” que ha aplicado el independentismo en los últimos años.

Cárceles catalanas

Los diputados socialistas mostraron su nerviosismo por las palabras de Rufián, que se unen a los gestos del presidente Quim Torra en los últimos días y a la propuesta, de este mismo miércoles, de pedir un referéndum pactado con el Gobierno. También el PP y Ciudadanos han comenzado a atacar con fuerza a Pedro Sánchez, como evidenció el portavoz del grupo popular, Rafael Hernando, con expresiones virulentas y duras, precisamente por considerar que ha iniciado una negociación con los independentistas que choca frontalmente con la aplicación, en su momento, del artículo 155 de la Constitución.

En esa situación, y sin que, hasta el momento, se haya tomado ninguna decisión, el PSOE mantendrá su estrategia: tranquilidad, diálogo y a la espera de que sea el propio Govern que preside Quim Torra el que dé el primer paso, renuncie a la unilateralidad, y respete las decisiones judiciales. Como una muestra del cambio de actitud, Sánchez sí se ha comprometido a facilitar el traslado de los políticos presos a cárceles catalanas, a la espera del juicio.

Desbordar al estado

Fuentes socialistas, alarmadas por la reacción que se desplegó en las redes sociales y el cruce de mensajes tras las palabras de Rufián, aseguran que se trata de “poner luces largas” y “proponer un proyecto a largo plazo, lejos de la coyuntura y del enfrentamiento con el independentismo a partir de la retórica”. Sánchez, y en esto cuenta con el apoyo del primer secretario del PSC, Miquel Iceta, entiende que todos los movimientos que realiza ahora el independentismo son “de consumo interno”, según las mismas fuentes socialistas, y que la “parroquia” de Rufián, de Esquerra Republicana y del PDeCAT, en periodos congresuales, necesita escuchar que todo sigue en pie, que el proyecto de la “república catalana” está en marcha.

Sin embargo, a pesar de esa actitud del PSOE, y, en concreto, de Pedro Sánchez, los socialistas mantienen la inquietud de que todo se pueda desbordar. El independentismo, con varias piezas que giran alrededor de Carles Puigdemont, intentará desbordar al Estado en función de lo que ocurra con el juicio a los políticos presos por el 1-O, y de cara a las elecciones municipales de junio de 2019.

¿Capitulación?

Todo queda pendiente de la entrevista del 9 de julio, sin que ninguna de las partes desee generar demasiadas expectativas. Pero es el independentismo el que corre el riesgo. El PSOE, de la mano del PSC, con la oposición vigilante, no moverá un dedo que suponga una supuesta cesión al Govern de Quim Torra. La prioridad es que se renuncie, abiertamente, a nuevos proyectos unilaterales.

Lo que se debate es que para dirigentes y diputados como Rufián, romper con esa estrategia de tensión supone una especie de entrega, de capitulación, que no pueden admitir.