Mientras la elección del candidato a la alcaldía de Barcelona sigue suponiendo un quebradero de cabeza para Junts –que sondea perfiles externos a la desesperada, el último de ellos el empresario Tatxo Benet, para evitar unas primarias fratricidas–, la situación parece finalmente resuelta en Girona. Han sido días de intensas llamadas y reuniones en Waterloo al respecto.
Pese a que en la llamada "Casa de la República" ya solo piensan en hacer las maletas, era una de las carpetas que Carles Puigdemont y su equipo querían dejar zanjadas antes de Navidad. Recuperar la alcaldía de este histórico feudo convergente, en manos de la CUP tras un pacto independentista para desbancar al PSC de los que hoy resultan imposibles, es prioritario para la formación. Y el plan para 2027 pasará, así pues, por un tándem entre Gemma Geis y el conocido abogado Carles Ribas.
Cambio de planes
Las intenciones de Junts, a priori, pasaban por prescindir de la actual vicealcaldesa, "muy desgastada" por compartir equipo de gobierno con el comunista Lluc Salellas y sus a menudo fracasadas ocurrencias, como los containers inteligentes. De ahí que se contactara con Ribas, un perfil "de orden", conocido por los vídeos de Instagram donde denuncia que la ciudad está "sucia" y responsable, con su candidatura independiente, de que Geis no obtuviera hasta dos concejales más en 2023.
Viejo amigo de Puigdemont –fue regidor, con CiU, cuando el expresident era alcalde–, Ribas acudió a su llamada y se plantó en Bélgica dispuesto a escuchar, como ha hecho con otros partidos interesados en su fichaje. Entre ellos, una Aliança Catalana también decidida a irrumpir en la ciudad pese a carecer, por ahora, de candidato. Pero Geis pidió a Puigdemont una nueva oportunidad como cabeza de lista y el expresident accedió, siempre que aceptara a Ribas como número dos.
Oxígeno para Geis y "mano dura"
Así lo explican fuentes municipales, que aseguran que el abogado se incorporará a las listas de Junts tras su paso por el PDECat y su aventura en solitario, con la que estuvo muy cerca de entrar en el consistorio, y el tándem será una realidad. Una solución que oxigena la carrera política de la primera gironina en Harvard –apodo con el que, medio en burla, medio en serio, se conoce a la exconsellera de Universidades, becada como bibliotecaria en el prestigioso campus americano.
Y a la par consolida el giro estratégico de Junts con una figura reconocida por su apuesta por la seguridad y la mano dura, que el partido está decidido a asumir tanto a nivel local –la famosa rebelión de los alcaldes contra el secretario general Jordi Turull ha acabado dando sus frutos– como desde el punto de vista ideológico, con un discurso antiinmigración que Junts se ha comprometido a concretar en enero con propuestas del estilo de prohibir temporalmente la llegada de personas a Cataluña.
El cotizado 'cinturón del fuet'
En este sentido, Girona no es ninguna excepción. La obsesión de la formación posconvergente es frenar el auge de Sílvia Orriols y los suyos, que despuntan en todas las encuestas, especialmente en el llamado cinturón del fuet: la zona de máxima influencia de la ultraderecha independentista en torno a la C-25, entre Lleida capital y Figueres, que Junts aspira a reconquistar con maniobras de todo tipo. Como la que detalló este medio, por ejemplo, en el caso –exitoso– de Manresa.
De ahí la radicalización, todavía tímida, de sus propuestas, y también el nombramiento de Albert Batet como adjunto a Puigdemont sobre el terreno. Saben que se la juegan en 2027, y esta vez no quieren llegar tarde. Antes, en cualquier caso, les espera un papel decisivo en la caída de Pedro Sánchez y el regreso de un líder que se resigna a retirarse. Y, como le ocurrió a Oriol Junqueras tras salir de prisión, necesitará digerir que ya nadie le considera el Nelson Mandela catalán.
